Este verano los refrescos del chiringuito de la playa los tomaremos con pajitas... de papel. Y es que en julio entrará en vigor la directiva europea que prohíbe la venta de plásticos de un solo uso como las pajitas, los bastoncillos o los cubiertos. 2021 será, por tanto, el año del adiós definitivo de unos objetos convertidos en símbolo de una cultura consumista insostenible. Dicho esto, ¿se avecina el fin del plástico? La clave se llama sostenibilidad. Y es que no se trata de eliminar el plástico de nuestras vidas, sino de obtener materiales sostenibles y reciclables. Es el caso de una empresa donostiarra de base científica, Polykey, que produce, entre otros, polímeros sostenibles para el desarrollo de las baterías de próxima generación. Su objetivo es producir plásticos que ofrezcan las ventajas de este material pero que al mismo tiempo sean sostenibles.

Por otra parte, Ekorec es una empresa ubicada en Andoain referente en economía circular del plástico que transforma botellas de plástico en material PET para fabricantes de la industria alimentaria, cosmética o industrial.

Dos ejemplos que dejan claro que al plástico le quedan muchas vidas por vivir, pero siempre y cuando lo haga en clave de sostenibilidad.