Una nueva investigación publicada en la revista científica 'Neurobiology of Sleep and Circadian Rhythms' ha mostrado que los efectos adversos del trabajo por turnos, como la gravedad de los accidentes cerebrovasculares, pueden ser duraderos, incluso después de volver a un horario normal.

Mientras la mayoría de personas se acuestan, otras se incorporan al trabajo. Estos trabajadores de hospitales, personal de emergencias y operarios de fábricas, entre otros, forman parte del 20 por ciento de la población mundial que trabaja por turnos. Su diferente ciclo de sueño-vigilia aumenta el riesgo de padecer numerosos trastornos de salud, como diabetes, infartos de miocardio, cáncer y accidentes cerebrovasculares.

"El trabajo por turnos, especialmente el trabajo por turnos rotatorio, confunde nuestros relojes corporales y eso tiene importantes ramificaciones en términos de nuestra salud y bienestar y la conexión con las enfermedades humanas. Cuando nuestros relojes corporales internos están bien sincronizados, coordinan todos nuestros procesos biológicos para que se produzcan en el momento adecuado del día o de la noche. Cuando nuestros relojes corporales están desalineados, ya sea por el trabajo por turnos o por otras alteraciones, eso provoca cambios en la fisiología, los procesos bioquímicos y diversos comportamientos", explica David Earnest, profesor del Departamento de Neurociencia y Terapéutica Experimental de la Facultad de Medicina de la Universidad de Texas A&M (Estados Unidos).

Un estudio anterior realizado por Earnest y sus colegas descubrió que los modelos animales con horarios de trabajo por turnos rotativos presentaban resultados más graves en cuanto a daños cerebrales y déficits funcionales, que los que tenían ciclos regulares de 24 horas de día y noche. Los machos se distinguían por unos resultados peores en los que las tasas de mortalidad eran mucho más altas.

Este nuevo estudio adoptó un enfoque diferente. En lugar de examinar los efectos inmediatos del trabajo por turnos en los accidentes cerebrovasculares, los investigadores devolvieron a todos los sujetos a los ciclos regulares de 24 horas y esperaron hasta su equivalente en la mediana edad (cuando los seres humanos tienen más probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular) para evaluar la gravedad y los resultados del accidente.

"Lo que ya se había demostrado en los estudios epidemiológicos es que la mayoría de las personas solo experimentan el trabajo por turnos durante cinco u ocho años y luego, presumiblemente, vuelven a los horarios de trabajo normales. Queríamos determinar si eso es suficiente para borrar cualquier problema que tengan estas alteraciones del ritmo circadiano, o si estos efectos se mantienen incluso después de volver a los horarios de trabajo normales", detalla Earnest.

Los efectos persisten

Descubrieron que los efectos sobre la salud del trabajo por turnos persisten, efectivamente, con el paso del tiempo. Los ciclos de sueño y vigilia de los sujetos con horarios de trabajo por turnos nunca volvieron realmente a la normalidad, incluso después de la exposición posterior a un horario regular.

En comparación con los controles que se mantuvieron en un ciclo regular de día y noche durante todo el estudio, mostraron alteraciones persistentes de sus ritmos de sueño-vigilia, con períodos de actividad anormal cuando el sueño habría ocurrido normalmente.

Cuando sufrieron accidentes cerebrovasculares, sus resultados volvieron a ser mucho peores que los del grupo de control, con la salvedad de que las mujeres presentaron déficits funcionales más graves y una mayor mortalidad que los varones.

"Los datos de este estudio adquieren una importancia añadida para la salud, especialmente en las mujeres, porque el ictus es un factor de riesgo de demencia y afecta de forma desproporcionada a las mujeres mayores", apunta Farida Sohrabji, otra de las responsables del trabajo.

Los investigadores también observaron un aumento de los niveles de mediadores inflamatorios del intestino en los sujetos expuestos a un horario de trabajo por turnos. "Ahora pensamos que parte del mecanismo subyacente de lo que estamos viendo en cuanto a que la alteración del ritmo circadiano provoca accidentes cerebrovasculares más graves puede implicar la alteración de las interacciones entre el cerebro y el intestino", remacha Earnest.