Cuando se padece fibromialgia, no sólo se combate una enfermedad crónica tan invisible como dolorosa. “La incomprensión social es otro caballo de batalla, es un camino tortuoso”, asegura Aintzane Andonegi, que sabe bien de qué habla. El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) le acaba de reconocer una incapacidad permanente absoluta provocada por su enfermedad, condenando al Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) al abono del 100% de una base reguladora de 2.469,84 euros mensuales, en catorce pagas.

El fallo, qué duda cabe, es un espaldarazo. Pero la vida de esta vecina de Eibar no es la que era. Ha dado un vuelco de 180 grados: profesionalmente, porque la enfermedad le ha incapacitado, y socialmente, porque los problemas cognitivos, el insomnio crónico y la ansiedad condicionan por completo su día a día.

Andonegi, de 61 años, atiende a este periódico tras una noche en la que no ha descansado precisamente bien. Muestra, pese a todo, su determinación para poner nombre y apellidos a la enfermedad. “Me parece que le tengo que dar visibilidad. No solo es por mí sino por todas las afectadas. Ha costado muchísimo llegar hasta aquí, tener que oír muchas veces que tenemos un problema mental. Antes, hasta los propios médicos te decían que no tenías nada. Afortunadamente se van dando pasos y las cosas van cambiando”, confiesa la guipuzcoana, que ha peleado lo indecible por el reconocimiento de la enfermedad.

El padecimiento de una administrativa comercial

El TSJPV, en una sentencia firmada en enero de 2025, ratifica el fallo dado a conocer un año antes por el Juzgado de lo Social nº2 de Donostia, que reconoció la incapacidad permanente absoluta que le inhabilita a para realizar cualquier tipo de profesión.

Andonegi trabajaba en un centro de formación del municipio vizcaino de Markina. Su tarea de administrativa consistía en captar alumnos y realizar diagnósticos sobre las carencias detectadas en las empresas en esta materia. “Toda esa actividad la veo ahora muy lejana. Ha habido en mi vida un antes y un después, algo que me cuesta mucho asumir. Al año podía llegar a meter 200 horas de más, pero es que me daba igual porque estaba a gusto con lo que hacía. Trabajaba en una cooperativa, y la verdad es que tuve mucha suerte de tener alrededor gente maravillosa”, rememora.

"Ha costado muchísimo llegar hasta aquí, tener que oír muchas veces que tenemos un problema mental. Antes, hasta los propios médicos te decían que no tenías nada"

Pese a estar rodeada de personas que le comprendían, los síntomas de la enfermedad seguían su curso. “Yo ya estaba como loca. No dormía, me dolía todo y no sabía que me pasaba. Mi hermana me dijo un día que había que tomar una decisión. Fue entonces cuando empezamos a movernos. Fue durante la pandemia cuando me dieron el diagnóstico en la Clínica Universitaria de Navarra: fibromialgia de grado III”, recuerda.

Deterioro cognitivo

La sentencia recoge como hechos probados que la patología que padece la eibarresa es “de larga evolución y refractaria al tratamiento”. El dolor musculoesquelético le provoca una “astenia crónica con una severa limitación funcional”. El parte de lesiones y limitaciones es extenso. Andonegi presenta además un deterioro cognitivo “de origen multifactorial causado por su grave insomnio, por su fibromialgia, por su ansiedad y por la toma de psicofármacos”.

Un deterioro cognitivo que, según recoge el fallo judicial, afecta a su memoria, a la velocidad de procesamiento y a la capacidad de concentración y atención, “con un empeoramiento progresivo que se ve agravado por la necesaria toma de analgésicos y de psicótropos”.

La eibarresa Aintzane Andonegi posando para este periódico en un establecimiento de Lekeitio, a donde acude habitualmente a paliar los dolores provocados por la fibromialgia. Jose Mari Martinez Bubu

De ser una persona “supersociable”, dice ella, ha pasado a retraerse ante grandes concentraciones de gente, buscando el refugio en su entorno más cercano. “No me concentro en las conversaciones, se me olvida todo. Si me preguntas hace tres días, te hubiera dicho que mi vida es una puta mierda. Siento el empleo de estas palabras, pero las expreso con total sinceridad. Muchas veces me cuesta hasta que venga la familia a verme. Me veo sin fuerza, aunque afortunadamente me comprenden”, expresa con gratitud.

Trastorno adaptativo con ansiedad y depresión

La eibarresa padece a su vez, según recoge el texto judicial, un trastorno adaptativo mixto con ansiedad y depresión que “le ha llevado a un aislamiento social, familiar y laboral, con una permanente sensación de desesperanza”. Ella reconoce haber tenido suerte con los médicos que le están tratando, pero se muestra crítica con el INSS, que ordenó su reincorporación al trabajo hasta en cuatro ocasiones tras otras tantas inspecciones médicas a las que se vio sometida. “Yo no podía. Ojalá. ¡Que más quisiéramos quienes tenemos esta enfermedad que estar trabajando! El trato deja mucho que desear. Por favor, somos personas. Es como si tuviéramos que ir con el pelo y las zapatillas sucias para que nos crean, vestidas de negro y sin dormir. Es poco menos que un acoso social. Si nos llama inspección, deberíamos de ir como nos da la gana. ¿Por qué ir maquillada y con buen aspecto va a restar credibilidad?”, se rebela ella.

