Cielos oscuros y, como no, la lluvia han marcado la feria de Santo Tomás de este año, en la que la mayoría de las miradas se han dividido entre los talos de txistorra, los puestos de los baserritarras y las nubes que proclamaban unas precipitaciones que no han tardado en llegar. A pesar de ello, centenares de personas no han dudado en vestirse de caserito en Donostia y disfrutar este domingo del que para muchos es el pistoletazo de salida de las fiestas navideñas.
"Terminamos las clases el viernes y no volvemos hasta el 7 de enero. Hoy empezamos a disfrutar", comentaban Arantxa y Maialen, dos amigas donostiarras que han "madrugado" por la feria. "Hemos desayunado a las 8.30 horas, así que no tardaremos en comernos el primer pintxo de txistorra", han apuntado a media mañana entre risas.
En total, 163 puestos se han repartido por la ciudad este año, la mayoría de ellis gastronómicos y artesanales. "Si el tiempo aguanta así está bien, porque sino se puede estropear todo", han apuntado desde Can Gaburra, una empresa familiar de elaboración artesana que se ha desplazado hasta la capital guipuzcoana y que se ha adelantado a los chubascos que estaban a punto de empezar. "Nosotros no estamos en mala zona, pero como llueva...", han apuntado desde los portales de la Plaza Gipuzkoa, en la que se han dado cita diferentes puestos, desde los clásicos Lazkaoko Talogileak hasta propuestas de kilómetro cero como Boga Arrain Zopa.
También los diferentes institutos que año tras año tratan de pagarse este día su futuro viaje de estudios, como los alumnos de Labiaga Ikastola. "Esperemos que la gente nos compre a nosotros", comentaban dos jóvenes mientras caían las primeras gotas de la mañana. "Es una pena que haga mal tiempo porque siendo domingo habría venido mucha gente", han añadido. Entre los viajes favoritos de los estudiantes, clásicos como Salou, Barcelona y Mallorca y destinos más internacionales como Roma.
Sin lluvia, mejor
La plaza Okendo, entre el Teatro Victoria Eugenia y el Hotel María Cristina, los más pequeños han vuelto a disfrutar de los animales de caserío. Al menos, hasta que el tiempo ha respetado. "Nos vamos al autobús y a casa. Una pena la lluvia", comentaba un padre con su hijo en el momento en el que las primeras gotas ganaban mayor intensidad.
"Es un día precioso, pero peor no podía tocar", ha aseverado Carmen, que esperaba junto a su marido a que la lluvia remitiera en un portal para poder comerse el bocata de txistorra. "Vamos a tener que refugiarnos en un bar", han concluido.
Antes de esta chaparrada, la gran estrella, al menos en lo que a animales se refiere, era la cerda Poxpolin, reina de la Plaza de la Constitución. En torno a ella se han concentrado personas de todas las edades, desde niños que han "alucinado" con el animal hasta veteranos para los que ha habido cerdas "más grandes". "Hubo un año que casi no entraba en la jaula", ha afirmado.
"El año pasado, que vivimos más tarde, tuvimos la sensación de que había más gente", han apuntado Mikel y Ainara, padre e hija, que tras ver a los animales buscaban un puesto "con poca cola" para coger su talo. "Hemos podido ver todo antes de que llueva, aunque lo último a todo correr", ha indicado, señalando que tras disfrutar del manjar de Santo Tomás tocará ir a casa. "Con este tiempo no apetece seguir aquí. Ni con un chocolate caliente", han agregado, al tiempo que se ha acercado otra familia conocida con peor suerte: "Ha sido bajar del autobús y ponerse a llover".