Elecciones en la UPV. La burbuja ha celebrado elecciones con dos candidaturas cuyos programas apenas diferían. Dos debates con deportividad. Ambos solicitaban más presupuesto para administrarlo a su manera, con más precarios entre sus amigos y allegados para luego consolidarlos y, en el caso de la candidata, la exigencia de rebajar el precio de las matrículas, cesión al populismo. No en vano, los alumnos también votan, aunque finalicen sus estudios ignorando los conceptos más básicos de la organización universitaria y del coste, siquiera aproximado, de sus títulos, imposible de compensarlo con el abono de las matrículas. Más erario público.
Casi nadie conoce las competencias del rector, decano o jefe del departamento, por ejemplo. Ignoran el vidrioso sistema de acceso a la carrera universitaria e incluso su condición de funcionarios públicos, pero con un régimen laboral mucho más laxo en lo que a disciplina, productividad, horarios y vacaciones se refiere.
La universidad no es el templo de la Ciencia y la Cultura. Es una expenduría de títulos oficiales y un mercadillo de másteres que capacitan a la mayoría de los egresados para obtener un puesto de trabajo. Nada más. Una burbuja que vive de espaldas a la sociedad, dedicada a publicar en revistas de impacto. Tal vez deba de ser así.
Tengo documentada la primera puñalada trapera que asestaron dos profesores de la recién creada Escuela de Veterinaria, Malats y Estevez, al tercero, Bernardo Rodríguez, para eliminarle de la dirección en 1780. Luego, los dos primeros también se enfadarían entre ellos.
Y esa tónica de agravios, envidias, escarnios y desprestigios al profesor que destaca en prestigio, proyección pública y empatía con el alumnado se ha mantenido hasta ahora en todas las universidades, hasta llegar al uso de una cuenta falsa en X, como hacen Putin y la extrema derecha, por parte de un postulante a vicerrector fulminado de la plancha, obviamente. ¡Qué nivel! Más tiempo tendrá para estudiar Virología de cara a la próxima pandemia.
El rector Bengoetxea que, evidentemente, no era el candidato gubernamental, expresaba su júbilo puño cerrado en alto. Felicitación de la perdedora al indiscutible ganador. Transparencia en el proceso. Otro aviso a navegantes.
Consummatum est
El partido político mayoritario, por el momento, en Euskadi, ha ofrecido un ejemplo universal de lo que se entiende por democracia partidaria interna si a la nota desinformativa filtrada a fuentes nos atenemos.
Hubo contraste de ideas y debates estratégicos, a calzón y tanga quitados, con elevada participación que, servirán para diseñar proyectos que se transformarán en programas que, finalmente, las personas más capacitadas ejecutarán en los próximos treinta años. Si les votan, claro.
Objetivo alcanzado, con unánimes resultados, listas de integración, aderezadas con decimonónica cortesía para con los adversarios, todos convencidos, compartiendo mesa, mantel y condumio. Y transparencia máxima del número de participantes y resultados por mesas electorales, sin olvidar la consabida paridad.
Vuelve la tranquilidad entre las familias de las ejecutivas, con la inclusión en la nómina de un par de allegados postizos para que se entretengan sirviendo el café y haciendo los recados, cual si, de un centro de día al uso, se tratara. El reparto de la herencia, entre los de siempre. Betikoak. Y nosotros, los tontitos del haba, de vuelta al parque, a jugar con el arito y los columpios. Como en el casino, la casa siempre gana.
Ya lo advertimos hace unas semanas. Lampedusiana doctrina estricta. “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.
Antrax
El cuarto caso diagnosticado en Extremadura en ovejas sirve de excusa para dedicar unas líneas divulgativas a la carbuncosis, mientras vacunan al ganado.
El Bacillus anthracis se considera la primera bacteria patógena descrita y sus consecuencias, el ántrax o carbunco bacteridiano, están siempre de actualidad por lo que a la guerra biológica se refiere. Afecta a personas y animales.
La primera de las vacunas atenuadas que desarrolló Louis Pasteur fue la del ántrax y su reconocimiento internacional le llegaría por el conocido como, “duelo científico de Poully-le-Fort”, anecdótico episodio de la Historia de la Ciencia.
El veterinario Hippolyte Rossignol, era negacionista. No se creía la eficacia de la vacuna y desafió a Pasteur a demostrarla en público. El padre de la leche pasteurizada y la vacuna contra la rabia, entre otras cosas, recogió el guante. Estaba en juego la credibilidad de sus vacunas de laboratorio que, desde entonces, han salvado cientos de millones de vidas.
En mayo de 1881, medio pueblo, investigadores, ganaderos y hasta periodistas extranjeros acudieron a presenciar la batalla científica. También estuvo el veterinario catalán Joan Arderius y Banjol, un tipo célebre y un gran profesional que, a sus 40 años, ya había sido director del primer periódico federal de España, El Ampurdanés, había abierto la primera carnicería de carne de caballo del país y había conspirado para echar a patadas del trono a la reina Isabel II de Borbón en la Revolución de 1868.
El duelo transcurrió como una partida de ajedrez con seres vivos. La Sociedad de Agricultura local puso las piezas (60 animales) y Rossignol puso el tablero, su finca en Pouilly-le-Fort, cerca de París. Pasteur inoculó su vacuna atenuada a 24 carneros, seis vacas y una cabra. Las piezas de Rossignol eran 21 carneros y una cabra sin vacunar. Durante días pastaron en los llamados “campos malditos”, terrenos preñados de esporas venenosas procedentes de cadáveres, allí enterrados, de animales carbuncosos.
El ganado de Pasteur sobrevivió, pero el de Rossignol sufrió una escabechina. Todas sus reses murieron.
Hoy domingo
Pochas de Abarzuza. Gallo a la meuniere. Manzana asada. Tinto crianza Señora de las Alturas, de Viña Zorzal de Corella. Agua del Añarbe. Café y petit fours.