Fueron más de siete meses de vida salvaje en la que mató al menos 20 ovejas y se alimentó de comida colocada por los guardas para los buitres Quebrantashuesos. Tuvo en jaque a pastores y guardas forestales de la Diputación, que no fueron capaces de darle captura. Finalmente, siete meses después de que fuese detectada su presencia por una cámara de vigilancia situada en el parque natural, apareció muerto: un perro doméstico de color negro asilvestrado, mezcla de varias razas, sin collar que pudiera identificar a su dueño y que entre febrero y septiembre de 2024 vivió una vida salvaje en el parque natural de Aralar, a unos 1.000 metros de altitud. 

Foto perro asilvestrado Aralar

Los pastores de Aralar, de nuevo con sus cabañas ganaderas en las campas de montaña, recuerdan bien aquel episodio. “Erabat gaiztotuta eta asko ikasita zegoen”, reconocen. Ni siquiera cuando ya el 14 de junio se dictó una Orden Foral para su sacrificio inminente, y pese a once días de batidas con importantes recursos y búsqueda con dron, fue posible localizarlo. 

El departamento de Equilibrio Territorial Verde que dirige Xabier Arruti ha informado a las Juntas Generales de Gipuzkoa sobre este caso, en respuesta a una solicitud parlamentaria realizada por la portavoz de Elkarrekin Podemos Miren Echeveste. El informe es revelador y alucinante también. Ni con drones pudieron dar con él. Hasta que el 2 de septiembre apareció muerto.

En el comedero de buitres

El Servicio de Fauna y Flora Silvestre de la Diputación Foral de Gipuzkoa tuvo conocimiento de que un perro doméstico estaba libre en Aralar ya a principios de febrero. El Gobierno foral observó la presencia de un perro, junto al paraje de Maldabe, junto a la chabola denominada Elordi, gracias a las imágenes obtenidas en la cámara fotográfica instalada en la zona destinada a ofrecer alimentación suplementaria durante el invierno al Quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), especie en peligro de extinción. 

Según la información proporcionada por Arruti a las Juntas Generales, “a la vista de que el perro doméstico se encontraba libre sin ningún tipo de control, y tras preguntar por su dueño en los caseríos de Amezketa (también en el Ayuntamiento) y otros pueblos de la zona, y ante la posibilidad de que pudiera suponer un peligro para el Quebrantahuesos, especie protegida, la Diputación realizó varios intentos de captura, tanto a través de guardas forestales tiradores como de trampas”. Pero el esfuerzo realizado fue “infructuoso.”

El perro estuvo alimentándose alrededor del comedero del Quebrantahuesos durante los primeros meses. La Diputación pudo comprobar a través de la cámara fotográfica que, en esos meses iniciales de febrero y marzo, a medida que pasaban las semanas, “continuaba allí”. 

Un tirador vigilando

La primera medida fue instalar un guarda forestal tirador de Diputación varias tardes en las inmediaciones de la zona de alimentación adicional para el Quebrantahuesos. Durante una semana también se instaló una jaula especial con el fin de capturar el animal vivo. “Pero todos los esfuerzos realizados no obtuvieron ningún resultado”, señala Arruti.

La situación cambió cuando en mayo los pastores subieron a Aralar con su ganado. 20 ovejas muertas y la preocupación creciente entre el colectivo de ganaderos dieron pie a que la Diputación diese un paso más.

Fue cuando se iniciaron las batidas: “Al ser un animal indómito y ante la imposibilidad de capturarlo por otros métodos, se decidió controlarlo por medio de armas”, reconoce Arruti.

Orden foral de sacrificio rápido

La Orden foral para la muerte rápida del perro salvaje se dictó el 14 de junio. Se realizaron batidas durante 11 jornadas, en horario de mañana, “rastreando el mayor espacio posible”. Participaron en ellas varios tiradores con la ayuda de inspectores. 

Los drones con cámara térmica incorporada y los equipos de búsqueda y caza no dieron con él durante once jornadas de batida

Según explica Arruti en su respuesta, “teniendo en cuenta la difícil orografía de los pastos altos de Aralar, se contrató la asistencia de una empresa con un dron para la detección aérea del animal. Al dron se le adaptó una cámara térmica. El dron de apoyo se utilizó durante tres días, pero sin obtener resultados”.

En todos los intentos realizados, “el perro no permitía el acercamiento, por lo que resultó imposible saber si tenía chip. El día de la muerte del animal, 2 de septiembre, el guarda forestal desplazado al lugar pudo comprobar que no tenía chip, por lo que no fue posible identificar a su propietario, por lo que quedó claro que carecía de tarjeta veterinaria. Se sospecha que se trató de un perro abandonado. Su cuerpo fue recogido el 3 de septiembre y se trasladó a Basabizi donde se le realizó la necropsia.

Foto perro asilvestrado Aralar Dron

Sin identificar

Arruti, en respuesta a preguntas de Podemos, señala también que al no ser posible la identificación del propietario, no se tomó ninguna medida disciplinaria y añade que tampoco se indemnizó al pastor cuyas 20 ovejas fueron cazadas por el perro, ya que éste no realizó la solicitud de indemnización ni aportó evidencia sobre la identificación de los animales.