Con la excusa de un viaje recreativo tan habitual entre las clases pudientes de finales del siglo XIX, la escritora María Reig habla de la necesidad de enfrentarnos a nuestros miedos y tomar las riendas de nuestra vida.
QUIÉN ES
María Reig (Barcelona, 1992) es periodista por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Dirección de Comunicación Corporativa en EAE Business School. En 2018 autopublicó su primera novela, Papel y tinta, tras desarrollar una campaña de crowdfunding para financiar el plan diseñado para el lanzamiento, logró el objetivo de recaudación en menos de 24 horas llegando su libro a las librerías en enero de 2019. El éxito de esa campaña le abrió las puertas del mundo editorial y de la novela histórica. Desde entonces, ha publicado otras dos novelas, Una promesa de juventud (2020) y Los mil nombres de la libertad (2022) y ha vendido, en conjunto, más de 100.000 ejemplares.
Web: www.mariareig.es
¿Qué le ha atraído más para ambientar su novela en esta Belle Époque?
Es un periodo muy interesante donde ya se han consolidado todos los cambios que se llevaban peleando durante el siglo XIX. Ya está afianzado más o menos el mercado liberal, el libre comercio. Además, es un momento de gran efervescencia cultural; por un lado, tenemos el impresionismo, que ha brillado con todo su esplendor, y ya está emergiendo el postimpresionismo con todo el simbolismo junto al modernismo en arquitectura; en literatura surge la novela realista y naturalista; todo ello junto a los primeros experimentos de la música hacia la tonalidad. Es una época en la que se rompe un poco el historicismo del siglo XIX que miraba hacia el pasado y entramos en un periodo donde se busca a nivel cultural una modernidad diferente. Todos estos elementos, añadidos a que la mujer empieza a aparecer en todos los espacios públicos, hace que esta época me resulte muy atrayente.
¿Qué le ha resultado más laborioso, realizar el organigrama de los datos históricos o incardinar en ellos sus personajes? ¿Por qué su violín suena en París?
Lo más complicado es la fusión de la historia con la ficción. Me encanta la parte de documentación y de creación. Para mí es muy importante respetar el contexto y que mis personajes, aunque ficticios, y sus historias pudieran haber ocurrido en la época que he escogido. No tiene sentido hacer la novela histórica de otra manera; respeto la historia al cien por cien. Ese engranaje es un reto en cada novela. París lo escojo porque es una ciudad que me fascina; está llena de historia y a finales del XIX hay muchos aspectos interesantes en París, entre ellos que es la capital cultural de Europa. Con un grupo de viajeros, que en su mayor parte pertenecen a las elites culturales, me parecía que era el mejor escenario para arrancar el viaje en un París en el que da la sensación de que todo puede pasar, que se ha ensanchado y que parece absorber toda la idiosincrasia europea de esos años.
¿Sus personajes son históricos o más bien prototípicos de la época y de una clase social concreta?
Mis personajes son ficticios, pero beben de la documentación de la época; para poder diseñarlos, sobre todo en su ámbito profesional, me he empapado de la realidad de la música, de la pintura, y de toda la realidad en la que se engloba. Por ejemplo, estudié cómo funcionaba el mundo empresarial en el siglo XIX.
Su intrahistoria novelada es vivida por personajes pudientes, adinerados, artistas e intelectuales. ¿Son más representativos los hechos contados por ellos que por personajes de más bajo nivel social?
En este caso concreto la novela narra un viaje y en estos momentos, a finales del XIX, no podían viajar más que las elites; existen ya los engranajes y los cimientos de la industria turística que existe hoy en día, pero para un público mucho más reducido; para viajar había que poder pagárselo y debían de tener la capacidad de ausentarse de su lugar de trabajo o residencia durante un largo lapsus de tiempo. Por lo tanto, los primeros turistas son aristócratas, intelectuales y rentistas.
¿La visión social de sus pudientes protagonistas explica bien la caldera en ebullición que era a finales del siglo XIX la Europa que estallaría en pedazos en la Primera Guerra Mundial?
De alguna manera, a través de ese viaje en el que van recorriendo tierras francesas, la Italia recién unificada apenas 30 años antes, el imperio austrohúngaro y el recién constituido imperio alemán, los viajeros van a ir tomando contacto con estas zonas. Además, son personas que están inmersas en la actualidad de su tiempo y a través de sus conversaciones el lector toma contacto con muchas de las problemáticas de la época que luego nos dan las claves para entender los conflictos que van a estallar en el primer tercio del siglo XX.
El turismo exclusivo de sus personajes suscitará en los lectores nostalgia, o quizá envidia, por no poder acudir a esos mismos lugares sin el agobio de turistas en cada rincón.
Siempre está la doble vertiente. Por un lado, gracias a que se ha expandido, se han abaratado las posibilidades de hacer turismo, lo podemos hacer la mayoría de las personas. Pero estamos en una época en la que cada vez se siente que es más agobiante visitar ciertos rincones, ciertas ciudades. El germen inicial de la novela está en el primer Interrail que hice; me acuerdo de estar en Florencia y soñar con pasar por la plaza de las Señorías sin tanta gente. Evidentemente, a finales del siglo XIX había turistas, pero no estaba la sensación de tanta gente con cámaras y móviles; era otro escenario. Con la novela se ofrece la posibilidad de recorrer una Europa que, aun siendo muy familiar, es distinta en muchos aspectos.
¿Sin las notas del violín de Clara su relato sonaría diferente? ¿Qué tiene de peculiar la música de esa época?
Clara es un elemento protagonista en la novela; son tres los personajes que tienen mayor peso: Clara, Jacobo y Bogarín; pero Clara es un personaje que sirve para conectar con la música del siglo XIX, que es el siglo al que pertenecen las grandes melodías de música clásica, esas que a todos nos suenan, aunque no caigamos en el compositor o no sepamos ubicarla específicamente. Así que conectar con ese mundo musical, no solo desde el punto de vista cultural, sino también la parte más empresarial, es algo que quería explorar desde los ojos de la perspectiva de una mujer que ya ejerce la profesión y que desea vivirla como ella quiere, y eso no es fácil.
En realidad, ¿el periplo de su obra no es una excusa para novelar el tránsito figurado por temas de la época, conflicto político-social, la posición de la mujer, las relaciones homosexuales…?
La novela tiene muchos viajes; el físico, que nos lleva por los lugares emblemáticos de Europa, y el emocional, a través de los personajes que van a ir descubriéndose a sí mismos y tomando las riendas de sus vidas. Pero también es un viaje en el tiempo, donde nos vamos topando con realidades sociales que poco a poco nos harán entender mejor la época.
¿Por qué cree que atrae tanto la novela histórica?
La novela historia nos ayuda a conectar con el pasado de una manera distinta a como estamos acostumbrados. Hay mucha gente que quizás durante la época académica no conectó con la asignatura de Historia porque veía que era una mera sucesión de hechos y fechas, mientras que los escritores de novela histórica podemos generar interés en una época; generar a través de los personajes la conexión emocional que nos hace estar más abiertos a aprender sobre el pasado; es una puerta de acceso, una llamada a interesarse por el pasado. El valor que tiene la novela histórica, además de entretener, es aportar ese granito de arena de la divulgación.