Comenzaron levantando pabellones industriales en 1950, cuando la comarca de Goierri empezaba a cobrar fuerza industrial. Han reformado cuartos de baño, levantado urbanizaciones enteras de viviendas, pisos y unifamiliares, rehabilitado caseríos y, 75 años después de su creación, una empresa familiar como Iparragirre Eraikuntzak se ha hecho un hueco en el exigente arte de las obras delicatessen, aquellas que afectan a edificios especiales, museos y elementos a proteger por su valor como patrimonio cultural e histórico.

Trabajan con precisión de cirujano y espíritu de sastre, a medida. Lo hacen apoyándose en tecnología puntera: drones que llegan a todas partes y escáneres de última generación que son capaces de generar un gemelo digital de precisión milimétrica sobre el que trabajan arquitectos, aparejadores e ingenieros en la oficina técnica. Y ello permite trabajar luego sin sobresaltos sobre el terreno y respetar las piezas de colección. 

Su sistema digital permite que un operario pueda ver en su móvil qué tornillo tiene que apretar, cómo, y observar la pieza desde distintos ángulos, rotando la imagen, ampliándola con sus dedos en la pantalla táctil de su teléfono, y asegurándose de que nada falla. Con precisión milimétrica e información constantemente actualizada que comparten e intercambian en la nube tanto arquitectos como operarios, reportando a su vez las incidencias que puedan producirse in situ. 

Iparragirre Eraikuntzak ha ejecutado la premiada rehabilitación del palacio Zarautz de Getaria y de la plaza de toros de Tolosa

“La tecnología hay que democratizarla, hay que bajarla a la obra, porque el que tiene que hacer la operación en última instancia es el que está en la obra. Todas estas herramientas digitales de precisión no sirven de nada si no las incorporas a la forma de trabajar. El gran reto está ahí, que la información que se envía desde la oficina técnica sea en lenguaje común y que puedan entenderla todas las personas del equipo”, asegura Patxi Albisu, el gerente de la compañía.

la obra, en el móvil El mejor exponente de esta construcción de nueva generación son las obras de rehabilitación y museización de las antiguas termas romanas del museo Oiasso, en Irun, que han sido ejecutadas desde octubre de 2023 hasta abril de 2025, para poner en valor la ciudad romana que yace bajo los pies de los irundarras y es ya todo un reclamo para los visitantes del Museo Oiasso.

Escondidas bajo una tejavana

Las nuevas termas se escondían debajo de una tejavana desde que fueron descubiertas en 1996. “Si mirabas en Google Maps, lo que se veía aquí era una tejavana, una chapa de metal”, asegura Patxi Albisu, gerente de Iparragirre Eraikuntzak. Ahora, se ha generado un espacio de visitas donde hace 2.000 años las gentes de Oiasso disfrutaban de una piscina de aguas frías, templadas, calientes, vestuarios y, probablemente, una piscina.

Nos acompañan en esta recreación Patxi Albisu, el gerente de la constructora; Aimar Romo, responsable del proyecto de rehabilitación de las termas de Oiasso; Ibon Iparragirre y Pedro Iparragirre, el presidente de la compañía que crearon en 1950 su padre Jose Mari y su tío Pedro Aseginolaza, de Beasain, antiguos trabajadores de la empresa industrial Indar.

Desde sus inicios levantando pabellones industriales en 1950, la compañía ha evolucionado hacia la construcción de precisión

El de la rehabilitación de las termas de Oiasso es para ellos un proyecto “especial”, del que sentirse orgulloso. No es el único. Destacan la rehabilitación del palacio Zarautz de Getaria, que ha obtenido un premio del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro a la mejor rehabilitación. También la de la plaza de toros de Tolosa y el caserío Etxeberri del siglo XVI en Zerain.

En sus trabajos, lo mismo emplean piedra natural, madera laminada (palacio Zarautz) de la que hace gala la industria vasca; madera de elondo (plaza de toros de Tolosa) importada: un material durísimo y de gran densidad traído de la mano de Tecnalia; como aleaciones metálicas, cristal y vidrio para valorizar las termas de Oiasso. Aquí, en este emplazamiento irundarra de origen romano, han utilizado toda su tecnología.

Como en Discovery Channel

Aimar Romo, el responsable del proyecto de rehabilitación del museo Oiasso, explica lo delicado que es actuar en un lugar en el que había vigas intocables por su enorme valor patrimonial e histórico. “Nuestra característica es adaptarnos al sitio, y el patrimonio exige una sensibilidad increíble. Nosotros hacemos un gemelo digital como el que aparece escaneando las pirámides en Discovery Channel”.

