Aislados en casa, sin ningún interés por los estudios, ni por el mundo que les rodea. En los últimos cinco años se ha producido en Euskadi un preocupante repunte de adolescentes que abandonan su formación educativa para desconectarse de la vida social. Pierden así el contacto con su entorno en un momento clave de sus vidas, encerrados en el domicilio. “En ocasiones, de un modo gravísimo”, alertó ayer Fernando González Serrano, jefe del Servicio de Salud Mental de niños y adolescentes en Bizkaia.

La pandemia ha sido, de algún modo, la eclosión que ha colocado a la salud mental en el centro del debate público. Pero esta ola mental, advierte, venía de antes. Esta serie de problemas psicológicos a edades tempranas que alcanzan su mayor expresión en el aislamiento domiciliario ha crecido de modo “gradual” desde años atrás. 

De hecho, las consultas infanto-juveniles han aumentado un 30% desde 2017, según ha revelado este pisquiatra, que ha participado en los cursos de verano organizados por el Ararteko, en el que una quincena de profesionales reflexionan hasta este viernes sobre el modelo actual de atención a la salud mental en Euskadi y los retos que le aguardan a futuro. 

Uno de ellos es, sin duda, la respuesta sanitaria a jóvenes con trastornos graves, que en ocasiones les lleva a recluirse en el universo mental de sus hogares. El absentismo escolar afecta por este motivo a un total de 140 adolescentes vascos, según ha revelado González Serrano, que ha mostrado su preocupación por la situación de “intenso aislamiento” en el que se encuentran, lo que ha obligado a su escolarización domiciliaria

Los límites de la psiquiatría

Son adolescentes proclives a generar un trastorno de ansiedad o estado de ánimo bajo, incluso depresión, que se manifiesta a través de síntomas como dificultad para conciliar el sueño, pensamientos negativos constantes, falta de energía o falta de disfrute ante cualquier actividad. 

Los psiquiatras asumen las limitaciones de su labor. “No podemos curar los graves desajustes que han sufrido en su infancia. Tenemos que plantearnos objetivos más limitados”, han reconocido, abriendo así el abanico de agentes llamados a dar respuesta al nuevo modelo asistencial. 

Entienden que es preciso “homogeneizar” las intervenciones terapeúticas, algo que pasa por ampliar la coordinación con la Atencion Primaria y el ámbito educativo, dos sectores que a su vez viven sumidos en su propia crisis interna. “El trabajo con el sistema educativo va a ser fundamental en los próximos años en salud mental”, sostiene el jefe del Servicio de Salud Mental de niños y adolescentes en Bizkaia. 

Y todo ello, al ritmo vertiginoso de la sociedad actual. El mismo que genera la patología mental, y acaba determinando la calidad de la respuesta sanitaria. Ese es precisamente uno de los retos: atender una demanda “incesante” que no permite tratar cada caso como sería deseable, lo que acaba generando “insatisfacción”. 

Incertidumbre sanitaria: "el fin de las certezas"

La sacudida de la pandemia ha generado una “situación de incertidumbre” que ha traído consigo “el fin de las certezas”, según ha reconocido José Antonio de la Rica, director de atención sociosanitaria del Departamento de Salud del Gobierno Vasco. 

José Antonio de la Rica (dcha), director de atención sociosanitaria del Departamento de Salud del Gobierno Vasco, durante su intervención en la mesa redonda sobre salud mental en Euskadi. Arnaitz Rubio

Los profesionales de la psiquiatría asumen que es hora de caminar hacia un nuevo modelo que permita responder a esa falta creciente de bienestar, y que afecta en el mundo a un total de 450 millones de personas con un trastorno mental o de comportamiento. 

Los sanitarios advierten, no obstante, que a la hora de poner nombre al malestar no se puede psiquiatralizar todo. Ni hay recursos, ni es el camino adecuado. “Hay que asumir el malestar emocional como vivencias dolorosas que forman parte de la normalidad y que deben ser incorporadas como malestares de la vida cotidiana que asumimos desde nuestra resiliencia y capacidad de afrontamiento”, ha detallado de la Rica. 

"Hay que asumir el malestar emocional como vivencias dolorosas que forman parte de la normalidad y que deben ser incorporadas como malestares de la vida cotidiana"

José Antonio de la Rica - Director de atención sociosanitaria del Departamento de Salud del Gobierno Vasco

Un debate que sigue vivo y abierto, y que suscita opiniones encontradas entre los propios profesionales. “Estuvimos muy contentos, y ahora estamos muy preocupados”. Con ese sentimiento ambivalente ha sintetizado González Serrano la ilusión que despertó en el ámbito sanitario ver que la pandemia colocaba por fin en un lugar importante a la salud mental, situación a la postre ha planteado sus claroscuros. 

“Estamos muy preocupados porque corremos el riesgo de asumir que la salud mental es una cuestión que afecta exclusivamente a los expertos. Hay que asumir la situación con humildad, siendo conscientes de que solo somos una parte, ante una realidad que también compete a políticos, profesionales de diferentes ámbitos y a la propia sociedad”, se ha dirigido a los asistentes, entre los cuales había representantes de todos estos ámbitos. 

"Estamos muy preocupados porque corremos el riesgo de asumir que la salud mental es una cuestión que afecta exclusivamente a los expertos"

Fernando González Serrano - Jefe del Servicio de Salud Mental de Niños y Adolescentes de la red de salud mental de Bizkaia

Asumen que existe “una crisis del modelo sanitario asistencial”, como revela el actual déficit de profesionales en Atención Primaria. Una situación que ha despertado en los últimos tiempos los temores a “recortes y privatizaciones” del sistema vasco de sanidad pública que la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, ha desmentido reiteradamente. 

En primer plano, la sostenibilidad del sistema sanitario. Lo que González Serrano ha resumido con tres interrogantes: ¿Qué se debe atender? ¿Con cuántos recursos? ¿Dónde? “Lo que no podemos hacer es responder con carácter inmediato, a corto plazo, a todas las situaciones de alarma que se plantean”. Por eso entiende que no es fácil atinar con la respuesta. Porque “siempre surgen nuevas variables que afectan a la planificación”.