Por las noches, cuando entra a la habitación para bajar la persiana, un día sí y otro también, las ve campar a sus anchas. No se trata de una, ni de dos. “Es una auténtica pasada. Las ratas empiezan a salir hacia las ocho y media de la tarde y ya por la noche te quedas de piedra”. Gloria convive a su pesar con los dichosos roedores que parecen multiplicarse en la avenida Pasajes de San Pedro del barrio donostiarra de Bidebieta, en la muga con el distrito pasaiatarra de Trintxerpe
A diario sube las escaleras que dan a los bloques 25 al 39 de esta vía, donde reside, frente a la rotonda del ancla del escultor Ricardo Ugarte. Por esos mismos peldaños ve haciendo de las suyas a los mamíferos de hocico y larga cola. Gloria no es la única en lidiar con una estampa tan desagradable como cotidiana. Le acompaña Ana, una vecina que hace un alto en el camino con el carrito de bebé.
Esta mujer, en su trayecto habitual a un comercio cercano, está cansada de ver más cerca de lo que quisiera el pelaje gris oscuro y las orejas tiesas de los roedores. “No se cortan ni media, llegan a pasarte por los pies. Son ratas de un tamaño importante, es horroroso”, confiesa.
Se estima que hay del orden de 20 millones de ratas en el Estado, unos cuatro roedores por cada diez habitantes
En un vídeo grabado esta pasada semana frente a la casa de Gloria y Ana y que ha sido difundido a través de las redes sociales puede verse el rabioso movimiento de una veintena de ejemplares que, con sus patas cortas, van de aquí para allá husmeando en torno a restos de basura y maderas. “¡Mira todo lo que hay! ¡Qué pasada!!”, se escucha al vecino que toma las imágenes. Con todo, Gloria asegura que durante el verano la población de individuos fue incluso mayor. “Mis ventanas dan hacia la carretera, donde está el container, y por las noches ha sido una vergüenza. Lo peor es que a pesar de las campañas de desratización, dentro de dos meses estamos en las mismas. Creo que deberían tirar todo esto”, dice señalando al murete que hay frente a su casa, de un metro de altura y unos cien metros de longitud, el mismo que separa el bidegorri de la carretera de salida desde Trintxerpe hacia Bidebieta.
“Es vergonzoso”
Las ratas, como se aprecia en el vídeo, salen de ese espacio de unos cinco metros de ancho cubierto de tierra y arbustos. “Tendrían que tirar todo eso porque se ve que están todas ahí abajo”, dice Ana. “Las ratas campan a sus anchas. Han llegado a subir por las escaleras, atravesar nuestro patio y salir por el otro lado. Eso lo he visto yo. Es vergonzoso”, denuncia Gloria.
La indeseable presencia de estos roedores ha desatado la indignación de vecinos de diferentes puntos de Donostialdea que se han puesto en contacto con este periódico para trasladar su malestar. No sólo se trata de la Avenida Pasajes de San Pedro. Otros focos calientes se sitúan en Amara, Intxaurrondo y Loiola. “Hay muchísimas ratas por la zona de las basuras. Al abrir el contenedor marrón las vemos ahí dentro”, asegura Iñigo Fuentes, presidente de la comunidad de vecinos del número 68 de la calle Sierra de Aralar, en el barrio donostiarra de Loiola.
Miles de toneladas de basura recorren al año el subsuelo de Loiola y Riberas. Mientras en otros barrios de la ciudad el paisaje muestra contenedores cada pocos metros, en estos dos puntos de la capital les sustituyen 120 buzones por los que los residuos de fracción orgánica y resto son transportados de forma neumática hasta una central de recogida situada en el paseo Zorroaga.
