- Para investigar hace falta contar con voluntarios y en la parte del proyecto en el que participa Biodonostia, enfermos con antecedentes familiares.

Han hecho un llamamiento a la participación ¿a quién se dirige?

- Las campañas que publicitan desde la fundación son muy al estilo americano, muy dirigidas a esa población. Ellos se abren a todos tipo de pacientes, con párkinson recién diagnosticado, a sus familiares... Esa es la base del proyecto global. Nosotros participamos en una parte de un proyecto enorme y tenemos interés en las personas que tienen párkinson familiar, que saben que hay varios miembros en la familia con esta enfermedad. Ese es el principal núcleo de pacientes que nos interesaría recopilar. Hay pacientes que quieren colaborar porque sus padre o su madre tienen párkinson y contactan con nosotros para ver si pueden participan en un estudio genético.

¿Cuánta gente necesitarían?

-Hay que recordar que nos basamos en una campaña muy masiva que se echó a andar en 2013. Fue impresionante la cantidad de llamadas y correos recibidos. En la fase inicial teníamos la intención de que participaran 25 personas y se llegó a 80. Ahora ya no hay tantos pacientes de párkinson genético que lleguen a las consultas y queremos acceder a un mayor número de ellos porque, afortunadamente, tenemos más que ofrecer. El proyecto es muy interesante, pero también exigente para el paciente y el familiar en cuanto a visitas y pruebas, aunque a futuro tenemos posibles terapias a ofrecer en base a lo que vemos en el laboratorio.

¿Se dará a futuro con una cura para el párkinson?

- Si no tenemos eso en la mente no podríamos seguir avanzando. Pero hay que ser conscientes de que hablamos de una enfermedad cuyo principal factor de riesgo es la edad, el envejecimiento, que se puede modular un poco pero con un límite. El cuerpo nace, crece y desaparece. Algún día acaba y no de repente, sino tras el envejecimiento. Eso es así y no podemos ir contra natura. El párkinson, cuando es fruto del envejecimiento, nunca se podrá curar al 100%. Lo que pasa es no es lo mismo empezar a los 78 años, que con formas precoces o juveniles, que existen. Lo habitual es que aparezca entre los 60 y 70, pero tenemos pacientes de 50, 40 o 30 años. La genética en estos casos tiene mucho que ver, más que el envejecimiento. En estos casos nos podríamos encontrar con terapias para que las personas que les quedan 10, 30 o 40 años de vida, vivan mejor. Son muchas las personas que tienen párkinson en edades no muy seniles. Ahí sí que puede haber tratamientos y hay que verlos con optimismo. Hay moléculas muy dirigidas a lo que está pasando, cuando hace diez años no había. Las grandes casas comerciales afortunadamente están invirtiendo dinero. Hay que ser optimistas, pero hablar de fechas es imposible.

“Tenemos la cura en mente para seguir avanzando, pero si el párkinson llega por envejecimiento nunca podrá curarse al 100%”