Tras recrear el Guernica, de Picasso, los reposteros de la asociación Gozoa se han embarcado en su proyecto más arriesgado y, sobre todo, dulce. Desde este lunes, trabajan junto a los carpinteros de Albaola Itsas Kultur Faktoria en la construcción de una réplica de una txalupa ballenera del siglo XVI en las propias instalaciones de la escuela pasaitarra, para lo que necesitarán hasta 1.500 kilos de chocolate y un equipo formado por 50 personas. El proyecto tendrá su “momento más crítico” el próximo 1 de junio, cuando, tras “varias pruebas con otros barcos más pequeños”, será botado a la bahía con el objetivo de hacerlo navegar cien metros.

“Queríamos volver a encontrar un proyecto con historia y nos pareció muy interesante dirigirnos a nuestro relato naval”, explica a este periódico Lorena Gómez, de la asociación de pasteleros de Gipuzkoa. Así, se fijaron en una txalupa ballenera construida en Pasaia y hundida en Canadá en el siglo XVI, que reflejaba muy bien, por un lado, la historia marítima y comercial de Euskal Herria, y, por otro, la llegada del cacao por, precisamente, este puerto dos siglos después.

Para esta aventura han encontrado, además, a los perfectos aliados, los carpinteros de Albaola, que han guiado con sus conocimientos y sus cuadernillos el proceso de fabricación del barco para tratar de hacerlo “con el máximo realismo posible de la época”. “El Guernica era una base, pero aquí son ocho metros de eslora y dos de ancho. Es un trabajo muy diferente y que necesita de mucho cuidado”, revela Gómez.

Tras el primer contacto de este lunes en el museo-taller pasaitarra, se colocará una estructura de plástico sobre una chalupa ballenera real que será cubierta con 1.500 kilos de chocolate fundido. Para ello, se han instalado dos estufas grandes en Albaola. Una vez que se solidifique el chocolate, se conseguirá “una especie de huevo” de la chalupa, al que se le añadirán tablas de madera en su interior que permitirán “mostrar las costillas” del barco.

Este trabajo lo llevará a cabo durante mes y medio un equipo formado por medio centenar de trabajadores llegados de todos los territorios de Euskal Herria y cuyo trabajo lo podrá seguir el público que visite el museo, al que se entregará, además, chocolate como obsequio.

Evitar los golpes fríos

El barco estará listo a finales de mayo y el 1 de junio será botado a la bahía pasaitarra, donde navegará en torno a cien metros. “Será el momento más crítico”, señala Gómez, al tiempo que explica que, para evitar su naufragio, se harán pruebas previas con barcos más pequeños.

“El chocolate en contacto con el agua se endurece, por lo que el problema son los golpes de frío que pueden hacer que se resquebraje”, apunta, explicando que, para evitarlo, es necesario dar con el grosor adecuado de chocolate, una tarea para la que cuentan con los técnicos de Albaola. “Vamos a ser parte del museo y estamos encantados con ello. Va a ser una experiencia única”, zanja.