Txarli Azkona es un misionero capuchino que lleva 40 años en la selva amazónica de Ecuador, en Aguarico, donde cogió el testigo de Alejandro Labaka, misionero de Beizama asesinado en 1987. Trabaja en la defensa del pueblo huaorani, gravemente perjudicado por el gobierno y las industrias petroleras, una situación que estos días ha dado a conocer en diferentes parroquias de Gipuzkoa como aperitivo del Domund Eguna de este próximo domingo.

¿Cómo fueron sus inicios?

Vengo de Guembe, un pueblo de Navarra. Soy el octavo de diez hermanos y desde muy niño mis padres me mandaron a las colonias. Se me hizo tan largo que quise escaparme tres veces. Fue ahí cuando apareció un misionero de San Juan de Dios. Me preguntó si quería ser misionero, a lo cual le respondí que no, que solo quería volver al pueblo. Pero luego cambié de idea, y ahí empecé mi camino.

Lleva 40 años en la selva amazónica de Ecuador, en Aguarico, donde ha vivido de primera mano la situación de las comunidades indígenas y sus problemas. ¿Qué se encontró allí? 

Llegué y en 15 días vi morir a ocho niños por enfermedades tan simples como infecciones, diarreas... Un hecho que me impresionó, jamás había visto algo así. También existía una violación de derechos humanos, sanitarios, educativos..., que en vez de mejorar se ha agravado. ¿Qué futuro les espera a esos niños?

En 2021 una emblemática sentencia obligó a la industria petrolífera a retirar los mecheros que queman el gas situados cerca de las poblaciones indígenas. Sin embargo, no se cumple. ¿Es una lucha titánica? 

Es una lucha de poco éxito. El juez dictaminó que los mecheros que contaminan se tenían que quitar en un plazo de 18 meses. Han pasado cuatro años, de los 447 mecheros que había, ahora han pasado a 486. Es una burla. Sin embargo, a pesar de que a uno le entre el desánimo y el coraje, no todo es negativo, la lucha continúa.

"A pesar de que a uno le entre el desánimo y el coraje, no todo es negativo, la lucha continúa"

Txarli Azkona - Misionero

¿Cómo es el día a día en esas comunidades indígenas?

Es otra situación que también está cambiando mucho. Antes las comunidades vivían de la caza y pesca, recogían frutos de la selva, pero debido a la contaminación, eso se está acabando. Además, se necesita dinero para todo. Muchas personas de las comunidades no tienen trabajo. Todo se está complicando. Están sacando todos los recursos de la selva, sin preocuparse de los pueblos que viven en ella, ese es el gran pecado de nuestros gobernantes.

Txarli Azkona, posando junto al logo del DOMUND de este año y el homenaje a Alejandro Labaka. Ruben Plaza

¿Cuáles son las consecuencias de esta contaminación para el pueblo indígena?

Son terribles, pero también lo son para toda la humanidad. La Amazonia posee el 55% del agua dulce del mundo, pero es frágil y si la Amazonía se acaba, se pierde toda la humanidad. Ya no se puede pescar porque todos los ríos están siendo envenenados, y la gente que está comiendo de esos ríos está comiendo su propia muerte. Europa tiene que despertar antes de que la situación sea irreversible. Estamos a tiempo, tenemos que tomar conciencia del planeta y de la humanidad.

¿Qué piensa cuando ve que el poder puede con todo?

Lamentablemente, existe la sensación de que el gobierno no valora a las comunidades. No valora la sabiduría ancestral. Una relación de armonía con la naturaleza, enfrentada a la relación de saqueo que impera en el occidente. Este es un inmenso valor que la humanidad necesita. El Estado debería ver esa sabiduría del pueblo ancestral en relación con la madre tierra.

"Están sacando todos los recursos de la selva, sin preocuparse de los pueblos que viven en ella"

Txarli Azkona - Misionero

¿Qué aportaría esa sabiduría indígena al mundo actual?

Un bien a la humanidad, un tesoro. El gobierno solamente quiere el petróleo, pero algún día se va a acabar. Cuidar de la selva, amar la naturaleza, sería algo que haría bien a todo el mundo, ayudaría a salvar al mundo. Si esto sigue así, cuando termine el petróleo quedará solo la contaminación. Sin embargo, con la visión ancestral existiría una relación de cuidado con todos los seres de la naturaleza, mucho más armoniosa, un aporte para la humanidad, que está en peligro de desaparecer.

¿Qué le empujó a ser misionero?

En mi juventud entré en un proceso de seminario, conocí a Jesucristo, la vida capuchina, y una sensibilidad ante todo lo social y la pobreza. Fueron años de despertar y creó que ahí se fueron forjando unos ideales de vida, aunque todavía estoy aprendiendo, ya que uno nunca termina de ser misionero. Como decían el monseñor Alejandro Labaka y la hermana Inés, tenemos que descalzarnos y desnudarnos, porque la tierra a la que vamos es una tierra sagrada.