Es esa la herramienta que les permite anticiparse a las colisiones que se producirán in situ, sobre el terreno, y solucionarlas en el ordenador, antes de encargar las piezas a medida. Siempre en coordinación con la técnico responsable de la Diputación, en este caso la arqueóloga Mertxe Arteaga, miembro del equipo técnico del Servicio de Patrimonio Histórico-Artístico y Archivos de la Dirección de Cultura de la Diputación Foral de Gipuzkoa.

“Al final nuestro trabajo consiste en hacer cada vez trabajos diferentes y los retos son nuevos siempre, y en este caso, con ese gemelo digital vimos qué obstáculos había y enseguida apareció el primero. Unos elementos que no se podían tocar, y con eso se hizo la propuesta, evitando tocarlos. El cristal, el hierro, el vidrio, las cubiertas todo ha venido cortado, hecho a medida. Tenemos conocimientos que otros no tienen y nos da ventaja”, señala Aimar.

rehabilitación de edificios especiales Irun oiasso museo romano 17072025 foto pedro martinez Pedro Martinez

Primera empresa con drones

El espíritu innovador de esta empresa familiar con sede en Idiazabal se refleja en su presidente, “medio jubilado ya”, a sus 68 años, según dice, pero pendiente de todo. Fue uno de los primeros pilotos operadores de dron autorizados por AESA, la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, en Euskadi para realizar vuelos en zona urbana con drones, lo que convirtió a Iparragirre en la primera empresa de construcción del Estado que logró dicha autorización. 

“Tenemos una oficina técnica muy potente, y una industria de proximidad que puede fabricar las piezas que diseñamos al milímetro, sin necesidad de que trabajen en sitios delicados como pueden ser un museo”, insiste Albisu. En concreto, las de las termas de Oiasso se han “cortado con láser, una a una, en fábrica, y se han montado en el museo, sabiendo exactamente cómo iba a quedar cada una”.

“Manejar todo ese material aquí es imposible. El patrimonio es muy sensible”, explica Pedro Iparragirre, consciente en que “hay que ir transformándose” para ser competitivo, y más en tiempos de escasez de mano de obra. Este tipo de obras son un ejemplo. “Nos ha tocado ir renovándonos en esa singularidad, y hemos demostrado que se pueden hacer piezas únicas a medida, pero eso exige una revisión y mejora constante”.

Valoración técnica

“Gemelo digital, ingeniería, modelización, colaboración y una gran sensibilidad y respeto al patrimonio son esenciales. Y para eso hace falta punta fina”, insiste el gerente Patxi Albisu. La propuesta y el gemelo digital se presentan ya en el proyecto para la licitación pública y es esa propuesta técnica la baza principal de Iparragirre. Si no, si fuesen al mejor postor, reconoce Pedro, estos concursos públicos serían una batalla perdida para ellos. “Nos presentamos en concurrencia, pero en los últimos años, se le ha dado más importancia a las soluciones técnicas. No es tanto el qué, sino el cómo”.

Y ahora mismo, añade Pedro Iparragirre, está preparada y orientada “para hacer trabajos de complejidad técnica, no para hacer un cuarto de baño”, señala.

La evolución ha sido natural pero buscada y reinventada tras un sinfín de crisis (una por década desde 1972) y la experiencia acumulada construyendo un buen número de museos como el de Joxemiel Barandiaran en Ataun, Chillida de Legazpi y otros varios en Goierri. Y también levantando pabellones industriales de muchas fábricas, donde la producción del cliente aprieta y la precisión es esencial. 

Nuevo centro en Idiazabal

Y esa precisión es una de las herramientas claves para seguir cumpliendo otros 75 años si es posible, un desafío al que no temen. “Sabemos dónde estamos y a dónde vamos, pero no soy capaz de vislumbrar el futuro. Desde luego, nosotros no estaremos en la empresa dentro de 75 años, pero lo que sí tengo claro es que, para seguir siendo cada vez mejores, tenemos que tener unas personas específicamente dedicadas a pensar en ello”, asegura el gerente Patxi Albisu. 

Y para eso, explica, “estamos haciendo un centro de industrialización específico en Idiazabal, en el que trabajarán seis personas en exclusiva”, intentando adelantarse a los acontecimientos, con el objetivo de incorporar nueva tecnología a la empresa y aplicarla a la construcción, lo que refiere “tener los ojos abiertos y el oído fino”. Una cuestión que es de “ser o no ser”.