La heroína barría a jóvenes de toda una generación. Los efectos del sida eran devastadores, y se registraban además reiterados episodios de delincuencia en las calles. Los 80 no fueron años fáciles, y la Diócesis de Donostia se planteó la posibilidad de crear un proyecto dirigido a personas drogodependientes y sus familias, uno de los sectores más marginados y menos atendidos en aquel momento.
Por iniciativa de José María Setién, obispo de Donostia en aquella época, y de Iñaki Aldabalde, un donostiarra volcado en cuerpo y alma a combatir las drogas, se importó un programa terapéutico que se había puesto en marcha unos años atrás en Roma. Fue entonces cuando se constituyó ante notario la fundación Izan, que el 4 de febrero de 1985 iba a alumbrar el programa Proyecto Hombre Gipuzkoa.
Casi 10.000 personas han sido atendidas por esta organización en sus 40 años de historia. Con motivo de este aniversario hablamos con Izaskun Sasieta, la cuarta directora de la entidad, un cargo que ocupa desde hace más de dos décadas. “Por aquel entonces había mucha alarma social, ya que el consumo de heroína llevaba a la delincuencia. Nos han llegado a contar usuarios que por aquella época se disponían a ir a robar a una caja de ahorros y se encontraban con la sorpresa de que otros ya lo habían hecho antes”.
“Nos ha costado mucho quitarnos el estigma del yonki, ese temor que tenía la gente a venir al programa por establecer esa asociación"
A la epidemia de la heroína se sumó la irrupción del sida, un drama que acabó desplazándose a los cementerios. Cada semana se celebraba un funeral, algo que, irremediablemente, acabó marcando a Proyecto Hombre. “Nos ha costado mucho quitarnos el estigma del yonki, ese temor que tenía la gente a venir al programa por establecer esa asociación. Es algo que ha pesado mucho y creo que todavía más a las mujeres”, sostiene la directora de programas de fundación Izan, entidad que cuenta con 67 personas en plantilla, además del personal del servicio subcontratado para cubrir el turno de noches y el trabajo de 32 voluntarios.
En su opinión, el rol de género que tradicionalmente les ha impulsado a cuidar más de los demás que de sí mismas ha provocado que las mujeres tarden más en pedir ayuda cuando se trata de una adicción, “sobre todo con el alcohol”, el principal caballo de batalla. Lo cierto es que cuarenta años después, la guerra de la heroína ha terminado y “las cosas han cambiado”.
El consumo de drogas abre ahora otras batallas
El consumo de drogas abre otras batallas y el estereotipo de la persona adicta que tiene una vida totalmente desestructurada hace años que fue superado por la realidad. Las personas con problemas de adicción pueden ser "desde deportistas a concejales", una realidad cambiante ante la cual Proyecto Hombre ha sabido ir acomodando sus diferentes programas para atender a las necesidades.
Por esta organización pasan presos de Martutene, personas de vida de calle y profesionales al frente de sus propios negocios. Las adicciones no hacen distinciones de clase. “Ahora la droga principal es el alcohol, legalizada y muy asumida en la sociedad. Toda celebración pasa por su consumo, y no existe una alarma social a pesar de sus consecuencias”, advierte Sasieta.
"Ahora la droga principal es el alcohol, legalizada y muy asumida en la sociedad. Toda celebración pasa por su consumo, y no existe una alarma social a pesar de sus consecuencias"
La entidad cuenta con un programa que aborda la problemática específica del consumo del alcohol, que frecuentemente lleva a consumir otras sustancias. En la lista figuran la cocaína, el speed y el cannabis. Buena parte de los 498 usuarios atendidos actualmente -407 hombres y 91 mujeres- son policonsumidores. La responsable destaca que las adicciones comportamentales -"sin sustancia"- como son el juego o las compras compulsivas a través de Internet, están cada vez presentes, como un fiel reflejo de los tiempos que corren.
