donostia - Zaporeak tiene intención de seguir desarrollando en Lesbos su tarea de repartir comida entre la población refugiada pese a la agresión que miembros de la ONG sufrieron el domingo por parte de un grupo de extrema derecha.
La coordinadora de Zaporeak en la isla griega, Malen Garmendia, explica que, de momento, el proyecto seguirá en activo en Lesbos. “Habrá que ver qué derroteros toma la situación y, en consecuencia, adoptar las decisiones que sean oportunas”, reflexiona.
Ayer el equipo de Zaporeak se quedó en casa tras recibir el aviso de que “había movimiento” y que se seguían formando piquetes . “Veremos cómo está la situación los próximos días, si podemos llegar a las cocinas y, por lo menos, aunque no podamos recuperar el ritmo normal, conseguimos hacer algo”, declara Garmendia.
Sobre el futuro del trabajo en Lesbos, Zaporeak ha puesto sobre la mesa “todas las opciones”. “Tenemos claro que no somos súper héroes y que lo primero es nuestra seguridad, pero de momento no queremos pensar en qué haremos si nos vuelve a pasar algo así. Ya lo decidiremos si ocurre”, incide Garmendia.
gran tensión Garmendia recuerda lo ocurrido el domingo, una jornada en la que acudieron a realizar el reparto de comida con normalidad aunque, reconoce, “fue un reparto con gran tensión” porque “la gente está ya muy cansada aquí, las personas refugiadas ven que su vida pende de un hilo, los gobiernos juegan con ellos y no se les garantiza ni cubrir sus necesidades más básicas”.
Pero, tras unos momentos de tensión, la situación se calmó y Zaporeak pudo realizar el reparto de alimentos sin mayores problemas.
Fue cuando finalizó este reparto y regresaban a sus casas cuando observaron “un grupo grande de personas en la entrada del pueblo”. Dos de ellas se dirigieron a la furgoneta de Zaporeak “hablando en griego”, observando que la comitiva no dominaba ese idioma. Fue en ese momento cuando Garmendia fue consciente de que la situación se estaba enrareciendo y que tenían que “dar la vuelta”.
“Cuando empecé a hacer la maniobra se acercaron todos los que estaban en ese piquete y se volvieron contra nosotros. Utilizaron todos los instrumentos que tenían a su alcance y palos para golpear la furgoneta, que ha quedado destrozada”, explica la coordinadora de Zaporeak en Lesbos. “Nos pincharon las ruedas, nos abrieron las puertas, nos querían sacar a la fuerza y nos reclamaban los móviles con insistencia. Tuvimos dificultades para poner en marcha la furgoneta pero, finalmente, conseguimos escapar de allí”, añade.
Detrás de la furgoneta circulaban dos vehículos con voluntarios y en uno de ellos viajaban dos personas refugiadas. “En ese momento pensé: si nos han hecho esto a nosotros, qué les pueden hacer a ellos”. “Por suerte” ese coche pudo pasar sin dificultad por llevar matrícula griega.
No corrió la misma suerte el vehículo de alquiler en el que viajaban los fundadores de Zaporeak, Zazpi y Peio García Amiano, Iñaki Alkiza, Javier Ruiz Redín y la periodista Estrella Vallejo. Un grupo de personas sacó del coche al conductor y al copiloto, los tiraron al suelo y los golpearon. Los que viajaban atrás consiguieron salir, mezclarse con la gente y pasar desapercibidos hasta que pudieron volver a montar en el coche y alejarse de la zona.
Los fundadores de Zaporeak tomaron ayer el avión de regreso a Donostia y, apunta Garmendia, “aunque físicamente están bien, anímicamente están tocados. No lo esperaban y aseguraban que nunca habían pasado en Lesbos tanto miedo”.
“Hay que aclarar que lo sucedido no es atribuible a toda la población de Lesbos, sino a un pequeño grupo de personas. Allí no habría más de 200, cuando en Mitilene (capital de la isla) viven 30.000”, quiere dejar claro Garmendia.
Pero reconoce que ese movimiento contrario a los refugiados “ha crecido” desde hace aproximadamente dos semanas. “Al principio fue un poco por sorpresa. Inicialmente personas de ideologías muy diversas se unieron para ir en contra de los centros, las cárceles, que el Gobierno central querían construir para los refugiados, de los que no les dejarían salir”, relata Garmendia para ilustrar la situación. “Todos se unieron para frenar ese proyecto y lo lograron”, afirma.
Las razones para oponerse a la construcción de ese centro no eran las mismas en todos los casos. “Los fascistas se oponían porque no quieren a las personas refugiadas aquí y los anarquistas, por ejemplo, porque no comparten que se encierre de este modo a la población refugiada”.
Una vez se logró el objetivo, que conllevó la salida de Lesbos “de un importante número de policías”, los fascistas asumieron lo conseguido como una “victoria propia”. “El siguiente paso fue ir directamente contra los refugiados y contra la ONG”.
Ante esta situación de tensión, algunas ONG se han decantado por evacuar a su personal y otras han dado libertad a sus voluntarios para continuar en Grecia o volver a sus hogares. “Nosotros en todo momento hemos dicho a los voluntarios que podían hacer lo que les pareciera oportuno, que es una decisión personal”, abunda Garmendia.
Pero, de momento, Zaporeak ha decidido que “como proyecto tenemos que seguir aquí” considerando que, de abandonar Lesbos, “siempre los más perjudicados serán los refugiados”: “Nosotros sufrimos este ataque, pero ellos tienen que sufrir a diario la agresividad de la policía y de algunos ciudadanos”.
Si las ONG abandonan la zona, constata Garmendia, “se perderían nuestros ojos y dejaríamos total libertad al Gobierno y la policía para hacer lo que quieran, porque no habría nadie que lo denuncie o habría mayores dificultades para hacerlo y la situación de la población refugiada sería todavía peor”, concluye la coordinadora de Zaporeak, ONG a la que el Gobierno Vasco expresó ayer su solidaridad y rechazo ante la agresión sufrida.
“Si las ONG se van de Lesbos, dejamos a los refugiados sin nuestros ojos y nuestra denuncia”
“No somos súper héroes. Si nos vuelve a pasar algo así, ya valoraremos qué decisión tomar”
Malen Garmendia
Coordinadora de Zaporeak en Lesbos