La higiene del hogar influye directamente en el bienestar, pero algunos objetos pasan desapercibidos.
El espacio en el que pasamos gran parte del día influye directamente en nuestra salud. En zonas como la cocina y el baño, la humedad y la temperatura favorecen la proliferación de bacterias, hongos y virus. Una limpieza regular reduce su presencia y previene que se propaguen a otras estancias.
Además, mantener las superficies libres de polvo ayuda a disminuir alérgenos como los ácaros, especialmente perjudiciales para personas con asma o rinitis. La limpieza también contribuye al bienestar emocional: un entorno ordenado disminuye la sensación de estrés y favorece la concentración.
El cepillo de dientes: más sucio de lo que parece
Dentro del baño hay un objeto que se utiliza varias veces al día y que, sin embargo, no solemos desinfectar: el mango del cepillo de dientes.
Mientras que las cerdas reciben más atención, el mango no recibe apenas atención
Pero diversos estudios señalan que el mango puede contener incluso más bacterias que las propias cerdas, ya que lo tocamos con las manos constantemente, a veces sin haberlas lavado previamente. Además, el cepillo suele guardarse en vasos o soportes donde se acumula humedad, favoreciendo la supervivencia de microorganismos.
A esto se suma un factor clave: cada vez que tiramos de la cadena sin bajar la tapa, diminutas partículas en suspensión pueden depositarse sobre los objetos cercanos, incluido el cepillo. Aunque no lo veamos, el baño es un ecosistema microbiológico en constante movimiento.
Cómo limpiar correctamente el mango del cepillo
Incorporar esta tarea a la rutina de limpieza es sencillo y apenas lleva unos segundos. Se recomienda:
- Lavar el mango con agua caliente y jabón al menos una vez a la semana.
- Secar bien el cepillo para evitar que quede humedad acumulada.
- Desinfectarlo periódicamente con una solución específica para baño o con alcohol al 70 %.
- Guardarlo en un lugar ventilado y separado del resto de cepillos.
Un pequeño gesto con gran impacto
La higiene del hogar se construye a partir de acciones cotidianas. Limpiar el mango del cepillo de dientes puede parecer insignificante, pero ayuda a reducir la presencia de bacterias y a prevenir infecciones orales o cutáneas. En un espacio como el baño, donde los microorganismos conviven con nosotros a diario, prestar atención a estos detalles marca la diferencia.
Cuidar la limpieza del hogar es, en definitiva, una inversión en salud. Y empieza por esos objetos que pasan desapercibidos, pero que usamos todos los días.