Donostia - En el contexto del décimo aniversario del anuncio de José Ignacio Munilla como obispo de Donostia, un grupo de laicos agentes de pastoral en parroquias de Gipuzkoa ha hecho público un comunicado en el que realiza una llamada a la unidad de la comunidad creyente del territorio y anima para ello a acudir el próximo 14 de diciembre a Arantzazu, a una eucaristía convocada por el grupo Gipuzkoako Kristauak.

El texto cuenta con más de 300 adhesiones y refleja una vez más el malestar y la desazón que existe en la comunidad cristiana con el modo que tiene el obispo de dirigir la diócesis. En el escrito, se le acusa de haberse dedicado desde que llegó al cargo a “derribar lo construido por miles de cristianos guipuzcoanos, obsesionado por someter a la diócesis a un estilo eclesial contrario al espíritu del Concilio”. Este empeño de Munilla ha convertido a la figura del obispo “en causa de división y de sufrimiento”. Acusaciones graves y sin precedentes en la diócesis de Gipuzkoa.

Pese a que el obispo trata de trasladar estos días una imagen de unidad queriendo minimizar el alcance de las constantes polémicas que provocan sus decisiones, lo cierto es que por la herida abierta en el seno de la iglesia guipuzcoana sigue manando abundante sangre. Este año han sido los propios fieles los que han expresado su malestar, por ejemplo en la Sagrada Familia de Donostia, contra sus planes inmobiliarios, o en Ibaeta y Arrasate contra el traslado de sus párrocos, provocando la inédita deserción de los catequistas y las familias de la parroquia.

En el fondo, lo que subyace en este conflicto es un choque entre modelos de iglesia. El que propugna Munilla colisiona con el que ha desarrollado la diócesis hasta su llegada, basado en el Concilio Vaticano II, con el Evangelio como guía, implicando a los laicos en la “participación y la responsabilidad” hacia la organización eclesial y valorando a la mujer “sin ningún tipo de discriminación”. Un tipo de iglesia que sintoniza con el actual papa Francisco y que, los firmantes del escrito, aseguran que es el que combaten Munilla y sus directos colaboradores. La de Munilla, es “una iglesia que lleva el clericalismo en su ADN, con unos sacerdotes dueños de las parroquias, un obispo señor de la diócesis y un laicado subordinado al clero, como si fuéramos menores de edad”.

Frente a la pretensión del obispo de hacer de la iglesia una comunidad de “dominadores y dominados”, los firmantes del escrito se oponen como “creyentes y adultos, hombres y mujeres libres”, que responden con un “no rotundo al clericalismo y la imposición de este obispo y los suyos. Este grupo de laicos muestra su desazón porque no puede “reconocer el espíritu de Jesús de Nazaret” en una iglesia que ha convertido su patrimonio en negocio inmobiliario, indiferente a la opinión de sus fieles ni de sus sacerdotes. Lamentan también el silencio del obispo ante cuestiones sociales de primer orden como el de la inmigración y, en particular, ante la misión que desempeña el Aita Mari, en contraposición con el mensaje transmitido por Francisco, que animó a los componentes de Salvamento Marítimo Humanitario a seguir trabajando”.

Conscientes de que el mandato de Munilla ha fracturado la diócesis, animan a participar en la llamada realizada por Gipuzkoako Kristauak el 14 de diciembre en Arantzazu, con el objetivo de recuperar la unión de la diócesis, ahora “herida y rota”. - N.G.