La Confederación Aspace pide regular la asistencia sexual a personas discapacitadas como forma de apoyo y sin que incluya las relaciones directas, lo que sería "caer en la explotación", "fundamentalmente del cuerpo de la mujer".

"Es importante que a la hora de definir esta figura se haga de forma separada a la prostitución", señala la delegada de Derechos Humanos y Coordinadora de Incidencia de Confederación Aspace, Ángeles Blanco, en declaraciones a la agencia Europa Press.

El debate sobre está figura se ha puesto sobre la mesa a raíz del aplaudido discurso del actor guipuzcoano Telmo Irureta al recoger el Goya a Mejor actor revelación en la gala de la 37ª edición de los premios por su papel en 'La consagración de la primavera', que aborda precisamente la sexualidad de una persona con discapacidad a través de una improvisada asistente, una universitaria.

"Las personas con discapacidad también existimos y también follamos", clamó el intérprete, que tiene parálisis cerebral, en un discurso que Blanco considera que denuncia la "visión capacitista" que "deja de lado el derecho a la intimidad" de estas personas. "La sociedad sigue imaginando a las personas con parálisis cerebral como niños y niñas eternos", critica la delegada de DDHH de Aspace.

En este contexto, apunta a la necesidad de regular la figura del asistente sexual en España para las personas con esta parálisis y otras discapacidades que tengan grandes necesidades de apoyo. No obstante, precisa que esta regulación debe encaminarse alejada de la prostitución.

"La asistencia sexual se puede desarrollar por una mujer o por un hombre pero su diferencia con la prostitución radica en que nunca será ese asistente sexual quien lleve a cabo los procesos de masturbación o el acto coital directo con la persona con discapacidad", defiende.

Así, precisa que Aspace apoya esta asistencia como un "apoyo para que las personas puedan llevar a cabo el ejercicio de su sexualidad". La opción de que el asistente mantuviese relaciones directas con el asistido "caería en la explotación", "fundamentalmente del cuerpo de la mujer", advierte.

"En tal medida sería una aproximación equivocada. Hay que tener en cuenta que el derecho a la sexualidad lo es cuando media el consentimiento", apostilla, para añadir que la regulación por la que apuesta Aspace es la "más garantista con los derechos humanos" y "respetuosa" con ambas partes.   

Formar al asistido

De este modo, Aspace reivindica una asistencia sexual que consista en formar a la persona asistida "en sus derechos sexuales y reproductivos y en cómo desarrollar su autodisfrute".

Según explica Blanco, esta figura puede ser "muy útil" para mostrar a las personas discapacitadas cómo masturbarse dentro de sus capacidades o enseñarles a utilizar herramientas adaptadas para ello "de forma segura". Además, puede ayudarles a colocarse en posiciones que faciliten esta acción.

También, para ayudar a una pareja con diversidad funcional a mantener relaciones, previo consentimiento de ambos, puede "posicionarlos en la cama, desnudarlos y en un momento dado colocar los métodos anticonceptivos e, incluso, ayudar a la colocación para la penetración entre la pareja".

En esta línea, Blanco aboga también por empezar a transmitir un "concepto amplio" de la sexualidad ya que no siempre es llegar a mantener el acto coital. "Hoy he tenido una sesión con personas con parálisis y había una mujer que decía que para ella la sexualidad es abrazar, sentir a la otra personas, besar y apoyarse mutuamente", cuenta al respecto.

"Quiero decir que no hay que introducir una visión capacitista de las relaciones sexuales porque que las personas con discapacidad no puedan tener relaciones coitales no significa que no estén teniendo relaciones sexuales", añade.

Para la delegada de DDHH de Aspace es urgente una regulación de esta asistencia, así como una profesionalización, ya que hasta que ello no llegue no se podrá apoyar realmente a las personas discapacitadas en este sentido.

Cuerpos "muy expuestos"

Por el momento, la confederación trabaja en este ámbito "de forma escalonada". Primero, anima a trabajar en la intimidad del cuerpo. Esta parte es importante porque los cuerpos de las personas discapacitadas están "muy expuestos" por el hecho de necesitar apoyo de terceras personas "para todo" en su vida diaria".

El segundo paso es el ayudar a estas personas saber dónde esta su placer. Tras ello, se puede dar el paso de compartir la sexualidad "desde el respeto" con otra persona.

ASPACE, que comenzó a trabajar la sexualidad de personas con parálisis cerebral en 2016, tiene por el momento solo una entidad en la que desarrolla este proceso en todas sus fases. "La demanda de asistencia sexual es latente", asevera Blanco al respecto, para precisar que suelen ser los hombres quienes más llegan a demandar la asistencia, si bien las mujeres también lo hacen.

No obstante, a falta de regulación, esta asistencia consiste únicamente en que trabajadores de la confederación ayudan a los asistidos a utilizar herramientas de masturbación adaptadas o en caso de ser una pareja, llegar a ciertas posiciones, pero nunca a actos como la penetración porque "no forma parte de su desempeño profesional".