- “¡Qué triste está todo!”, “Sales a la calle y no hay alegría”. Desde que el COVID irrumpió en nuestras vidas, estos comentarios son muy frecuentes. Maider Gorostidi, psicóloga de la Asociación Guipuzcoana de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (Agifes), lo subraya: tristeza y depresión no son lo mismo, pero si la tristeza se incrusta, si condiciona el día a día, puede llegar a transformarse en una depresión.

¿Estamos más tristes desde la llegada del COVID?

-No disponemos de datos objetivos, pero sí observamos que el COVID ha generado miedo. De un día para otro tuvimos que quedarnos en casa y eso provoca incertidumbre, dudas, miedo...

El miedo por la salud es un factor, pero la incertidumbre sobre lo que pasará mañana, ese descoloque, ¿provoca tristeza?

-Sí. Pensábamos que teníamos controlado nuestro día a día y ese control ha desaparecido de repente. Hay muchos factores que ya no controlamos y eso nos coloca en una situación de vulnerabilidad. Sin más, hemos sido conscientes de que hoy estamos bien pero que no sabemos cómo estaremos mañana. El nivel de incertidumbre nos afecta.

¿Tenemos que gestionar ese miedo o dejarlo fluir?

-Nadie sabe cómo va a evolucionar esta situación. Nos decimos que hay que ser positivos, que será algo pasajero. Pero a veces ese miedo, esa tristeza nos condiciona en nuestra vida en tal grado que hay que pedir ayuda.

¿De qué estamos hablando?

-De que el miedo o la tristeza nos paralice. Se han dado casos de personas que antes de la irrupción del COVID llevaban su vida, su casa, sus relaciones, con normalidad, si es que hoy en día se puede hablar de una normalidad. Ha ocurrido que el miedo ha provocado incluso que algunas personas dejen su trabajo y sientan temor a salir de casa por el riesgo de contagio. Si acabas quedándote en casa por miedo...

Si se llega a ese nivel ¿hay que pedir ayuda profesional?

-Claro, porque acabas dejando las relaciones al margen, tienes miedo, tu vida se condiciona y la situación se prolonga. Hay que pedir ayuda.

¿Existe una tristeza social, colectiva, que se contagia?

-No me atrevo a decirlo. Lo que sé es que, cuando esa tristeza se enquista, hay que ver si hablamos de tristeza o de depresión.

¿Y dónde está ese límite? ¿Se pueda dar el paso de la tristeza a la depresión?

-La tristeza es un sentimiento primario, como la melancolía, es un malestar. No te sientes bien. Pero si perdura en el tiempo y si empieza a condicionar nuestro día a día, podríamos estar hablando de depresión. Yo puedo sentirme triste, tengo un motivo para estarlo. Pero si esa situación pasa y la tristeza perdura, podríamos estar ante una depresión.

¿Se pueden confundir tristeza y depresión?

-Sí, pero la depresión te condiciona la vida y dura en el tiempo. Sentirte triste es normal y hay que tomarlo con normalidad, aunque socialmente parece que está mal visto estar triste o tener miedo.

¿A veces no frivolizamos con la depresión? ¿No es una palabra que se usa con mucha facilidad?

-Sí. Es una palabra que se usa mal. Y eso hace mucho daño a las personas que sufren una depresión. Utilizamos mucho frases como “está depre”, cuando estar depresivo es muy duro y te hunde la vida.

¿Se puede decir qué es la depresión o cada persona la sufre de una forma diferente?

-Cada persona vive la depresión de forma distinta aunque haya síntomas que se repiten, como no tener ganas de hacer nada. También pueden darse síntomas físicos, como la tristeza, trastornos del sueño (dormir poco o demasiado)...

¿Cómo hay que actuar si alguien próximo tiene depresión?

-Hay que pedir ayuda e información sobre lo que le pasa a esa persona e invitarle a que, a su vez, pida ayuda profesional, que vaya a un especialista. Además, es fundamental estar ahí día a día.

¿Nos cuesta pedir ayuda o aceptar que tenemos una depresión?

-Depende de cada persona. Hay algunas personas que dicen “de esta salgo, de esta salgo” y piensan que lo pueden superar solas y a veces se quedan en el camino, lo intentan y no pueden.

¿La depresión se puede cronificar?

-Puede ser. Además el peor de los desenlaces puede ser el suicidio. Por eso, es fundamental pedir ayuda cuanto antes, para que la depresión no se instaure, no se cronifique y no se llegue a decidir acabar con la propia vida.

Si esas personas no se acercan al profesional, ¿qué se puede hacer?

-Algunas personas vienen a Agifes y nos dicen que no están bien, que necesitan ayuda de un psicólogo o realizar terapia de grupo. Pero muchas otras personas no se ven capaces de pedir ayuda y por eso hemos activado el programa Hurbilduz. Para este contamos con la ayuda de las familias, amigos, círculo próximo. Estos se ponen en contacto con nosotros y nosotros nos acercamos a la persona.

¿Cuál es su reacción?

-Nos aproximamos poco a poco, no hay varitas mágicas. Acudimos a la familia, hablamos con tacto con la persona y le ofrecemos ayuda.

¿Cómo se trabaja con las personas que tienen depresión?

-Ofrecemos apoyo psicológico individual pero también talleres. Nuestra experiencia nos ha enseñado que las personas cuando se enfrentan a otras que se hallan en la misma situación se dan cuenta de que no están solas,. Está siendo una experiencia positiva.