El logo de la edición de 2025 del DOMUND

El logo de la edición de 2025 del DOMUND Aita Santuaren Misio Ekintzak

Acaba de mencionar al monseñor Alejandro Labaka y a la hermana Inés Arango, misioneros asesinados por los indígenas y que serán beatificados este año como una de las primeras medidas del nuevo papa León XIV. ¿Qué supuso su figura para usted?

La figura de Alejandro Labaka me transmitió un gran coraje. El coraje que tenía para acercarse a los pueblos indígenas, para comer lo que ellos comían, para vestirse como hacía el pueblo huaorani (pueblo donde ejerció la misión), la humildad de pedir la bendición, de tener un compromiso con el pueblo huaorani... Me parece algo muy hermoso. Hicieron todo lo posible para mantener su lengua, costumbres, territorio, valores... Dieron la vida por defender al pueblo huaorani y no hay amor más grande que el de aquel que da la vida por sus amigos.

El cuadro creado en homenaje a Alejandro Labaka, el cual resume la vida del obispo. Ruben Plaza

¿Pervive su recuerdo en el pueblo indígena? 

Las vidas de Alejandro e Inés han sido la mejor defensa para esas comunidades, sus figuras todavía siguen resonando en toda la Amazonía. Ellos han sido los inspiradores de la REPAM (Red Eclesial Panamazónica), surgida en 2014, donde todos los países de la Amazonía se unieron. Alejandro e Inés fueron sus fundadores espirituales. En todos estos años la REPAM ha sido el lugar de intersección por toda la Amazonia, por lo que Alejandro e Inés siguen más vivos que nunca.

Ellos perdieron la vida como misioneros. ¿Usted ha temido alguna vez por la suya?

He sufrido algunos asaltos. En uno de ellos me pusieron unos polvos y me golpearon la nariz, me rompieron la cara, el brazo y el hombro. Tuve que dejar la Amazonía y estar dos meses recuperándome en Quito, pero lo he vivido con paz. También he vivido situaciones de amenazas, pero es parte de nuestra misión. Los caminos del evangelio tienen sus riesgos, y lo sabemos, es algo que lo tengo asumido. Encuentro luz en Jesucristo y en todos aquellos misioneros que han dado la vida por los pueblos.

Plano detalle de la camiseta de Txarli Azkona, en homenaje a Alejandro Labaka e Inés Arango. Ruben Plaza

Siempre ha comentado que Jesucristo es lo más grande que ha conocido. ¿Qué supone su figura para usted?

Supone una desproporción para mí. Una desproporción tan grande entre su forma de amar, su forma de perdonar, y lo que uno es. Hay una diferencia tan grande, que lo que cabe es acoger. Para mí Jesucristo es algo gratuito, hermoso, inmerecido. Me siento muy dichoso de que dios tenga misericordia de mí, y que sea lo más valioso de mi vida, el amor de mi vida, lo más buscado, y lo más amado. Es un regalo que no me lo merezco. Pero también me siento responsable de darlo a conocer. De ahí surge la misión, “vayan por todo el mundo y anuncien el evangelio”.

¿Estos meses ha estado en Gipuzkoa ofreciendo varias charlas, ¿cómo han ido?

He estado en colegios, y la verdad que me he sentido muy contento al ver a los jóvenes que escuchan. Abren unos ojos grandotes al oírme, se dejan afectar, y es entonces cuando pienso: los jóvenes tienen una vida transparente, que no está manipulada. Me hace pensar que tenemos que apostar por los jóvenes, tenemos que sacar la riqueza que tienen y que crezca. Me ha emocionado ver cómo los jóvenes escuchan y reciben, me ha dado mucha alegría.

"Cuidar de la selva, amar la naturaleza, sería algo que haría bien a todo el mundo, ayudaría a salvar al mundo"

Txarli Azkona - Misionero

El 23 de octubre volverá de nuevo a la selva, ¿con qué objetivo?

La lucha de los mecheros continúa, los derrames petroleros continúan, la minería está haciendo barbaridades, la deforestación..., la selva se está destruyendo. Tenemos la conciencia para defender lo poco que queda. También quedan todos los enfermos de cáncer y diálisis debido a la contaminación y el Estado que los deja morir, pero continuamos haciendo lo que podemos, con ilusión, tenemos que aportar nuestro granito de arena.

¿Hasta cuándo?

Lucharé siempre. Lo importante no es que ganar o perder, sino el proceso que estamos haciendo, el proceso es vida. En todo lo que se lucha, se pone algo de humanidad, de respeto, de cuidado de la naturaleza, todo eso es muy importante. Quisiéramos que los resultados fueran otros, pero no está perdido. Todo el proceso que se está haciendo es muy valioso. Nos hemos juntado gente de diferentes entornos a favor de esta lucha, comunicadores, abogados, personas religiosas... Y todos vamos de la mano, eso es muy bonito.