- Tras pasar diez años en Estados Unidos, primero realizando el máster en la Universidad de Stanford, y después como Assistant Professor en la Universidad de Illinois, actualmente forma parte del departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica de la Universidad de Tecnun. Su investigación en torno al desarrollo de algoritmos para estudiar el genoma humano, por la que el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) la incluyó en la lista de las jóvenes europeas más innovadoras, contiene dos líneas de trabajo: por un lado, la compresión de los datos genómicos y, por otro, su aplicación en medicina personalizada.

En 2019 el MIT la elige como una de las 35 jóvenes europeas más innovadoras por su investigación en torno a la programación de algoritmos para trabajar con el ADN humano. ¿En qué consiste exactamente y cuál es su potencial?

-Básicamente, trabajo sobre dos líneas de investigación y ambas están relacionadas con datos genómicos. Por un lado, el objetivo es poder almacenar los datos genómicos de manera más eficiente. Igual que utilizamos programas en el ordenador para comprimir archivos con el fin de que ocupen menos espacio, pero conteniendo la misma información. Es como bajar la resolución de una imagen: la foto se ve perfectamente, pero ocupa menos espacio en la memoria del dispositivo. La información generada al secuenciar el genoma ocupa mucho espacio, puede llegar a un Terabyte (TB) y el objetivo de mi investigación es, por un lado, reducir el peso de la información y, por otro, y de cara al análisis de los datos, que puedas poner el foco solo en la parte del genoma que te interesa, descartando el resto. La segunda línea de investigación está estrechamente relacionada con la biomedicina, y consiste en el desarrollo de algoritmos para extraer conclusiones de los datos que puedan ser aplicadas en medicina personalizada, por ejemplo para tratamientos personalizados de cáncer.

¿Ya se están aplicando sus algoritmos?

-Seguimos investigando en el ámbito de los algoritmos de compresión. No obstante, ya se han publicado muchos y para que su aplicación se realice a escala global, hace ya unos años la comunidad científica impulsó la constitución del consorcio International Standardization Organization en el que participamos como expertos, para crear un estándar en comprensión de datos y poder desarrollar nuevos formatos en torno a ese estándar.

¿Hay empresas que se han puesto en contacto con su equipo con el fin de aplicar los resultados de su investigación?

-Durante mi estancia en Stanford, al ser una zona muy tecnológica, hubo varias empresas que trabajan con datos genómicos y que mostraron su interés en nuestra investigación. Y es que la industria genómica se enfrenta al reto del almacenamiento de datos, ya que su coste cada vez es mayor por el hecho de que cada vez es mayor el volumen de datos.

¿Qué está haciendo actualmente?

-Actualmente formo parte del departamento de Ingeniería Eléctrica de Tecnun y, por otra parte, como te decía, continúo con la investigación sobre algoritmos de compresión y sigo trabajando en el desarrollo de métodos computacionales para el análisis de datos genómicos. Estamos centrados en un tipo de datos bastante novedoso que consiste en la secuenciación célula por célula, lo que te aporta muchísima información sobre la diversidad celular y es muy válido, por ejemplo, en el estudio de tumores. Se trata de una tecnología novedosa, porque hasta ahora no era posible secuenciar una célula individualmente.

El 11 de febrero celebrábamos el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. ¿Por qué es necesario marcar este día en el calendario?

-Se está haciendo un esfuerzo por parte de todo el conjunto de la sociedad para que las mujeres ocupen su lugar en el mundo de la ciencia, animando a las niñas a que estudien carreras de Ciencias. Creo que estamos en el buen camino, aunque todavía queda mucho para recorrer, de ahí la importancia de marcar en el calendario este tipo de iniciativas.

Qué necesarios son los referentes.

-Totalmente de acuerdo. Hay que empezar desde el principio, animando a las niñas, pero hay que trabajar también a otras escalas, porque no vale solo con animar a las chicas, hace falta que conozcan referentes, mujeres que tienen cargos de responsabilidad y que trabajan en todo tipo de ámbitos. Cuando llegas a la universidad y todos tus compañeros son hombres, te entra la duda de si vas a ser capaz.

¿Tiene compañeras?

-En mi caso, cuando me decidí por la rama de Ciencias en Bachiller solo éramos dos chicas. En la facultad éramos más. En Estados Unidos, la desigualdad entre hombres y mujeres es mayor: en Stanford de 100 alumnos solo 4 eran chicas y en las reuniones de investigadores a las que asisto hay muy pocas mujeres. En la universidad la situación es distinta, el balance es más positivo.

¿Siempre tuvo clara su vocación?

-Desde pequeña me han fascinado las matemáticas y la informática. No tenía muy claro qué quería estudiar pero terminé decantándome por la ingeniería en Telecomunicaciones porque aglutinaba todas las materias que me gustaban. En mi proyecto final de máster en Tecnun vi que me gustaba mucho la investigación, me animaron a marcharme a EEUU a hacer un doctorado, y lo hice gracias a una beca de la Caixa para cursar estudios de posgrado en Estados Unidos.