“Una vez que vas a inspección, ves situaciones muy duras, personas con gran invalidez. Yo no estoy en silla de ruedas y espero no llegar nunca a esa situación, pero lo que no puede ser es que te estén diciendo que tienes que presentarte de cierta manera, dando un determinado aspecto porque de lo contrario ni te van a hacer caso. He tenido cuatro inspecciones, y en las cuatro me mandaron a trabajar, cuando yo estaba que no me tenía ni en pie”, confiesa.

El contacto de la abogada navarra

Fue entonces cuando decidió dar el paso y hacerse con los servicios de un despacho de abogados. Contactó con la letrada navarra Concha Vidaurre, que previamente había conseguido ganar un caso similar de otra persona aquejada de la misma enfermedad. “Le llamé por teléfono y me advirtió que no se hacía cargo de cualquier caso. Me pidió la documentación necesaria. Yo le envíe los informes, y después de analizarlos lo vio claro y me dijo que me quería ver. Me fié de ella y fuimos adelante”. Fue una buena decisión, dice ella. 

La sentencia destaca la “extensa” documentación aportada por la letrada, entre la que figuran documentos del Centro de Salud de Eibar, de la Clínica Universitaria de Navarra, del Hospital Psiquiátrico Aita Menni de Arrasate, de la Clínica Memoria de Donostia, además de diversos informes médicos.

"Es como si tuviéramos que ir con el pelo y las zapatillas sucias para que nos crean. Es poco menos que un acoso social. Si nos llama inspección, deberíamos de ir como nos da la gana. ¿Por qué ir maquillada y con buen aspecto va a restar credibilidad?"

De toda la documentación aportada se concluye, según recoge la resolución, que Aintzane presenta un insomnio crónico con deterioro cognitivo que le afecta a la memoria y a la capacidad de atención y concentración. Señala que la perjudicada es incapaz de aprender nuevas materias y, al mismo tiempo, su velocidad de respuesta a órdenes es “muy lenta, con dificultad para la comprensión de éstas”.

Además, entre otros síntomas, el escrito judicial destaca que Aintzane ha presentado “crisis de ansiedad de repetición con conductas autoagresivas (morderse), y precisa a modo de tratamiento de tres antidepresivos y dos ansiolíticos que empeoran su deterioro cognitivo. “Ciertamente, a tenor de lo relatado, a esta juzgadora no le cabe duda de que las aptitudes físicas y psíquicas que padece son del todo incompatibles con el desempeño de su profesión habitual”, según detalla la sentencia.

El escrito no sólo alude a la tarea que Aintzane ejercía como administrativa-comercial. Reconoce la incapacidad permanente absoluta “para el desempeño de cualquier tipo de profesión, por muy liviana o sedentaria que esta sea”. Son los términos que recoge la sentencia del Juzgado de lo Social nº2 de Donostia, con fecha 8 de enero de 2024, un fallo que ha ratificado ahora el TSJPV.

"Hay gente que no puede pedir un préstamo"

“Me da muchísima rabia que, teniendo esos mismos informes, el INNS recurra siempre por sistema. Hay gente que no se puede permitir pedir un préstamo para hacerse con los servicios de un abogado. ¿Qué pasa con todas esas personas? Se quedan en la calle, sin trabajo y con dolor, y sin cobrar un sueldo”, denuncia la eibarresa.

No ve justo que teniendo sobre la mesa esos mismos informes “demoledores y firmados por un montón de médicos y especialistas”, el INNS interponga habitualmente recurso. “Ya vale. Es un horror, estamos siempre con la espada de damocles, sabiendo además que la justicia tarda lo que tarda. Desde la sentencia del juzgado de lo social ha transcurrido un año hasta que ha llegado la del TSJPV, sin saber cuál iba a ser el fallo, sin saber qué iba a ser de mi vida. Es muy duro”, admite.

"Me da muchísima rabia que, teniendo esos mismos informes, el INNS recurra siempre por sistema. Hay gente que no se puede permitir pedir un préstamo para hacerse con los servicios de un abogado"

Aintzane ha recuperado ahora una relativa calma tras el pronunciamiento del TSJPV, aunque sabe que la resolución es revisable en el plazo de dos años desde que obtuvo la primera incapacidad -enero de 2024-, por lo que podría darse el caso de que el año que viene el INNS volviera a llamarle para reincorporarse a su puesto de trabajo. “La abogada me ha dicho que después de haber pasado por un tribunal de justicia, y tras expresarse en los términos en los que se ha expresado, es poco probable que se de una situación así, aunque ya me ha advertido que está viendo de todo. Por el momento tengo un año para estar más tranquila”, señala la mujer, que no descuida su medicación, otro de los grandes cambios operados en su vida en los últimos años.

Aintzane, que ha sido de siempre una “marihierbas” poco amiga de las pastillas, se ve ahora en una situación inimaginable en otro tiempo. “Estoy tomando dosis muy fuertes de un montón de medicación, y tengo también el diagnóstico de diferentes patologías, ¿pero qué haces con todo ello?”, se pregunta. Confiesa que necesitaba compartir su situación con otras personas que pudieran estar atravesando el mismo calvario, y fue entonces cuando supo de Bizi Bide.

Es la Asociación guipuzcoana de Fibromialgia, Encefalomielitis Miálgica-Síndrome de Fatiga Crónica, Sensibilidad Química Múltiple y Electrohipersensibilidad. “Están haciendo un gran trabajo con todas nosotras, ya que el 90% de las afectadas somos mujeres. Esta asociación es una gozada. Te brinda la oportunidad de estar con personas que están como tú, algunas mejor, otras peor. Me ayudaron un montón, y lo siguen haciendo”, agradece.