a PCR. El viernes me comunicaron un contacto estrecho que había dado positivo y facilitado mi nombre a Osakidetza. Ese mismo día recibí un SMS citándome el sábado por la tarde, día de Navidad, en la Casa de Socorro para hacer la prueba. Sin cola, apenas tuve tiempo de saludar a viejos conocidos. A las 24 horas me comunicaron el resultado negativo. Por lo que dicen en mi programa favorito de los sábados por la noche en La Sexta, en la tierra de la libertad, las terrazas y las cañitas, este proceso puede tardar varias semanas. Osakidetza funciona. No sé por cuánto tiempo más.
Al que no sepa la mecánica de las tan publicitadas cumbres autonómicas le sorprenderá saber que el Dr. Sánchez habla el tiempo que quiere, de temas más o menos relacionados con la pandemia, sacudiéndose de paso todas sus responsabilidades sobre sus homónimos autonómicos. A continuación, por orden, cada presidente, expone sus propuestas o rebate, si se atreve, al anfitrión, pero en cinco minutos de reloj. Entiendo que se debe evitar el guirigay, pero roza la falta de respeto, aunque el paripé sirva para que aprendan a resumir sus intervenciones. Tampoco está mal. Otra cosa diferente es lo que cuenten luego, a los medios afines, en sus respectivas comunidades, exagerando un tanto sobre el tono y dureza de sus exposiciones, como guapos de zarzuela.
En la última cumbre del mes pasado, el Dr. Sánchez no hizo mención alguna a iniciativas legislativas que le corresponderían. Únicamente a la necesidad de vacunar, aunque para ello haya que movilizar jubiletas o soldados. Ni partidas presupuestarias especiales, ni endurecer algunas medidas restrictivas al estilo de Cataluña. Algunos esperábamos propuestas más imaginativas y ambiciosas, sin limitarse a un castizo y taurino, ¡que Dios reparta suerte!
Incluso en espacios abiertos y no sólo en la calle Matía, entre el Triku Harri y del Platero. Fue la propuesta estrella del presidente que todos acogieron enfervorizados. Como el pasaporte covid. Son medidas para hacer ver que se hace algo. Todos sabemos que no sirven para gran cosa, salvo para entretener y cabrear más a una ciudadanía aburrida y desmotivada.
Quienes de epidemiología saben, abogan por la reducción de aforos, disminución de personas en las reuniones sociales, limitar los grupos de convivientes en reuniones, cierre o limitación de horarios en ocio y hostelería, según los indicadores de riesgo, y el uso de mascarillas en espacios cerrados o abiertos masificados. Los que tienen sentido común, también. Desanima a la ciudadanía ese trato paternalista de los gobernantes, como si fuéramos tontitos del haba.
Ante la pasividad de Moncloa, algunas comunidades autónomas acuerdan adoptar conjuntamente estas medidas lógicas, que los medios filtraban desde el domingo, aunque las "aprobara" el LABI el martes con la presentación del decreto de medidas específicas de prevención. De entrada, poco serio. Hay que guardar las formas, aunque dudo que decidan nada en ese organismo de coordinación los máximos representantes institucionales. Sólo hay que ver cómo la mayoría de sus miembros repasan los apuntes al inicio de la reunión, como los malos estudiantes a la puerta del examen, mientras que el delegado del Gobierno sonríe a las cámaras. Como siempre.
Cuando se menciona a los fallecidos por el covid-19, quizás ayudara a comprender las ventajas de la vacunación, conocer las patologías que padecían las personas enfermas a las que el virus ha dado la puntilla. Inmunodeprimidos, tratamientos de quimioterapia, bajos de defensas por trasplantes, por ejemplo, sin necesidad de identificar a los finados. Lo de siempre, comunicación, que no es la lectura mala de un papel con el ceño fruncido, pasando el tanto de culpabilidad a la ciudadanía.
Otro "técnico científico", pero de los de verdad, de singulares atuendos, el Dr. Alfredo Corell, compara la contagiosidad de la variante ómicron con la del virus del sarampión, ya que un portador podría llegar a contagiar hasta a 18 personas. Y más de la mitad de los usuarios de las UCIs son personas no vacunadas, egoístas patológicos que, sin embargo, no cuestionan el tratamiento que reciben. Era Sócrates quien afirmaba que si alguien busca la salud, pregúntale si está dispuesto a evitar en el futuro las causas de la enfermedad; en caso contrario, abstente de ayudarle, porque, efectivamente, nos cuestan dinero y recursos humanos. Algunos quedarán con secuelas, con el consiguiente coste para la sociedad. Y todo, sin garantías de que espabilen para la siguiente.
Espero que, obviando mis tendencias republicanas, me traigan una de esas colonias que anuncian en la tele, porque a los usuarios les pasan cosas extraordinarias. Me gustan todas. La de ese marinero del velero al que se le aparece una rubia con un body blanco en el castillo de popa, la de la mulata y el cochazo o esa otra en la que una señora estupenda se asoma al Trocadero y la torre Eiffel hace brilli-brilli. Normal.
¿Qué pasa en Onkologikoa? ¿Y en la Fundación Nazareth? Fueron deliberadamente confusas y breves las explicaciones sobre el desmantelamiento progresivo de la Fundación Kutxa. Y como ocurre con estas tropelías, acá, allá y acullá, toda la pomada colabora para que se silencie la crítica sobre las decisiones estratégicas aprobadas por "todos" los representantes políticos relacionados con la Fundación. Curiosamente, la Fundación CaixaBank tiene una gran obra social que contrasta con la falta de compromiso y carencia de misión, de la única entidad financiera de propiedad pública de Euskadi.
Caldo. Tortilla de patatas del Nevada y manzanas asadas con mermelada de cítricos (65% naranja variedad Navel Chocolate y 35% limón) de mi agobiado proveedor artesanal. Tinto Monte Real de Bodegas Riojanas, reserva 2012. Café. Remy Martin y, a ver si ponen peli nueva en ETB-2 y no tenemos que ir a otra cadena.
Más de la mitad de los usuarios de las UCIs son personas no vacunadas, egoístas patológicos