Además de ser uno de los once veterinarios rurales que ejercen en Gipuzkoa y de participar en diferentes labores oficiales de control animal, Marcos Mozos es el veterinario de las plazas de toros de Donostia y de Azpeitia. En esta última, el pasado verano le tocó vivir un episodio excepcional: asistió al primer indulto de un toro en los 120 años de historia de la plaza. “Fue un hecho histórico y al principio no me lo creía”, afirma.
En los espectáculos taurinos se contempla que, si un animal es “muy bueno, bravo y noble”, el público puede solicitar su indulto. “No puede indultarse cualquier toro porque entonces se desprestigiaría la plaza y, además, es algo emocional, no se puede cuantificar. Si el ganadero está de acuerdo con la decisión, que normalmente es así aunque sea solo por el marketing, se le permite conservar al animal para mantener su gen”, explica.
De este modo, tras la aclamación popular, el visto bueno del ganadero y la aprobación del presidente de la plaza, se decidió indultar al toro. “Iba viendo como se calentaba la plaza y ya me veía curando al toro”, apunta Marcos entre risas. Minutos después, efectivamente, tuvo que curar al animal. “Estaba con infección, fiebre y estrés, así que le hice una cura de urgencia. Le saqué las seis banderillas que tenía clavadas, le cure todo y le puse antibióticos. A la noche se cargó en el camión y se marchó a su finca en Portugal. Una semana después, ya estaba de semental”, cuenta con una sonrisa.