¿Desde que el COVID se hizo presente hay una mayor demanda de ayuda?

-No tenemos datos objetivos, no podemos hacer una comparación. Pueden darse dos escenarios: las personas que vienen y nos dicen que no están bien y otras que por el propio miedo que les paraliza, por el temor al contagio, no salen de casa.

¿Ese miedo está condicionando más a las personas de cierta edad?

-Lo que es cierto es que las personas mayores, sobre todo las que viven solas, están llevando esta situación con mucho miedo. La soledad también condiciona, ya que se están quedando aisladas.

¿Cómo se interviene en estos casos?

-En ello estamos. Hablando con las trabajadoras sociales, con los centros de salud...Estos pueden identificar a personas que se hallan en esta situación y se pueden poner en contacto con nosotros. De hecho, ya nos han llegado personas a través del Teléfono de la Esperanza y de los Servicios Sociales. Todavía no desde los centros de salud, pero esperamos que a un futuro también este canal pueda contribuir a contactar con las personas que necesitan ayuda.

La depresión puede superarse, pero, ¿deja huella?

-Sí que se puede superar pero después hay que cuidarse. Muchas personas, muchas, superan la depresión pero han sufrido una situación muy dura que deja cicatrices.

¿Y como pueden cuidarse estas personas?

-Identificando los factores que te llevan la depresión, qué te ha pasado antes para llegar a la depresión y así cuando se repiten esas sensaciones puedes actuar. Hay que estar atentos a las señales de alerta.

La persona y el entorno.

-Por supuesto. Es fundamental ser consciente de lo que te pasa pero mejor si los que te rodean están allí. Siempre atentos.

¿La depresión no tiene edad ni condición?

-No. Puede aparecer en niños y mayores, en mujeres y hombres, en gente con mucho dinero y en quienes no lo tienen.

¿Cuánto tiempo se puede prologar el trabajo con una persona con depresión?

-Es imposible responder a esa pregunta. Depende de cada persona. Y es que, además, hay casos en lo que no solo se presta atención psicológica, si no que se va más allá. Antes del confinamiento de marzo se acercó a nosotros una persona que no estaba bien. Llegó el confinamiento y seguía sin estar bien y no podía venir. En su situación decidió vender su piso y se quedaba en la calle. Le ayudamos a buscar una alternativa, porque no era capaz de tomar decisiones a este respecto.

En el caso de los niños, ¿los síntomas son los mismos?

-No es mi especialidad pero son similares. Si la tristeza perdura y se constata falta de ganas de jugar, inactividad, pueden ser síntomas de depresión.

¿La depresión afecta por igual a las mujeres que a los hombres?

-Las cifras indican que afecta más a las mujeres o que hay más diagnósticos entre las mujeres. No sabemos por qué, puede tener que ver la facilidad o no de pedir ayuda, el miedo al estigma... Todavía acudir al psicólogo o al psiquiatra cuesta.

¿Que se puede hacer?

-Darle cierta normalidad. Hay que entender que es algo que nos puede pasar a cualquiera, que podemos caer en la depresión por distintas causas. Lo estamos viendo con el COVID. Nuestra vida cambia de repente.

¿La economía puede ser un factor?

-Sí. Estamos observando cómo ante esta a crisis muchas familias están viviendo situaciones muy extremas, muy graves, sin fuentes de ingresos, con fábricas que se cierran, ERTE. Son factores muy potentes. Ya sabemos que el dinero no da la felicidad, pero ayuda.

¿Se dan casos en los que varios miembros de una familia sufren una depresión al mismo tiempo?

-Pueden darse casos y se dan. Y además, cuando los niños ven a sus padres en esta situación les afecta mucho, su vida se altera. Cada familia es un mundo y la forma en la que encaran la situación también es distinta.

Entre los jóvenes el suicidio se lleva más vidas que los accidentes de tráfico

-Así es. Las cifras son muy, muy, muy preocupantes. En Euskadi se suicida una persona cada dos días. Queremos actuar en la prevención para ayudar a las personas que están mal.

¿Las pistas que nos dan los jóvenes son las mismas? Encerrados en sus habitaciones con el móvil y el ordenador viven aislados.

-La sociedad ha cambiado mucho en ese sentido. Como padres y madres se nos cierran las puertas y tomamos con normalidad que los jóvenes estén en sus habitaciones, se relacionen en las redes sociales... Y nos cuesta más llegar a ellos. Por eso estamos trabajando con los centros escolares mediante el programa Zeuk Aukeratu, desde 4º de la ESO. Nos hemos dado cuenta que es muy necesario trabajar con ellos.

Parece que lo tienen todo.

-No estamos acostumbrados a la frustración. Lo tenemos todo, lo queremos todo y ya. Llegamos a frustrarnos, nos genera miedo y nos altera que no nos den un like en redes sociales. Hay que trabajar en la frustración, en esas expectativas que no se cumplen. Queremos que nuestros hijos sean felices y nos les decimos que no a nada. Aquí, hasta ahora, trabajábamos con mayores de 18 pero nos empiezan a llegar casos de personas más jóvenes.

“Hay personas que piensan que pueden salir solas de la depresión, lo intentan, no piden ayuda y, en ocasiones, se quedan en el camino”

“Las personas mayores están llevando esta situación con mucho miedo y cuando viven solas corren el riesgo de quedar aisladas”

“El factor económico tiene incidencia en la depresión, hay situaciones extremas. Ya sabemos que el dinero no da la felicidad, pero ayuda”