El Santuario de Aralar cuenta ya con unas nuevas puertas, réplica de las que fueron quemadas en un acto vandálico hace ocho meses, que han sido colocadas y abiertas a toda la ciudadanía en un acto cargado de simbolismo y solidaridad.
Tal y como salieron este pasado lunes desde la factoría Albaola de Pasaia donde han sido construidas de forma artesanal, las puertas han llegado transportadas en un carro tirado por bueyes y amparadas por una réplica del propio relicario de San Miguel de Aralar que atesora el santuario que protegerán a partir de hoy.
Recibidas con aplausos por las decenas de personas que aguardaban entre la niebla y por el tañido de la campana del santuario, han sido colocadas por personal del taller de construcción naval artesanal que las ha construido con madera de la comarca navarra de Sakana y de forma altruista.
86,5 kilómetros
El acto ha sido el punto final de una peregrinación de más de 86,5 kilómetros que ha atravesado 21 localidades de Gipuzkoa y Navarra y comenzó este lunes 9 de junio en Pasaia, y ha continuado a lo largo de 7 etapas en las que el carro con las puertas ha estado acompañado de txistularis, bertsolaris y expresiones de devoción popular que evocan antiguas formas de peregrinación y vínculo con el territorio.
El presidente de Albaola Factoría Marítima, Xabier Agote, ha formalizado la entrega de las puertas al capellán del Santuario, Alfonso Garciandía, y ambos han explicado a los presentes los detalles de la iniciativa.
Poco después, ya en el interior del templo, su anterior capellán y hoy obispo de Palencia, Mikel Garciandía, ha celebrado una misa tras la que se ha bendecido tanto la Ermita de la Trinidad, recientemente restaurada, como las nuevas puertas del Santuario.
"Puertas para un mundo nuevo"
El Arzobispado de Pamplona ha explicado en una nota que el acto se enmarca dentro del proyecto "Puertas para un mundo nuevo/ Mundu berri baterako ateak", una iniciativa que convierte el ataque vandálico sufrido por la puerta del Santuario de San Miguel de Aralar en octubre de 2024 en una respuesta colectiva.
"Lejos de limitarse a una mera reparación material, la propuesta se erige como un gesto de memoria, agradecimiento y construcción simbólica, reivindicando valores como la tolerancia, el respeto y el auzolan, esa forma tradicional de colaboración desinteresada al servicio del bien común"