Los hijos de los caseríos guipuzcoanos siguen escapando hacia la calle y el taller, mientras otros que apenas olieron estiércol emprenden su propia aventura. Caminos cruzados que la escuela ganadera de Formación Profesional Behizain de Aretxabaleta, impulsada por el Departamento de Desarrollo Económico del Gobierno Vasco, trata de gestionar.

El pasado mes de marzo los jóvenes alumnos que iniciaron el curso en octubre de 2022 recibieron su título, la acreditación de que se habían formado como ganaderos del subsector lácteo bovino. Tres varones y una mujer, de 19, 20, 22 y 38 años. Ninguno traía el caserío de cuna, pero hoy todos ellos trabajan en el sector.

Behizain Eskola abre otra vez sus puertas a nuevos alumnos y alumnas. La prematrícula ya está abierta de cara al próximo curso (ane@gomiztegi.eus). Un intensivo que irá de octubre de 2023 a febrero 2024 y busca afianzar en nuestro territorio una actividad en declive que, sin embargo, se antoja necesaria en tiempos en los que se intuye la importancia estratégica de la producción local de productos alimenticios.

Agustín y Julen Abasolo son los tutores, veteranos ganaderos que, al mismo tiempo, reconocen estar mejorando y aprendiendo mucho en su nueva tarea de formadores. Ellos hicieron su apuesta cuando eran jóvenes. Un ingeniero agrónomo y un maestro industrial que, en tierra de cooperativas industriales, decidieron seguir los pasos de su padre y dedicar su vida a la explotación familiar de vacuno de leche. Rara avis hoy en la comarca de Debagoiena.

Abierta la prematrícula para el curso intensivo de formación dual entre octubre de 2023 y febrero de 2024

La formación ofrecida en el caserío Areantza Etxebarri está basada en la experiencia de la Artzain Eskola de Arantzazu, que desde hace más de 25 años imparte un curso anual para capacitar a jóvenes que quieren dedicarse profesionalmente como pastores al sector ovino, y está impulsada por el Gobierno Vasco a través de HAZI y la cooperativa Gomiztegi.

Behizain Eskola HAZI Fundazioa

Behizain es otra apuesta por el sector bovino lechero: “enseñanza de calidad, producción responsable y de cercanía” son la base de este curso intensivo de 608 horas impartido de forma dual, con 435 horas de prácticas en el propio caserío Areantza Etxebarri y en explotaciones externas.

“Aquí se les enseña todo”, dicen los Abasolo: trabajos de cuadra, quesería, ordeño, comercialización y también de “echar números” y administrativos, para conocer cuál es la lógica y la dinámica de una empresa de producción lechera, de transformación y de cuidado de animales.

Julen y Agustín son los que imparten las clases prácticas, pero en las semanas que toca, de 11.00 a 14.00 horas, también se dan bloques teóricos y se organizan “píldoras”, sesiones específicas sobre cuestiones concretas de actualidad a la que también acuden otros profesionales.

Areantza Etxebarri es un “buen lugar para aprender el oficio”, asegura Ane, la coordinadora del curso. Un centro de producción moderno, situado en un entorno privilegiado, a los pies del embalse de Urkulu.

“Nosotros hemos hecho muchas inversiones”, admiten los hermanos Abasolo, que tienen robots para ordeñar a las vacas, también para amamantar a las terneras, máquinas para limpiar los pasillos”, y mucha otra tecnología que facilita la mano de obra y que, una vez que la pruebas, “no quieres volver atrás”, afirman.

En 2021, a modo de prueba, se hizo una prueba piloto de este curso intensivo con ganaderos a los que estos dos profesionales que ejercen de formadores dicen que “no teníamos mucho que enseñarles”. Fue un año para solventar dudas y definir cuál era el periodo más adecuado para impartir las clases y la metodología. “Ellos aprendían, pero nosotros también”, reconocen hoy.

Y el segundo año vino otro perfil, “gente de la calle, que no tiene vaca en casa, pero tenían contacto ya con el mundo ganadero y venían con una gran determinación. Es gente que va a seguir entre vacas, sin duda”, asegura Agustín; incluso algunos habían trabajado en ello y "les gustaba el ambiente".

“Ninguno a cumplir el expediente. Uno está trabajando donde empezó las prácticas, otro está en Abere, otro se fue a una vaquería a Canadá y el otro está en Karrantza trabajando los fines de semana en una vaquería”, explica Ane, la coordinadora del curso.

Frenar el declive

La formación en estas labores resulta importante. Los hermanos Abasolo reconocen que uno de los problemas de muchas explotaciones es la falta de mano de obra y admiten que es un trabajo “atado”. Ellos intentan arreglarse entre los dos y contratan personal para labores específicas, pero reconocen que para cubrir una baja larga de cualquiera de ellos, sería “bastante difícil encontrar” personal. “Para un día o dos puedes tirar de alguien de la familia, pero para una vacante de dos meses es difícil, y más en nuestro comarca, donde las fábricas han tirado mucho y siguen tirando”, explica Julen.

Se puede vivir con dignidad de este oficio, nosotros lo hemos conseguido"

Julen Abasolo - Ganadero de Aretxabaleta

“Nuestro oficio es vivir con esto y se puede vivir de esto con dignidad y nosotros lo hemos conseguido, pero pese a la tecnología, trabajamos con animales, que se ponen enfermos, comen a diario, nacen, mueren, y por lo menos nos tenemos que relevar, entre dos, suplirse los fines de semana y vacaciones, arreglarnos. Siempre alguien. Si hay cena de cuadrilla, solo va uno.

Este año confían en que lleguen nuevos alumnos con la misma actitud. “Los que vienen aquí quieren vivir de eso y mientras venga gente así, vamos bien, porque con lo que aprender, pueden empezar a trabajar o juntarse en una cooperativa y luego irán haciendo su recorrido, como lo hicimos nosotros. Esto que ves aquí no lo hemos construido de la noche a la mañana”, aseguran.

Hoy tienen 260 cabezas de ganado y 80 hectáreas de terreno para la obtención de silos y pastos dedicados en exclusiva al pastoreo. Una granja en la que producen quesos, leche y carne y en la que han invertido mucho dinero y esfuerzo.

Relevo generacional

Pero el futuro de su explotación ganadera es incierto. Sin nadie que esté dispuesto a seguir con su negocio cuando se jubilen ellos, Agustín y Julen, de 63 y 60 años respectivamente, aseguran que “ese es el gran dilema”: la falta de relevo generacional.

Aseguran que el sector lácteo vive momentos duros, con un “desmadre total” en el encarecimiento de pienso, combustible y luz, y que, por el contrario, los precios que se les paga a ellos por la materia prima no acompañan.

Después de una actualización que les ha permitido obtener nuevamente un rendimiento razonable en los últimos meses, lamentan que en mayo ya les han bajado dos céntimos el litro de leche, y que otros ya percibieron menos en abril. La rentabilidad, aseguran, debe garantizarse y mantenerse en el tiempo para que caseríos como el suyo puedan tener una oportunidad y proyectos como Behizain Eskola sigan formando en nuestro entorno a los futuros productores de los alimentos que consumimos a diario.