El vecino de Eibar que está siendo juzgado en la Audiencia de Gipuzkoa acusado de agredir sexualmente a dos sobrinas cuando las niñas tenían entre 3 y 12 años ha negado este miércoles categóricamente las acusaciones.

"Nunca, jamás", ha sido la fórmula más utilizada para ello por el procesado, quien ha dicho ponerse "enfermo" sólo de pensarlo.

El hombre, que en estos momentos tiene 57 años, ha sido la primera persona en declarar en la vista que se sigue en su contra en la Sección Primera de la Audiencia Provincial, donde también han testificado las dos víctimas, de 35 y 25 años en la actualidad, aunque ambas lo han hecho a puerta cerrada tras pedirlo así su letrada, Cristina Ramos, de la asociación Clara Campoamor.

A diferencia de otras ocasiones en las que también se ha adoptado esta medida, las dos mujeres han declarado presencialmente en la sala ante el tribunal, el fiscal y las letradas de las distintas partes, y ha tenido que ser el acusado el que ha abandonado la sala para continuar siguiendo la sesión por videoconferencia interna desde una sala anexa.

Este hombre se enfrenta a una petición de 48 años de cárcel por parte de la acusación particular, que solicita 18 años más que los 30 que reclama la Fiscalía. En las cuestiones previas a la vista, la defensa ha planteado la posibilidad de que parte de los hechos, ocurridos entre 2000 y 2008, se encuentren prescritos, asunto que el tribunal ha dejado en suspenso para pronunciarse sobre él en el momento de dictar sentencia.

Según la versión de las acusaciones, ambas víctimas sufrieron abusos durante su infancia por parte de su tío, quien se habría aprovechado de su relación de parentesco para cometerlos durante distintas estancias de las niñas en el domicilio de la abuela y un garaje familiar, situados en Eibar, así como en una oportunidad en la vivienda de la hermana del procesado y madre de las niñas, en Ermua (Bizkaia) y durante las vacaciones de la familia fuera del País Vasco.

El documento de acusación provisional de la Fiscalía sostiene que el tío "aprovechaba las ocasiones en las que se quedaba a solas con sus sobrinas" para presuntamente someterlas a tocamientos y hacerles que le tocaran a él "con el pretexto de que sólo eran un juego" y "siendo frecuente que les exhibiese pornografía antes y después de los mismos".

Asimismo, les habría amenazado para que no contaran lo sucedido e incluso habría llegado a apuntar a una de ellas con una escopeta "causándole gran terror".

"Barbaridades de tamaño gigantesco"

Durante la sesión del juicio celebrada hoy, el inculpado ha rechazado todas estas imputaciones, al tiempo que ha dicho desconocer por qué sus sobrinas le acusan de "estas barbaridades de tamaño gigantesco", una cuestión que se lleva preguntando durante estos últimos años en los que, según ha dicho, ha vivido "un infierno".

De esta manera, ha negado que pidiera a una de las víctimas que posara desnuda para él, ha rechazado haberle introducido los dedos en la vagina en el garaje con la excusa de levantarla para que la niña viera lo que había en el garaje colindante, y ha insistido en que "nunca jamas" tocó los genitales de alguna de las pequeñas con objetos.

También ha descartado haber practicado sexo oral con ellas o haberse masturbado en su presencia. "Son barbaridades para mí surrealistas", ha detallado el hombre, quien sólo ha admitido que en una ocasión jugó con una de ellas a buscar un dedal perdido entre la ropa de la pequeña y que le hizo "cosquillas" en las axilas, el cuello y la "barriguita".

Asimismo ha negado haberles mostrado material pornográfico, pero ha explicado que en aquella época él tenía una tienda en la que vendía "regalos" para jóvenes con una sección de artículos eróticos para despedidas de soltero y que, en una ocasión en la que estaba consultando un catálogo de este tipo de productos en el ordenador de casa de su hermana le aparecieron en la pantalla algunas imágenes que él no quería ver, por lo que le pidió una de sus sobrinas, cuando la niña tenía 8 años, que le ayudara a cerrar la página porque sabía más informática que él.

Ha señalado también que otra vez en la que acudió con una de las víctimas a su tienda, la pequeña le preguntó qué era un cinturón de castidad con forma de cadenas que encontró en el local y él le respondió que era como unas "braguitas". El hombre ha indicado que finalmente la pequeña se lo puso ella sola, aunque a preguntas de la acusación particular ha reconocido que él le indicó cómo hacerlo.

Respecto a otro episodio en el que su propia hermana, madre de las pequeñas, lo encontró con una de las niñas con las bragas bajadas ante él mientras veía la televisión, ha dicho que a él "no le resultaba nada agradable por lo que le dijo a la pequeña que eso estaba "mal" y también se lo indicó así a la madre de ella, quien en aquel momento no le dijo nada.

Respecto a distintos material pornográfico que se encontraba en poder del acusado, ha explicado que lo encontró en una maleta que estaba en la basura y ha detallado que lo tenía en su propio domicilio y no en casa de la abuela de las niñas.

Está previsto que el juicio continúe mañana con la declaración de varios testigos y que finalice con las conclusiones definitivas y los informes de las partes.