El sector de las bodas en Gipuzkoa resurge con fuerza
Organizar un enlace es una tarea compleja que se dificulta en función de los deseos de la pareja
2020 fue un año sin bodas, excepción hecha de aquellas que se celebraron a inicios del año, en petit comité y con invitados que no tuvieron que desplazarse desde muy lejos.
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Quienes querían una boda de gran tamaño o lastrada por menos restricciones en materia de aforos o distancias, decidieron esperar a 2021. Tampoco ese año las circunstancias cambiaron todo lo esperado, por lo que fueron numerosas las parejas que decidieron esperar un poco más para tener el viento de cola y avanzar firmes hacia su boda soñada.
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Tanto es así, que muchas de esas bodas que se quedaron en la lista de pendientes no abandonaron esta nómina el pasado año y lo harán este o, en no pocos casos, el próximo.
Sea como fuere, las cosas se van moviendo. Así lo constata Susana Azkue, de Reina de Bodas. Este servicio de wedding planner está este año que no da abasto. 40 bodas a organizar en 2022 y unas cuantas ya reservadas para 2023, porque "este año se han empezado a cerrar las bodas antes". Los números cantan- En 2020 se organizaron "tres o cuatro" enlaces y en 2021 se superó la veintena. "Hay un par de parejas que llevan esperando desde el inicio de la pandemia y ya, para andar más tranquilos, se casan en 2023". "Incluso hay parejas que han sido padres y madres esperando la fecha de la moda", apunta.
Lo pasaron mal, muy mal, en 2020. Levantaron un poco la cabeza el pasado año y este las aguas vuelven a su cauce aunque, reconoce Azkue, incluso con demasiado ímpetu.
En el restaurante Salegi de Itziar también las reservas aumentan. Maribi Altzibar dice que no las cuenta, que se acostumbró a no hacerlo en los peores momentos, cuando tras las reservas llegaban las anulaciones. Pese a todo, señala, los sábados de julio suman hasta tres bodas por jornada.
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De que las cosas están cambiando da fe también Goiuri Unanue, de Soia Bridal, una diseñadora que estuvo casi a punto de echar la persiana el pasado año pero que observa cómo va recuperando un ritmo de bodas que le permite ser más optimista.
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Be Creative es el nombre del show room de bodas de la calle Iparragirre de Donostia donde tiene su sede Reina de Bodas y a donde se asoma la oferta de distintos proveedores, desde empresas de catering a fincas que se alquilan para celebrar enlaces y sus consiguientes fiestas, pasando por joyerías, expertos en dulces, maquilladoras o diseñadoras.
Susana Azkue, desde este local lleno de cosas bonitas, explica cuál es su cometido. "Organizamos bodas". Un trabajo complejo que obliga a tocar distintos palos.
En estos momentos en los que la situación se endereza y en los que las parejas vuelven a reclamar sus servicios Azkue lanza una mirada a los peores meses de la pandemia, cuando "había miedo de organizar una boda porque las medidas cambiaban y podías encontrarte con que solo podías invitar a la mitad de personas".
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"Este año, aparte de aquellos que ya tenían reservado con anterioridad el día, más parejas se han animado a casarse, por lo que no hay prácticamente huecos para hacer bodas. De ahí que la gente las está dejando para 2023", explica.
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