La creciente sensibilidad que muestra la sociedad guipuzcoana a la hora de denunciar cualquier expresión de violencia es la "parte positiva" de una realidad que también ofrece otra cara más preocupante, como es la cultura de la violencia tan presente a todos los niveles, que parece permear entre los más jóvenes, y que ha alcanzado su mayor expresión estos días, tras la muerte de una mujer en Castro Urdiales por la que han sido detenidos sus dos hijos. “Es una violencia asimilada por los menores. Es muy necesario seguir educando a los jóvenes en valores, en la no violencia”, defiende Mercedes Bautista, teniente fiscal y delegada de Menores y Cooperación Internacional en la Fiscalía de Gipuzkoa.

Los centros escolares y el uso que se hace de las redes sociales son dos de los ámbitos en los que pueden visualizarse cotidianamente muchos de esos excesos. La Fiscalía de menores de Gipuzkoa mantiene reuniones periódicas con la Delegación Territorial de Educación. “A la mínima duda recurre a la Fiscalía para denunciar hechos o para mejorar actuaciones”, señala Bautista. 

"Gipuzkoa es muy dinámica, pero hay una violencia ambiental en diferentes ámbitos que es difícil de erradicar"

“A nivel educativo, desde el primer momento que tienen conocimiento de algo, se ponen las pilas. Gipuzkoa es muy dinámica en ese sentido, pero hay una violencia ambiental en diferentes ámbitos que es difícil de erradicar”, lamenta. La fiscal asume que “siguen faltando cosas, pasos a dar, porque vivimos en una sociedad que evoluciona de manera muy rápida, sobre todo en aquello que tiene que ver con el mundo digital. Nos exige una adaptación a las nuevas realidades”, reconoce. 

Violencia verbal: de las palabras a Instagram

Pone como ejemplo casos que han atendido de violencia de género “entre dos chicas que han dejado una relación, y que además de amenazarse verbalmente”, posteriormente recurren a Instagram para continuar con esa espiral de violencia a través de las redes sociales. “A partir de ahí, esas amenazas las visualizan todos los seguidores, y las redes sociales llegan a convertirse en un arma de doble filo. Pueden hacer daño a los menores, pero ellos y ellas también las utilizan para denunciar hechos por los cuales todo el mundo acaba llamando violadora o violador a un menor, sin saber realmente lo que ha ocurrido”, expone. 

Otra muestra de los peligros que pueden acechar en el mundo digital a edades tempranas se pudo visualizar a finales del año pasado, cuando al menos una decena de centros guipuzcoanos constataron que algunos de los alumnos de estos colegios o institutos habían sido agregados a chats de Whatsapp con contenidos sexuales y vejatorios a los que se habrían sumado más de mil escolares de diversos centros. 

“Las amenazas las visualizan todos los seguidores, y todo el mundo acaba llamando violadora o violador a un menor, sin saber realmente lo que ha ocurrido”

Según informa la fiscal, la Ertzaintza continúa investigando estos hechos, y si bien se han presentado denuncias, no hay un procedimiento centrado en ningún juzgado. “El tema se extendió a municipios como Santander o Madrid donde parece ser que también se crearon estos grupos, al parecer, de un modo inocente, con ese objetivo de llegar a mil”, explica Bautista. 

La investigación de este asunto, que tuvo enorme repercusión mediática, sigue su curso, “aunque no se espera mayor resultado judicial, teniendo en cuenta que los autores tenían entre doce y trece años, y que además crear un chat grupal no es delito. Delito es colgar fotos de pornografía infantil, o amenazar a otros”.