¿En esta sociedad tan polarizada políticamente ve necesario fortalecer la independencia e imparcialidad judicial?

Creo que la independencia y la imparcialidad la mantenemos. No tengo dudas al respecto. Quizá convendría fortalecer la imagen de los jueces y magistrados, y para eso es fundamental impartir una justicia de calidad, con el máximo rigor jurídico y mejorando los tiempos de respuesta. 

¿No les afecta el ruido político?

Está muy vinculado a procesos de corrupción de quienes han desempeñado cargos políticos. Hay mucho ruido mediático, pero hay que analizar no tanto lo que los medios trasladan, que entiendo que hacéis vuestro trabajo, sino el contenido de las resoluciones que han dictado los compañeros, que son más o menos razonables. 

De modo que la culpa es de los medios…

No, la culpa no es de los medios. Y además no hablaría de culpables. A nadie le gusta estar bajo investigación judicial, pero la resonancia de los casos no hace que perdamos la independencia o imparcialidad en lo que hacemos. Además conviene recordar que las resoluciones son susceptibles de recurso. Somos funcionarios públicos y profesionales del Derecho. Es decir, actuamos sometidos a lo que dice la Constitución, el Código Penal y la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Mis pensamientos y prejuicios deben quedar fuera de mi estricta labor jurisdiccional. 

¿Qué opina del eterno compás de espera al que se vio sometida la renovación del CGPJ?

Fue una cuestión meramente política que en nada benefició a los miembros de la Carrera Judicial. 

¿Cómo se ha vivido de puertas adentro?

Pensábamos que era una cuestión que había que abordar sí o sí, que tarde o temprano iban a tener que solucionar sentándose a hablar. Es evidente que es algo que no se hizo hasta que no hubo voluntad política, una cuestión completamente ajena a nosotros. 

"Creo que para que el uso de la lengua mejore hay que adoptar criterios de flexibilidad, hay que conseguir que se quiera a la lengua"

¿Qué ocurre con el uso del euskera en la Administración de Justicia?

Que no arranca. A diferencia de otras instituciones, como puede ser Osakidetza, el uso del euskera no es habitual en la Administración de Justicia. 

¿Por qué?

Por varias cuestiones. Por un lado hay que tener en cuenta que para que se pueda celebrar un juicio íntegramente en euskera sería necesario que todos los que intervienen en el juicio no precisaran de traductor. Es decir, que tuvieran conocimiento de euskera el juez, el fiscal, el abogado de la acusación particular y el de la defensa. 

¿Y qué piensa hacer para promover su uso?

Hay un proyecto piloto, que está en marcha en la sala de gobierno del TSJPV, y que pasa porque haya una relación de jueces y magistrados dispuestos a celebrar juicios en euskera. Gipuzkoa en ese sentido está en muy buena posición, porque hay muchos compañeros que conocen la lengua. Pero claro, hay que compatibilizar esa relación de jueces con el derecho del magistrado ordinario predeterminado por la ley. 

De sus palabras parece deducirse una extraordinaria complejidad…

Bueno, una cierta complejidad, pero es algo que vamos a ver. Gipuzkoa es el territorio más euskaldun. Desde un punto de vista hablado no le veo tanta dificultad, me genera más dificultad el hecho de redactar sentencias en euskera con el nivel jurídico necesario. 

¿Qué opina de las últimas sentencias que han anulado los requisitos de perfil de euskera en OPEs de instituciones vascas?

Es una cuestión que corresponde a la jurisdicción de lo Contencioso-Administrativo, no es un orden que conozca. En todo caso, perfilar todas las plazas de una OPE es, quizá, demasiado. Habría que tener en cuenta la realidad local. No es lo mismo convocar una OPE para cubrir una plaza de policía municipal en Azpeitia, Barakaldo o Bilbao. En el primer caso puede tener sentido que el 80% de la OPE sean plazas perfiladas. Quizá en el resto de casos no. 

¿Aboga por un criterio más flexible?

Creo que hace falta. Creo que para que el uso de la lengua mejore hay que adoptar criterios de flexibilidad, hay que conseguir que se quiera a la lengua. Que no se la vea como un enemigo sino como lo que es, un mecanismo de comunicación y transmisión. Entiendo la obligatoriedad en la medida en que estamos hablando de una lengua minoritaria con el consiguiente riesgo de pérdida, pero del mismo modo hay que fomentar el amor a la lengua. Un equilibrio complejo.