En algunos casos todo ello deriva en una enfermedad mental, una de las grandes diferencias con otras épocas. “Cada vez nos llegan más usuarios dañados a nivel psíquico. Antes prevalecía la enfermedad física, pero ahora en cambio vemos que cada vez hay más patología mental. No sabemos si es primero el huevo o la gallina. Es decir, si esa enfermedad estaba latente y el hecho de consumir la ha despertado; o es más bien el abuso de las drogas la que ha llevado a esa enfermedad”, reflexiona Sasieta, al frente de una organización con un sistema de funcionamiento autónomo, que pertenece a la Confederación de Entidades para la atención a las Adicciones, un punto de encuentro para fundaciones de distintas comunidades autónomas.
Dentro del amplio abanico de programas con los que cuenta la organización está precisamente el llamado Eraiki, que atiende a personas que además de presentar una problemática importante de adicción a sustancias muestran “una fuerte afección en su psiquismo” que les impide llevar una vida más autónoma.
Varias puertas de entrada
Pero Proyecto Hombre tiene en realidad varias puertas de entrada. La entrevista tiene lugar en la Calzada Vieja de Ategorrieta, donde se ubica el centro de acogida Ulia-Enea, el mismo que fue inaguruado el 4 de febrero de 1985. A la entrada se pueden ver a usuarios de diferente perfil, algunos de los cuales acuden a su primera entrevista. Otros son más veteranos. En función de su situación, son derivados a los diferentes recursos. “Todo depende de la mochila que traigan a cuestas: si vienen solos, acompañados, con trabajo o sin él. Si viven en la calle, o son autónomos manteniendo a su familia. Hacemos una valoración de todo ello y les derivamos a uno u otro servicio”, detalla Sasieta.
El encuentro tiene lugar en el centro en el que se ofrece “el programa tradicional”, al que acuden personas que por lo general arrastran muchos años de consumo y no cuentan con una apoyo familiar por diferentes circunstancias. “También vienen aquí personas a las que estando en el centro penitenciario de Martutene se les suspende la condena para que estén con nosotros y sigan el programa”, explica Sasieta.
Durante la mañana acuden al centro otros usuarios con problemas de consumos que carecen de respaldo y por la noche son atendidos por la congregación religiosa de los padres pavonianos. “Trabajamos la motivación, porque es habitual que en un principio se propongan cambiar su vida, pero para ello es necesario dejar muchas cosas al margen. Aquí hay una normativa que cumplir. No puedes traer alcohol ni ninguna droga. Tratamos de estructurar la vida de cada uno, con rutinas y nuevos hábitos. Tratando de hacerles ver la importancia de cuidar su alimentación y de tomar la medicación pautada”, expone a modo de ejemplo.
Fase terapéutica y reinserción
Esta primera fase suele prolongarse por espacio de tres meses. Cuando la persona usuaria advierte, efectivamente, la necesidad del cambio, llega la fase terapéutica, que se sigue en el centro San Millán de Lasao, en Zestoa. “Le damos mucha importancia al trabajo familiar, a intentar recuperar lazos familiares. En esta etapa es necesario un trabajo muy profundo y personal, mirar muy hacia adentro”, subraya la directora. Transcurrido un año, dependiendo del proceso de cada uno, se llega así a la fase de reinserción social, en la que se va retomando la formación y la búsqueda de empleo.
No es, desde luego, un cambio de un día para otro. Como todo en la vida, hace falta constancia. Son conscientes también de ello los usuarios atendidos en el Centro de Día de Hernani. Siguen este mismo proceso que incluye las tres fases orientadas a la reinserción, aunque en este caso se trata de un perfil más joven y con red familiar, por lo que duermen en sus hogares.
“En ocasiones hay recaídas, e incluso a veces es bueno que las haya en determinados momentos porque les hacen ver al usuario la entidad del problema y por qué han llegado a esa situación”. Reconoce Sasieta que pueden producirse cuando se está a punto de dar el paso a la reinserción. Consumos que pueden estar provocados por el propio miedo al cambio.
“Cada uno va a aprendiendo durante todo el proceso qué es lo que le puede dañar, pero todos somos humanos. Una vez que acaban el proceso siempre les decimos que seguimos aquí, porque pueden ocurrir muchas cosas: una separación o una situación muy tensa en el trabajo”. Situaciones ante las cuales las personas usuarias que han pasado por los diferentes programas de la organización siempre tienen las puertas abiertas para poder concertar una cita con su terapeuta de referencia para abordar el problema.