Marina Kalashnikova es investigadora en el Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL), en Donostia, donde desarrolla su labor en torno a la “adquisición de lenguaje” en las primeras etapas de vida, al tiempo que analiza cómo se desarrolla esta actividad dentro del cerebro de los bebés.

El camino hacia la neurociencia de Kalashnikova no se inició en su infancia; de hecho, escogió cursar lingüística, ya que “los idiomas son algo que siempre me ha llamado la atención. Mi intención era estudiar y después trabajar como profesora de idiomas”, señala. Pero la primera clase de la carrera, que se centraba en cómo los bebés e infantes aprendían el lenguaje, le hizo cambiar de opinión y, gracias a la docente de ese curso, que impulsó su interés, se embarcó en el viaje investigador.

Tras pasar estancias doctorales y posdoctorales en Reino Unido y Australia, Kalashnikova recaló en el BCBL, “un centro que se conoce a nivel mundial” y que se centra en “entender cómo el lenguaje es representado en el cerebro y en la mente”, con especial foco en el bilingüismo existente en la sociedad vasca.

Dentro de este mundo que estudia la neurociencia aplicada al lenguaje, esta investigadora desarrolla estudios centrados en edades tempranas; uno actual que considera “muy emocionante”, que mide el proceso de “cómo nuestro cerebro detecta los sonidos de la lengua” y permite entenderla entre los cuatro meses y los siete años de edad.

Kalashnikova admite que, siendo mujer, ha podido desarrollar su carrera hasta el momento desde “una posición muy favorable”, rodeada de personas supervisoras que, siendo “muy conscientes de lo que podía pasar”, la han protegido para evitar discriminaciones y “fomentar la carrera de una científica joven”. Ahora es ella quien tiene el rol de la supervisión en su grupo y “también me ilusiona mucho ver cómo desarrollan sus carreras” el alumnado que participa en sus estudios.

Esta investigadora es consciente de que la participación femenina en la ciencia, en general, no está equiparada a los hombres, algo que ella achaca a dos razones principales: por un lado, a que no se promueva lo suficiente el interés científico de las niñas en la infancia y, por otro, al hecho de que haya dudas respecto a que la conciliación entre la vida personal y la profesional pueda llevarse a cabo.

En este aspecto, Kalashnikova incide en que el terreno en la CAV es favorable para ello. “Si quieres empezar una familia, puedes tomarte un tiempo para hacerlo; pero después, a la hora de buscar oportunidades de financiación o de becas, no se te castiga por haberte tomado un tiempo, que es algo muy importante.

De cara al futuro, la profesional del BCBL se ve a sí misma dentro de la investigación; un campo exigente, pero en el que teniendo “pasión por el tema que investigas” y “por el descubrimiento en general”, las opciones son infinitas. “Una de las cosas que más me motivan es aprender de tus propios alumnos, a los que enseñas al principio, pero después ellos sobrepasan muchísimo todo lo que les podías enseñar y hacen sus propios descubrimientos”, comenta.