Tras diez años de trabajos, la reconstrucción del ballenero San Juan entra en su recta final y comienza la cuenta atrás para zarpar rumbo a Red Bay, donde se hundió en el siglo XVI, en un viaje que promete ser épico. Más allá de la embarcación, la gerente de Albaola, Erme Pedroso, subraya que Albaola no es un museo convencional, sino un proyecto vivo que ha contribuido a devolver a Pasaia el orgullo por su identidad marítima.
¿Cuál fue la chispa que dio lugar al nacimiento de Albaola?
La inspiración surge de una experiencia muy concreta. Xabier Agote, fundador de Albaola, descubre en uno de sus viajes internacionales, en concreto a través de la portada del National Geographic de hace exactamente 25 años, la historia del San Juan, un ballenero vasco del siglo XVI hundido en las costas de Canadá, cuya investigación lideró Parks Canada en Red Bay, Labrador. Aquello le impactó profundamente: ver cómo un país extranjero valora, estudia y protege un vestigio de nuestra historia marítima fue el detonante.

La chispa fue pensar: “Si ellos lo están rescatando, ¿por qué no nosotros?”. Pero esa visión no habría podido materializarse sin un contexto local favorable. Años después, con el impulso de Oarsoaldea y el Ayuntamiento de Pasaia, se asume que el patrimonio marítimo puede y debe ser un eje estratégico de desarrollo socioeconómico para la comarca. Es en ese cruce entre visión individual e impulso colectivo donde nace Albaola.
¿Cuál es el objetivo fundacional de Albaola?
Albaola se constituye con una misión clara: recuperar, estudiar y poner en valor el patrimonio marítimo vasco, en toda su amplitud incluido aquel que está ligado a los oficios tradicionales, la construcción naval. Pero no solo se trata de preservar: también buscamos generar conocimiento y transmitirlo, con un enfoque vivo, participativo y abierto a la sociedad.
“Albaola no es un museo convencional. No hay vitrinas: hay herramientas en uso, proyectos vivos, saberes en movimiento”
Diez años después, ¿cuál es el logro más importante?
Más que un único hito, hablaría de un conjunto de transformaciones. El primer gran logro ha sido cambiar la mirada social sobre el mar y su historia. Conceptos como patrimonio marítimo, carpintería de ribera, navegación tradicional, cultura marítima, o balleneros vascos del siglo XVI eran desconocidos para gran parte de la ciudadanía. Hoy forman parte del imaginario colectivo, gracias al trabajo constante de difusión local e internacional, y también el realizado con miles de escolares, jóvenes y escuelas.
También destacaría un cambio de paradigma en la forma de gestionar y transmitir el patrimonio. Albaola Itsas Kultur Faktoria no es un museo convencional. No hay vitrinas: hay herramientas en uso, proyectos vivos, saberes en movimiento. Creemos en una museografía activa, que pone el foco en el proceso y no solo en el objeto.
“Albaola va mucho más allá de lo económico: ha contribuido decisivamente a reconectar a la comarca con su identidad marítima, transformando la mirada sobre el mar”
Y la reconstrucción del San Juan…
Por supuesto, nuestro ballenero vasco del siglo XVI es una joya patrimonial de primer orden. Pero tan importante como el barco es el conocimiento inmaterial que hemos recuperado, lo que llamamos El legado del San Juan; desde técnicas de construcción hasta vocabulario náutico en euskera, es decir, el patrimonio inmaterial, algo por lo que empezamos a ser internacionalmente reconocidos. De hecho, acabamos de recibir en París el certificado de Buenas Prácticas de Unesco.
¿Diría que Albaola ha contribuido también al desarrollo de la comarca?
Que Albaola Itsas Kultur Faktoria es un recurso singular, con proyección internacional, que genera impactos urbanísticos, económicos y sociales es una realidad inapelable. Más allá de los datos cualitativos, es fundamental subrayar el papel de los equipamientos culturales marítimos en la transformación integral de la bahía de Pasaia. En el plano económico y urbanístico, promueven la movilidad interna, integran los distintos distritos del municipio en torno a un proyecto común y actúan como motor económico, dinamizando no solo los sectores del ocio, la cultura y el turismo, sino también la hostelería y el comercio. En el ámbito mediático y emocional, han situado a Pasaia en el mapa internacional con una imagen positiva, generando un fuerte sentimiento de orgullo y pertenencia entre la ciudadanía. Y en el terreno social y laboral, impulsan programas educativos, de inserción social y recuperación de oficios, además de contar con un sólido proyecto de voluntariado. En definitiva, la aportación de Albaola va mucho más allá de lo económico: ha contribuido decisivamente a reconectar a la comarca con su identidad marítima, transformando la mirada sobre el mar. Hoy ya no se percibe como una reliquia del pasado, sino como una oportunidad colectiva de futuro.
Hablando de situar a Pasaia en el mapa, ¿qué representa Pasaia Itsas Festibala dentro del proyecto de Albaola?
Pasaia Itsas Festibala es, sin duda, uno de nuestros mayores logros colectivos. Ha demostrado ser un potente motor de dinamización social y económica, un lugar de encuentro entre culturas marítimas y una oportunidad para mostrar, en vivo, todo lo que representa nuestro patrimonio. La ciudadanía participa, las instituciones se implican, los oficios tradicionales cobran vida y Pasaia se convierte en un escenario abierto al mundo, con embarcaciones históricas, artesanos, artistas y miles de visitantes. Y lo más emocionante es que, cuando lanzamos la primera edición, era una idea completamente desconocida. Muchos dudaban. Pero nosotros siempre tuvimos claro que Pasaia es el lugar idóneo para un evento tan singular, por su historia, su geografía y su identidad marinera. Hoy es una cita ineludible en la agenda cultural vasca.
“Lo más emocionante es que cuando lanzamos la primera edición de Pasaia Itsas Festibala era una idea completamente desconocida y muchos dudaron de la misma”
¿Qué representa el voluntariado para Albaola y qué papel juegan los voluntarios en el proyecto?
El voluntariado no es un capítulo más en la historia de Albaola, es uno de sus pilares fundamentales. Desde nuestros inicios, las personas voluntarias han estado presentes en todas las etapas del proyecto. Sería injusto no reconocer su papel esencial: participan activamente en nuestras actividades, comparten nuestros objetivos y, sobre todo, aportan una diversidad humana que enriquece enormemente nuestro trabajo. El voluntariado en Albaola no es solo colaboración, es comunidad. Es la expresión contemporánea del auzolan, esa tradición profundamente arraigada en la cultura de Gipuzkoa. Una cultura que ya aparecía documentada hace más de mil años, como lo atestigua la primera mención escrita de Ipuskoa, y que a lo largo de los siglos ha vertebrado formas colectivas de trabajo y colaboración: en los valles, en los puertos… y también en la mar. Hoy, esa energía solidaria sigue viva en quienes se acercan a Albaola movidos por el deseo de conservar y transmitir un patrimonio que nos pertenece a todas y todos. Su presencia nos recuerda que construir juntos sigue siendo posible.