Donostia – A los jóvenes, señala Sudupe, “les cuesta más” la comunicación directa, parapetados tras sus dispositivos móviles. Pero, a su vez, “en su centro de trabajo les gusta contar con un espacio donde hablar con los compañeros. Un espacio más relajado”.

Coleguear, señala, no significa “colaborar” en su puesto de trabajo, aspecto este que les cuesta más. “Están acostumbrados a trabajar encerrados y se meten en lo suyo”. Pero cuando no están inmersos en sus cometidos laborales quieren socializar. Tanto es así, que el 67% de las personas jóvenes están dispuestas a prescindir de su espacio propio por disponer de más espacios comunes.

Cada vez es mayor la demanda en las empresas de un perfil muy concreto: facilitador/a de equipos, que asume el cometido de “ver cómo crear equipos para que exista un mayor sentimiento de colaboración, de pertenencia”.

Las empresas inclusivas, según los expertos, “son 1,7 veces más innovadoras en sus industrias”. Las firmas más punteras reconocen la importancia de diseñar las oficinas desde una cultura inclusiva. Un ejemplo de ello son las palabras de Roland White, de Microsoft. “El diseño inclusivo no significa que estés diseñando una cosa para todas las personas. Estás diseñando una diversidad de cosas para que todas las personas encuentren una manera de participar”.

El mimo en el diseño de los espacios de trabajo, entre otros aspectos, puede ayudar a mejorar las relaciones interpersonales y la socialización, otro de los detalles a los que los jóvenes prestan especial atención. Lo subraya Sudupe. “Los jóvenes prefieren renunciar a un espacio de trabajo propio, establecido, si disponen de un espacio y condiciones para intensificar las relaciones interpersonales”.

Reuniones presenciales, actividades de formación o mentorías, entre otras acciones, pueden contribuir a mejorar la interrelación del personal.

Y sí, el diseño de los espacios también tiene mucho que ver. “Crear espacios confortables y agradables para desempeñar el trabajo” es fundamental, ya que lo contrario “repercute directamente en la capacidad de concentración”. En esa situación de no trabajar en un espacio confortable se halla el 60% de los empleados.

“Actualmente existe un problema de falta de atención en los jóvenes acostumbrados a múltiples estímulos, que dificulta el aprendizaje y la concentración”, abunda Sudupe.

Según los estudios, a la hora de impartir formación el 51% de los jóvenes aprende mejor través de experiencias empíricas, aunque también el espacio con el que se cuenta es importante.

Más allá de cuestiones vinculadas con la organización de espacios, hay factores a los que los jóvenes conceden gran importancia, como “fomentar el reconocimiento y las posibilidades de promocionarse”.

El diseño del lugar de trabajo, siempre sin frivolizar, tiene importancia. “Colocar un futbolín o un espacio para socializar no es suficiente si no se trabajan los equipos en entornos donde se fomente la colaboración y participación”.

La iluminación, la temperatura, el ruido y ventilación son, además, algunos de los factores a tomar en consideración cuando se oferta un lugar de trabajo atractivo para las personas candidatas. – A.L.