En los últimos años, la comodidad y practicidad de los platos precocinados han ganado terreno también en Gipuzkoa. Desde el bacalao al pil pil hasta las croquetas, pasando por simples guarniciones, cada vez son más las personas, independientemente del perfil, que optan de vez en cuando (o no tan de vez en cuando) por ahorrar tiempo en la cocina. En los supermercados, comercios más pequeños y hasta en la hostelería ya abundan este tipo de alimentos en tiempos en los que la sociedad tiende a lo instantáneo.
"La tendencia es clara: con el paso de los años, los platos cocinados han cogido mayor importancia y las cocinas de nuestras casas van a tender a desaparecer", afirma José Luis Gesalaga, gerente de la empresa Gesalaga. Entre enero y julio de 2025, el consumo de platos preparados ha crecido un 5,8% en el Estado español, y un 22% desde 2019. Cada año son más las familias que optan por comprar este tipo de productos que "nunca llegarán a la calidad de la comida que prepara la amatxo", pero, eso sí, aseguran "calidad y comodidad".
"Evolución muy potente en la hostelería"
La quinta gama, como así se conoce a este tipo de productos, lleva tiempo entre nosotros y poco a poco va comiendo terreno, valga la redundancia, a las comidas hechas en casa. Según los datos que recientemente publicó el Ministerio de Agricultura y Alimentación, cada hogar de Euskadi ingirió de media en 2024 cerca de 14 kilos de comida preparada, muy lejos de los 21 kilos de Catalunya, aunque el crecimiento de los platos precocinados es evidente. Tal es así que no solo tienen más presencia en el retail (grandes superficies como supermercados), sino que también en comercios más pequeños y hasta en la hostelería, donde Gesalaga ve "una evolución muy potente".
Las razones del despunte de los platos preparados en la hostelería son "la problemática que hay con la falta de personal", que los productos sean "homogéneos", es decir, siempre de una calidad parecida, y el mayor control del stock, algo "muy importante para los hosteleros". A pesar de ello, Angélica Idiáquez, propietaria de La Perola, afirma que los restaurantes y los platos preparados "se complementan": "Los restaurantes van a tener a los clientes que quieran salir a cenar o comer, y nosotros podemos dar de comer en eventos con mucha gente o para aquellas personas que tengan poco tiempo para comer".
En la tienda Maitte, en Lazkao, también venden platos preparados. Su dueña, Maite Garmendia, cree que el motivo del auge de los platos precocinados se explica por el tiempo que pasamos en la cocina: "Antes nuestros padres pasaban mucho tiempo en la cocina, y ahora la gente prefiere utilizar ese tiempo para el ocio".
Gesalaga, La Perola y Maitte son tres empresas que venden platos preparados, aunque lo hacen de diferente manera. Gesalaga provee a restaurantes, supermercados y tiendas que venden por raciones, mientras que La Perola y Maitte son comercios. El primero de ellos cuenta con tres establecimientos en Donostia (en Zuatzu, que también tiene comedor, en el Centro y en Gros), mientras que Maitte tiene la sede en Lazkao.
Los precios, de momento, no parecen impedimento
En cuanto a la calidad de los productos, tanto Gasalaga como Idiáquez están de acuerdo en que "se puede conseguir una buena calidad del producto" aunque también son conscientes de que hay platos, como la carne o el pescado a la plancha, que son "difíciles de igualar en calidad". Eso sí, la propietaria de La Perola confirma que "mucha gente compra guarnición" para acompañar a esas comidas a la plancha que un plato precocinado no puede igualar. Para Gesalaga, "es muy complicado lograr la excelencia", pero gracias a la "homogeneidad", pueden alcanzar una valoración de "8,5 o 9 sobre 10".
Los productos con más aceptación en ambas empresas son el bacalao al pil pil, los chipirones en su tinta y las albóndigas, aunque los callos, la ensaladilla rusa y las legumbres también son bastante apreciados. "Casualmente, nuestros platos más caros son los más vendidos. Eso se debe a que intentamos hacer los platos lo mejor posible y, a raíz de los costes, ponemos un precio final", confiesa Gesalaga.
El alza del coste de los productos que afecta a todas las familias también tiene consecuencias en el sector. La Perola, por ejemplo, se ha visto obligada a reducir las ganancias por no querer elevar demasiado los precios: "Ahora cada producto nos cuesta más dinero, pero no podemos cobrar quince euros por un plato preparado", explica la propietaria de la empresa.
¿Qué futuro le depara?
Las tendencias suelen ser reflejo de la evolución de la sociedad. Tendemos a lo inmediato y la búsqueda constante de nuevos estímulos, algo que también ha llegado a las cocinas. ¿Para qué comprar productos, cocinar y limpiar si se puede comprar ya preparado? Los datos reflejan que ese fenómeno va creciendo, y el futuro de las cocinas pequeñas, las de los hogares, es incierto. Cada familia es un mundo y muchísima gente seguirá optando por hacer la comida en casa, pero popes del sector como Juan Roig, dueño de Mercadona, pronostican que "las cocinas van a desaparecer en 2050".
Sin llegar a ese extremo, con intereses evidentes de por medio, la tendencia señala que las cocinas se van a utilizar menos en favor de las comidas preparadas. "Cada vez son menos productivas, y en unos años tendremos solo un microondas, un pequeño fuego y un fregadero", apunta Gesalaga. Tal es así, que Garmendia ya habla de presente: "En muchas casas solo se utiliza el microondas y el horno".