Un amplio despliegue policial identifica a 135 personas en los pabellones ocupados de Herrera
Técnicos de Urbanismo valoran el estado de los edificios en una actuación en la que ha intervenido la Guardia Municipal con el apoyo de la Ertzaintza
Un total de 135 personas han sido identificadas este viernes por la mañana durmiendo en tres pabellones abandonados situados en el barrio donostiarra de Herrera, a donde se han desplazado técnicos del Departamento de Urbanismo del Ayuntamiento de Donostia para evaluar el estado en el que se encuentran las instalaciones, ocupadas desde hace años. El equipo de inspección ha podido realizar su trabajo sin mayores contratiempos y no se han registrado detenciones.
Según han informado a este periódico fuentes del Ayuntamiento de Donostia, todas las personas localizadas son extranjeras, varones, y mayores de edad. Esta actuación, que se ha llevado a cabo a requerimiento de la Asociación de Vecinos Herripe, se ha desarrollado desde primera hora de la mañana bajo un amplio despliegue policial de la Guardia Municipal en colaboración con la Ertzaintza.
Tanto el Departamento vasco de Seguridad como el Consistorio donostiarra han informado de que el operativo se ha desplegado a partir de las 7.30 horas y en el transcurso del mismo se ha identificado a un total de 135 personas. Desde el Ayuntamiento de Donostia han precisado que no se han ordenado desalojos, y la actuación se ha desarrollado sin mayores incidencias.
“Se han comprobado varios objetos de dudosa procedencia, pero hasta el momento solo se ha ocupado un teléfono móvil, por estar a nombre de una persona que no se encontraba en el lugar y que, tras contactar con él, no sabe precisar si se lo robaron o lo perdió", han indicado fuentes del Consistorio.
El motivo del despliegue policial, que ha sorprendido a los propios vecinos, ha sido comprobar, a instancias de la asociación vecinal, el estado de la estructura de los edificios okupados. A tal fin, durante la mañana técnicos municipales han empleado un dron que ha sobrevolado la cubierta de los pabellones, al tiempo que agentes tomaban fotografías del lugar, un enclave degradado de Donostia en el que la presencia de policías es constante.
En lo que va de año la Guardia Municipal ha realizado más de medio centenar de actuaciones. Los incidentes son frecuentes en los terrenos de la antigua fábrica de Zardoya Otis, algo que reconocen sus propios moradores. “Aquí dentro vivimos mucha gente. La verdad es que no se puede ni dormir. Hay peleas, gritos y droga”, ha reconocido a este periódico uno de los jóvenes que vive en el pabellón desde hace seis meses.
“Son muchos problemas, es la vida de la calle”, confesaba poco después de sortear el cordón policial para desplazarse a un recurso de Emaús donde tenía previsto ducharse.
Uno de los lugares "que más nos preocupa"
El concejal de Seguridad, Bomberos y Protección Civil, Martin Ibabe, reconoció el pasado mes de mayo que se trata de “uno de los lugares de inseguridad de la ciudad que más nos preocupa. Es un problema real”. Es conocida la inquietud que genera en el Ayuntamiento la situación que se vive en la zona este de la ciudad, algo de lo que daban fe esta mañana también los vecinos.
Arritxu Arrieta reside en el número 12 del Paseo de Herrera, un inmueble que se ubica a pocos metros de los pabellones. “Las broncas son constantes, cada dos por tres hay que llamar a la policía. Hay peleas, viene la ambulancia, y cuando no hay jaleo están hablando a gritos y no puedes ni dormir”.
El Consistorio ha reclamado a la actual propiedad que solicite una licencia de derribo para arrancar con la regeneración del entorno. El desarrollo urbanístico de Jolastokieta II contempla la construcción en esta zona de 380 viviendas, un 40% de ellas de protección pública. Los planes urbanísticos llevan su tiempo, pero éste discurre de forma desigual para los vecinos que reclaman soluciones cuanto antes.
"Las cosas de palacio van despacio, y entretanto los niños tienen miedo. Son ya casi cinco años padeciendo esta situación. Mi hijo tiene nueve, y no quiere que deje el balcón abierto por miedo a que entren. Cuando baja a la calle, va mirando a todas partes”.
El pasado 12 de agosto, a unos metros de su casa, Arrieta fue asaltada por un joven que quiso robarle. “Se me paró delante y me intentó arrancar el móvil. Lo peor es que desde entonces me lo tengo que cruzar a diario porque duerme aquí atrás. ¿Cómo me voy a sentir cuando me tengo que cruzar con la persona que me ha intentado robar? Pues sí, vivimos acojonados”, confiesa esta vecina de Herrera.
Vivir con gas pimienta a mano
Tanto es así que esta mujer confiesa que vive con gas pimienta a mano. “Lo tengo por si acaso porque ya no sabes lo que te puede pasar en cualquier esquina y a cualquier hora. A determinada gente, le da lo mismo que sea de día o de noche, que haya niños o no. Hay quienes son capaces de cualquier cosa y esto a diario es una peregrinación. Hay un trasiego constante. Es un sinvivir”, se desahoga.
La presencia en la zona de la Guardia Municipal y de la Ertzaintza es constante, algo que, a juzgar por lo que dicen, parece insuficiente para los vecinos del barrio. El hijo de Arrieta vive asustado. Su madre confiesa que no quiere para él una vida así. Va a cumplir diez años y no baja solo a por el pan por miedo. “Tiene pesadillas. El día que me intentaron robar pasó una noche muy mala, porque mi hijo lo vio todo. Según salgo de casa, lo primero que me dice: ama, coge el gas”.
"¿Cómo me voy a sentir cuando me tengo que cruzar con la persona que me ha intentado robar? Pues sí, vivimos acojonados"
Un vecino del Paseo de Herrera interrumpe el relato de Arrieta para hablar de su propia experiencia. “A mí me robaron el móvil. Ocurrió en la tienda de comestibles de aquí abajo. Se me puso uno al lado, y en ese momento no me di cuanta hasta que poco después me llamó mi hija, que a ver dónde tenía el móvil. Me lo habían robado. Es algo que estamos viendo con frecuencia delante de casa. Hemos visto intentos de robo a parejas y a personas mayores”. Asegura este vecino que no se trata de casos puntuales.
“Ayer mismo (dice por el jueves) vino un coche para el cambio de ruedas al taller, y un joven que salía de uno de los pabellones okupados se agachó para intentar abrir la puerta. Son cosas que ocurren día sí y día también”.
Arrieta da voz a lo que es vivir con miedo. “El otro día me dejé la fruta en el coche. Le dije a mi marido que bajaba. Eran las diez de la noche, y bajé con mi gas pimienta. Abrí el coche, cogí la fruta y de repente oí un ruido. Me giré asustada, y no había nadie. Es el estrés acumulado y la sensación de inseguridad permanente que tenemos. No podemos vivir así”.
Acto seguido, la vecina coge el móvil y muestra la grabación de una pelea a plena luz de día, un incidente reciente protagonizado por dos jóvenes que se enzarzan frente a su casa. “Así todos los días, y para cuando viene la policía ya se han ido”.
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