100 años de Leica: la cámara que cambió la fotografía y retrató el siglo XX
En 1925, hace exactamente cien años, en la Feria de Primavera de la ciudad alemana de Leipzig se presentaba al gran público la cámara fotográfica Leica I. Se trataba de la primera cámara de 35mm producida en serie y cambiaría para siempre la manera de mirar el mundo
Compacta, ligera y con un ingenioso visor, esta cámara parecía insignificante, pero en su diminuto cuerpo metálico llevaba consigo la promesa de capturar el instante decisivo, un concepto que transformaría la fotografía en arte y la apuntalaría como reflejo del testimonio de la imagen en la Historia.
A lo largo del siglo XX la Leica se fue convirtiendo en mucho más que un instrumento: fue compañera silenciosa de artistas, reporteros y aventureros. Sus lentes, de nitidez legendaria, podían revelar los matices más sutiles de una mirada, la textura de una calle empedrada o el reflejo fugaz de la luz sobre un charco. Su robustez permitía soportar climas extremos, guerras y viajes interminables, mientras que su diseño elegante convertía a cada cámara en un objeto de deseo.
¿Qué grandes fotógrafos usaban una Leica?
Henri Cartier-Bresson la llevaba por las calles de París, aguardando el momento decisivo, cuando la geometría, la luz y la emoción se alineaban en un segundo perfecto. Robert Capa, arriesgando la vida en los muy diversos conflictos bélicos en los que trabajó como fotoperiodista, inmortalizó la Guerra civil española y el desembarco de Normandía con la misma cámara, por ejemplo. Vivian Maier, desde el anonimato de las calles de Chicago y Nueva York, capturaba escenas que hoy nos muestran la cotidianidad como una obra de arte. Y qué decir del retrato del Ché Guevara, El guerrillero heroico, inmortalizado por Alberto Korda en 1960...
Incluso en las imágenes más icónicas, como el beso en Times Square de Alfred Eisenstaedt, hay un susurro de Leica: la capacidad de capturar lo inesperado, lo humano, lo efímero... antes de que desaparezca. Cada disparo de una cámara Leica parecía un acto de resistencia contra la fugacidad, un intento de detener el tiempo sin alterarlo.
En el año de su centenario, Leica sigue siendo un símbolo de excelencia y pasión por la fotografía ya no sólo mecánica, sino también digital. Conserva esa misma filosofía de discreción y precisión que la hacen eterna. Celebrar los cien años de la Leica es celebrar la capacidad de mirar con atención, de registrar el mundo con sensibilidad y de recordar que una buena cámara no sólo captura imágenes, captura historias. Todas esas historias, gracias a Leica, han viajado desde las calles de las grandes ciudades hasta los campos de batalla más hostiles, han reflejado desde sonrisas fugaces hasta momentos históricos, conformando con todo ello un siglo entero de memorias visuales.