El monte guipuzcoano encara la era post insignis frente al cambio climático

Los selvicultores y el sector primario llevan tiempo alertando del exceso regulatorio, de la falta de rentabilidad y las numerosas enfermedades y plagas que afectan árboles de todo tipo. Un escenario que está propiciando un abandono de la gestión forestal, y una mayor exposición de nuestros montes a incendios.

La ponencia se llevará a cabo en el seno de la Comisión de Equilibrio Territorial Verde y los grupos políticos, que este viernes han mostrado su “satisfacción” por el acuerdo alcanzado, deberán decidir ahora qué expertos comparecerán durante varias semanas en la misma y acordar un calendario. 

El pino insignis o radiata ha encadenado cuatro campañas consecutivas y va camino de una quinta sin sumar ni una sola hectárea repoblada en toda Gipuzkoa. Después del azote sufrido en 2018 por la banda marrón, la que aún sigue siendo la especie arbórea más extendida del territorio, ha sufrido a finales del pasado verano otro brote que ha afectado a masas que hasta ahora habían soportado mejor el ataque del hongo, en la vertiente más occidental del territorio; en especial en la comarca de Debagoiena. 

En esos últimos cinco años, esta especie, que ha dominado los montes de nuestro territorio desde hace décadas, ha retrocedido más de 10.000 hectáreas. 

Gipuzkoa se encuentra en plena campaña de plantación y esta será la quinta consecutiva sin que se repueble pino radiata

Sólo esa enfermedad, la banda marrón del pino, que no es la única que afecta a los árboles del territorio, ya sean autóctonos o alóctonos, ha provocado la corta anticipada de muchas hectáreas y gran parte de ellas están quedando abandonadas, dejando crecer en ellas regenerados naturales sin ningún tipo de gestión, que terminan convirtiéndose en zonas de difícil acceso e infinidad de plantas en competencia que tardan décadas en prosperar y más de un siglo en comenzar a ofrecer un aspecto de bosque. 

Los propietarios forestales de Gipuzkoa, unos 9.000 en total, cifraron en 117 millones de euros las pérdidas sufridas por esta enfermedad, según datos ofrecidos por Gipuzkoako Baso Elkartea, la asociación que agrupa a casi un tercio de los propietarios del territorio: unos 2.800. Entre ellos más de 1.200 caseríos. 

Los propietarios forestales, unos 9.000 en Gipuzkoa, estiman pérdidas superiores a 117 millones de euros por la banda marrón

Tal y como aseguró ayer en Juntas Generales el representante del PNV Rafael Uribarren, esta enfermedad sobrevenida “ha dejado sin rumbo” y sin saber qué hacer a un montón de propietarios, que recientemente han reclamado a través de varias asociaciones (Ehne, Enba y Gipuzkoako Baso Elkartea) un debate “urgente y serio” sobre la política forestal, sujeta a tensiones ante las continuas reivindicaciones de colectivos ecologistas y nuevas políticas regulatorias que lidera Europa.

En el horizonte, el cambio climático, la gran amenaza de nuestros bosques, junto con el abandono forestal debido a la falta de rentabilidad. Y en este complejo equilibrio, el pretendido impulso a la biodiversidad y el medio ambiente. El debate está servido.

Gipuzkoa verde

Gipuzkoa es el territorio más verde dentro del Estado español, con más de un 61% de su superficie total cubierta por árboles directamente. 122.000 hectáreas con unos 68 millones de árboles, a los que podríamos sumar más de 20.000 hectáreas extras de otro tipo de superficie forestal de escaso valor, como son matorrales, herbazales y pastizales.

De hecho, la superficie arbolada sigue aumentando año tras año y desde 1996 ha crecido en más de 5.500 hectáreas, lo que equivale a otros tantos campos de fútbol. 

La criptomeria y la secuoya son los tipos de árboles que más se han introducido en antiguos pinares desde 2018

La creación de la Fundación Basotik por parte de la Diputación de Gipuzkoa en 2022 para gestionar superficies abandonadas de propietarios particulares es una expresión más de esta situación de crisis y búsqueda de soluciones.

¿Qué rumbo tomamos? Nuestros montes están ahora en plena campaña de plantación, que suele arrancar en noviembre y se alarga hasta primavera. En los últimos cuatro años, las especies más introducidas para repoblar las áreas de pino están siendo la Cryptomeria japonica y la Sequoia sempervirens. Estas especies ocupan ya un 4% y más de un 1,3%, respectivamente, de nuestras masas arbolada. La variedad de las nuevas plantaciones es cada vez mayor.

Pero también se está experimentando un repunte de las especies autóctonas, especialmente frondosas, que son mayoría en nuestro territorio tras superar a las coníferas el pasado año. 

Impulsar la gestión frente al abandono

Entre ellas, mandan las hayas y robles del país, que suman unas 28.000 hectáreas, y sin las computásemos conjuntamente superarían al pino insignis, que cubre unas 25.000 hectáreas (21% de la superficie arbolada). Para hacernos a la idea del retroceso del que antaño fuera conocido como el “oro verde”, hay que tener en cuenta que hace seis años ocupaba el 35% de la masa arbolada y en 1996 el 47%, con más de 54.700 hectáreas. 

Pero más allá de criptomerias, secuoyas y otras especies, una gran parte de las superficies aprovechadas o cortadas siguen quedando abandonadas. Si en total se plantan en torno a 1.300 hectáreas al año en el territorio, el resto, hasta unas 2.000, quedan abandonadas y dejan sitio al denominado bosque mixto. Este tipo de monte, abandonado en su inmensa mayoría (también es gestionable), ocupa ya más del 16,2% y a este paso se convertirá en la más extendida del territorio.