- Fernando Mitxelena lleva ocho años como presidente de Kemen, asociación en la que entró "de rebote", para ayudar en la organización de la Behobia-San Sebastián. "Me llamó mucho la atención y pensé: Si esta gente puede hacer deporte, ¿por qué yo no?". Sus inicios fueron en el esquí, deporte que tuvo que dejar por la distrofia muscular que le fue diagnosticada a los seis años. "Es una enfermedad degenerativa que poco a poco me va dejando sin fuerza, así que lo tuve que dejar", recuerda Fernando. Fue en ese momento cuando empezó su carrera como tirador. "Se me da bien, aunque meto muchas horas", reconoce. "Recuerdo que de pequeño era bueno en Igeldo, disparando a los cacharros, y dije: Vamos a probar". No le ha ido del todo mal porque se ha quedado a "un pasito" de estar en los JJOO de Tokio. "Pensaba dejarlo aquí, pero tengo fuerzas, así que aguantaré hasta París", anuncia el presidente de Kemen, para quien "el deporte me ha cambiado la vida".

En esos momentos en los que hace deporte, "la cabeza no piensa en otras historias. Cuando estoy disparando, solo pienso en eso. Me evado", asegura Fernando, que, gracias al deporte, ha podido, por ejemplo, conocer los cinco continentes. No se ve como un ejemplo para nadie, pero es consciente de que muchos ven en él algo parecido porque "cuando les hablo de mi experiencia, la gente también piensa que puede llegar hasta ahí", considera un Fernando que "podría escribir un libro" con todas las anécdotas que ha vivido: "Al venir de un viaje mi silla de ruedas se la llevó un chino creyendo que se la dejaban y allí me quedé en el aeropuerto, sin silla y sin nada", rememora Fernando, que también se las ha tenido con los guardias de seguridad: "Nos habían roto una silla y creían que íbamos a pegar a alguien".