“Abres el contenedor marrón y las ratas están ahí dentro comiendo todo lo que pillan”
Un sistema, sobre el papel, limpio y rápido. A juzgar por el testimonio de los vecinos, los hechos ponen en cuestión, al menos, el primero de los adjetivos. “El sistema de recogida de basura es a través de algo así como un tubo que va hacia arriba. Tu abres la puerta y se supone que succiona y se lleva los restos. Pues bien, las ratas están ahí, dentro del contenedor. Me imagino que se dedicarán a comer todo lo que pillan. ¿Qué cómo es posible que estén ahí dentro si se trata de un tubo estanco? Pues no tenemos ni idea. No lo entendemos”, señala Fuentes, que facilita a este periódico algunos de los escritos remitidos al Ayuntamiento.
Madrigueras en el pequeño jardín
En una de las cartas, una vecina del número 68 de la calle Sierra de Aralar explica que justo delante de su portal tiene 3 contenedores de basura de sistema hidráulico. Desde hace tiempo, según detalla, han detectado varias madrigueras en el pequeño jardín que separa el portal del lugar donde se depositan los desperdicios. “Dos de los contenedores suelen estar completamente rodeados de excrementos de rata. Estoy convencida de que han conseguido acceder al interior de los conductos de la basura y uno de ellos es de orgánico”, señala la mujer.
“Sé que la semana pasada o la anterior el departamento correspondiente atendió la queja de otro vecino de mi comunidad y echaron veneno en las madrigueras y taparon algunas de ellas. La verdad es que no ha surtido el efecto deseado ya que han vuelto a abrirlas y las ratas siguen merodeando a sus anchas por el jardín y la basura. Agradecería, pues, que vuelvan a pasarse quienes se estén ocupando de esta plaga e insistir hasta conseguir terminar con ellas”, reclama.
“No se cortan ni media, llegan a pasarte por los pies. Son ratas de un tamaño importante, es horroroso”
No es, desde luego, un problema exclusivo de la capital guipuzcoana. Ciudades de todo el mundo se enfrentan a este tipo de plagas que en verano llegaron a acaparar titulares en París durante los Juegos Olímpicos. Se estima que hay del orden de 20 millones de ratas en el Estado, unos cuatro roedores por cada diez habitantes, que han llegado a suponer un serio contratiempo en ciudades como Vigo, Getafe y Talavera de la Reina.
Contabilizar el número de ratas en Donostia no es tarea fácil. A finales del año pasado, desde la dirección municipal de Salud aludían a medio millón de roedores, estimación basada en estudios generales realizados en otras latitudes. Algo que, en cualquier caso, obliga a poner en marcha campañas de desratización y a aumentar la vigilancia allá donde la presencia es más notable.
Se trata de paso que acaba de dar el Ayuntamiento de Donostia en la avenida Pasajes de San Pedro. Tras las quejas vecinales, operarios han iniciado trabajos de saneamiento, como puede apreciarse en dos carteles colocados estos días en los arbustos frente al bidegorri, en los que se ve impresa la silueta de una rata junto al lema Vigilancia y control de plagas.
“Lo peor es que a pesar de las campañas de desratización, dentro de dos meses estamos en las mismas”
“El problema es que echan el producto y vuelven otra vez. Esto es pan para hoy y hambre para mañana. Echan el producto, las matan, pero a los dos meses salen de nuevo. Y llevamos así por lo menos tres o cuatro años”, denuncian las vecinas, que insisten en que lo más adecuado sería eliminar el montículo ajardinado.
“Ya no es que aparezcan puntualmente, es que suben y bajan. Hay pequeñitas y otras bien grandes y gordas. Es vergonzoso”, se indigna Gloria. “Al del garaje de al lado de casa le suelo decir que cierre bien la puerta y que la selle para asegurarse de que no entran por la noche”. Ana le mira con cierta cara de desagrado. “Es horroroso, y es que además también andan niños por la zona. Ves las imágenes y dices: ¿pero en qué condiciones vivimos? ¿Qué es esto? ¡Qué puñetero asco!”, se desahoga la mujer.