dONOSTIA - Euskadi no cuenta con ningún protocolo para detectar a los niños con alta capacidad, sino que en cada colegio el diagnóstico se realiza de forma “diferente”. El profesorado “no tiene formación” para conocer este tema y sin esa “sensibilidad” es muy difícil que se llegue a averiguar qué alumno tiene esta particularidad, asegura la presidenta de Alcagi, Merche Cruz. Por ello, desde esta asociación piden que se realice un test a todos los alumnos de primero o segundo de Primaria para que los que destaquen puedan ser sometidos a las pruebas necesarias por parte de un psicólogo clínico y que se dé “obligatoria formación” a todos los profesores.

Y es que, aunque parezca contradictorio, el fracaso escolar está muy presente en este colectivo. El 40 o 45% de estos niños llega a abandonar sus estudios, un porcentaje muy alto teniendo en cuenta su inteligencia. “No sabemos atenderles en el aula, no les damos lo que necesitan. A lo mejor nos confundimos en la manera de tratarlos y por eso pueden fracasar”, afirma Cruz, que empezó en este mundo tras descubrir que sus hijos tenían esta particularidad.Para tratar de dar respuesta a estos alumnos, el Gobierno Vasco acaba de anunciar la puesta en marcha de un plan durante el curso 2018/2019. “Pretendemos con ello detectar estas capacidades lo antes posible para poder intervenir adecuadamente. Es necesario incidir ante el ámbito educativo y ante la sociedad de la necesidad de una mayor intervención con este alumnado. Debemos identificar todos los casos, para así poder ayudarles de una manera más directa y eficaz”, afirmó recientemente la consejera de Educación, Cristina Uriarte.

Sin embargo, los que están implicados en este fenómeno de la alta capacidad necesitan más que palabras. Además, creen que el problema es el de siempre, el económico. “Como no genera recursos, por parte de Educación no dan ayudas” con las que se conseguiría una persona de apoyo para estos chicos, subraya Merche Cruz. Según su opinión, los niños se deberían someter a las pruebas de detección con seis o siete años, porque ya el pensamiento “está desarrollado y estable”, por lo que es “más seguro” valorarlo a esa edad que antes.

Hay que intentar que estos niños “no se aburran” y, por tanto, dejen de trabajar. “Lo que tenemos que conseguir es que esa capacidad que tienen la hagan florecer”, afirma esta mujer, que cree que el trabajo diferenciado, dirigido a este colectivo, es fundamental para conseguir motivar a estos niños. “El 50% de su jornada debería ser de trabajo diferenciado y en unos centros no se da nada y en otros muy poco”, lamenta.

salto de curso Uno de los colegios que pone como ejemplo, y en el cual se ubica la sede de Alcagi, es el centro San Luis La Salle, en Bidebieta, Donostia. A los niños con alta capacidad se les saca una hora fuera de clase y se trabaja con ellos de forma conjunta. “Es muy bueno juntar a los iguales. No hay que hacer siempre grupos heterogéneos, uno listo y uno que le cuesta más, sino que hay momentos en los que hay que hacer grupos homogéneos para que ellos disfruten del trabajo, si no algunas veces llegan a frustrarse, no sobresalen, no brillan tanto como podrían brillar”, insiste esta profesora.

También puede ser positivo para el alumno saltar de curso, lo que ahora se llama flexibilización. Pero para ello hay que tener en cuenta a los niños: “hay que hablarlo con él, porque igual está muy integrado en el grupo y no quiere cambiar”, afirma Cruz, que asegura que también puede suceder todo lo contrario, es decir, “que estén muy mal” en su clase y subir un curso “les venga de maravilla”.

Asimismo, existe la posibilidad de realizar una flexibilización parcial, es decir, que se muevan a un curso superior pero solo para una asignatura. “Si es buenísimo en un área, en matemáticas por ejemplo, es bueno pasarle de primero de Primaria a segundo, porque ahí ya le estás dando un trabajo diferenciado. Va a estar contento y va a salir adelante mucho mejor”, defiende Merche Cruz.