La angula, ese manjar de marcada tradición en la gastronomía vasca, pero cada vez más inalcanzable para la mayoría de los bolsillos, ha estado en el punto de mira durante este verano. Y no por el precio –a buen seguro astronómico– que alcanzará en el invierno, su época de esplendor, cuando empiece a asomar con cuentagotas por las pescaderías más selectas. Lo que está sobre la mesa de debate es su propio futuro.

Especies Amenazadas

Y es que el grupo ecologista Eguzki ha solicitado al Ministerio de Transición Ecológica del Gobierno español su inclusión en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y el Catálogo de Especies Amenazadas. Una medida con la que discrepa la Asociación de Anguleros de Euskadi, que aboga por la implementación de fórmulas que permitan la recuperación de una pesca que ha ido perdiendo peso en los últimos años, hasta llegar a estar vedada en la campaña 2023-24.

Garikoitz Plazaola, junto al río Oria Javier Colmenero

Esa medida vino como consecuencia de la prohibición por parte de la Unión Europea de la pesca recreativa de la angula, catalogación que se le daba a la que se venía realizando tradicionalmente en los ríos de Bizkaia y Gipuzkoa. El decreto de profesionalización de esta actividad, aprobado el pasado 18 de junio por el Gobierno Vasco, viene a regular una actividad que genera controversia.

Para Eguzki, se trata de “burlar” la prohibición europea. “Es hacerse trampas al solitario, porque estas personas que están empecinadas en que tienen que pescar angulas todos los años quizás en algún momento no lo puedan hacer porque la especie está en una situación muy crítica”, añade Garikoitz Plazaola, representante de este colectivo ecologista. “Profesionalizar una actividad que se hace dos meses al año y con las cantidades que se declaran... No sé si tiene mucho sentido. Y si miramos los motivos ambientales y la situación de la especie no tendría ninguno”, argumenta.

Para dimensionar el declive que sufre el volumen de angula en el planeta, expone un dato: “De cada cien larvas que llegaban aquí desde el Mar de los Sargazos hace 50 años, en la actualidad solo lo hacen 8,8. Y al Mar del Norte no llega ni una de cada 100, están en 0,4. Por tanto, cuando aquí creemos que hay cierta abundancia, es un espejismo”.

Para Iñaki Bedoya, secretario de las Asociación de Anguleros de Euskadi, lo que hace Eguzki es “hacer ruido”. Él, que practica la pesca del alevín de la anguila en Bizkaia, concretamente en el río Butrón, esgrime otros números “incontestables” a su juicio: “En Francia, que está ahí al lado, en el 2010 un pescador que tenía para pescar 170 kilos de angula, tardaba 100 días en capturarlos. En el 2016, estos 170 kilos tardaba 70 días en lograrlo. En el 2023, los mismos 170 kilos ha tardado 22 días”.

Plato de angulas Josema Azpeitia

Controles estrictos

Teniendo en cuenta que “desde el norte de África hasta el norte de Europa, el stock de la especie es único, son las mismas angulas”, Bedoya plantea los motivos por los que en Francia las capturas van al alza: “Allí hacen lo que nosotros llevamos años pidiendo. Primero, un control exhaustivo de la pesca de la angula. Una trazabilidad perfecta desde el momento en el que se mete el cedazo en el agua hasta la captura de esa angula, ya sea para comercializar o para repoblar. Segundo, un control estricto contra el furtivismo. Este año en Euskadi no se ha podido pescar, pero ha habido furtivos que se han anunciado en páginas web vendiendo angulas. Nosotros lo hemos denunciado. Los ecologistas, no. Tercero, y ahí está el quid de la cuestión, lo que en Francia llevan haciendo muchos años: la repoblación”.

Problema

Esta última fórmula se encuentra en Euskadi con un grave problema: la proliferación de saltos de agua en los ríos que desembocan en el Cantábrico. “Más de 700”, según Bedoya, quien entiende que “la Administración no puede actuar sobre todos ellos”. Por ello, la Asociación de Anguleros reclama que haya una migración asistida: “Las pescamos abajo, pasamos todo esos saltos de agua que hay y las dejamos en la parte de arriba para que maduren y se reproduzcan. Es lo que está haciendo Francia y está teniendo resultados”.

Desde Eguzki, Plazaola reconoce que “la pesca no es la única causa” para explicar la situación de la angula. Además de los citados saltos de agua, alude a “la contaminación de los ríos o el calentamiento de la temperatura del agua del río”. No obstante, “estos factores no tienen una consecuencia tan instantánea” sobre el volumen de la especie. “En el caso de la pesca, el efecto es drástico”, dice. Bedoya, en cambio, relativiza su influencia: “Europa dice que el 10% de la mortalidad de la angula es producida por la pesca”.

Plazaola se reafirma en la necesidad de una parada total de la pesca en la angula en este momento, aunque aceptaría que fuera temporal “y que sean los científicos los que determinen cuándo volver a permitir la pesca y en qué cantidades”. Bedoya replica que “si hay que parar, esta asociación es la primera en acatarlo, pero con toda Europa, no lo absurdo de parar nosotros y el resto no”. Confía en que el decreto de profesionalización del Gobierno Vasco ayude a establecer un control, porque “somos los primeros que queremos proteger la angula. Es nuestra razón de ser”.