Reconoce estar “muy cansada” de la situación. Antes de apuntarse a la autoescuela ya le habían advertido de que había una larga lista de espera, pero ni por asomo imaginaba el panorama actual. “Visto lo visto, una amiga suele decir que a este paso va a ser más fácil sacarse dos carreras de Medicina siendo de letras que el carné de conducir”. Ana Larrea, de 18 años, tira de ironía para sobrellevar como puede un compás de espera “interminable”.
En enero superó la prueba teórica, y tuvo que esperar hasta marzo para comenzar con las clases de preparación del práctico. “Había tanta gente esperando al examen que no había posibilidad de acceder. Ahora que estoy dentro, no me quiero ni imaginar que suspenda, porque de seguir las cosas toca esperar hasta septiembre”.
Esta joven pasaitarra, que lleva casi veinte clases prácticas, reconoce que obtener el permiso no es ningún capricho. “Somos muchas personas las que necesitamos el carné”, advierte la joven, estudiante de un ciclo Formativo de Grado Superior de Integración Social. Explica que para hacer las prácticas de la formación que está recibiendo necesita desplazarse a lugares poco accesibles donde habitan colectivos vulnerables. “Para ir a esas zonas te piden disponer del carné. Directamente, no puedes hacer las prácticas si no lo tienes”, remarca.
Entre los 4.600 alumnos que están esperando cita de examen en Gipuzkoa hay muchos jóvenes como ella, que ya están mirando al verano y a la posibilidad de trabajar. “Vivo en Pasajes San Juan, y sólo disponemos de un autobús que no accede a muchos lugares. El carné es imprescindible si quiero buscar cualquier trabajo”, insiste la joven.
"Sin un horizonte claro"
Ane continúa yendo todas las semanas a clase en la autoescuela, pero no sabe si lo seguirá haciendo durante mucho tiempo más. “Soy consciente de que en nada voy a tener que dejarlo, porque al final es un dinero que estoy gastando sin tener un horizonte claro. Pasa el tiempo y se pierde la práctica. No hay una continuidad”, lamenta.
Cuarenta alumnos examinados al día en Gipuzkoa es una cifra exigua. “Son muy pocos exámenes, uno al inicio de mes y otro a finales. No es suficiente para responder a tanta demanda. Entre los alumnos que hay esperando, el parón que ha habido y quienes suspenden, es increíble la lista de personas que estamos pendientes del examen de conducir”, dice sorprendida.
Iraia Barrero es otra de ellas. Atiende a este periódico nada más bajarse del coche de la autoescuela, donde sigue las clases prácticas. Después de numerosos retrasos, su fecha de examen está marcada el día 22 de este mes. “La cola de espera es enorme, esto es un coñazo”, expresa gráficamente. “Hay semanas que me he saltado porque no puedes estar pagando tanto dinero”.
Esta vecina de Pasai Donibane, de 18 años, también ha podido comprobar que el carné se antoja vital si quiere dar el salto al mundo laboral. “Hablé con los de Mercadona y me dijeron que primero me saque el permiso, y que después les llamara de nuevo”. Su mirada está puesta en el día 22, y al igual que Ane, no quiere pensar en la posibilidad de suspender.
“Nos iríamos hasta septiembre. La verdad es que la gente anda desmotivada, venga estudiar para nada. Hay quien lo acaba dejando”, confiesa Barrero.