donostia - Los modelos de simulación de transporte que se utilizaron para prever la deriva del vertido del Prestige se emplean hoy en día en Azti para hacer frente a “otro gran problema del medio marino”, como es la presencia de basuras y plásticos. Los investigadores tratan de prever los desplazamientos de tanta porquería para minimizar su impacto. “El problema es que una vez que estos plásticos llegan al mar, se convierten en algo incontrolable”, denuncia el investigador Javier Franco.

¿Se han convertido en la mayor amenaza para el litoral guipuzcoano?

-Es uno de los temas que más preocupa, no solo aquí, sino en todo el mundo. Es un problema que requiere de medidas y soluciones urgentes a corto plazo. Las propias corrientes hacen que estos residuos se vayan distribuyendo por todos los océanos del mundo. De hecho, algunas de las zonas con mayor acumulación de plásticos están muy alejadas de los lugares por los que esas basuras llegaron de la tierra al mar.

¿Cuál es el canal habitual para que toda esa porquería acabe a la deriva?

-La mayor parte de las basuras que entran en el mar son de origen terrestre, y sólo un 20% se vierten desde los propios barcos. El problema es que una vez que estos residuos llegan al mar se convierten en algo incontrolable.

¿Por qué?

-Porque a partir de ahí interviene una serie de procesos químicos que hacen que esas basuras se vayan transformando. Por ejemplo, por efecto de la luz, esos plásticos se van degradando y fragmentando, y se alejan por efecto de las corrientes. En el Pacífico norte, por ejemplo, hay una gran mancha de plásticos porque en todos los grandes giros oceánicos se acumulan muchos residuos, alejados de la zona de origen. Es decir, una vez que estos restos llegan al mar dejan de ser controlados por el ser humano...

Un ser humano que hace un uso desmesurado del plástico...

-Ahí está el problema. Hay que actuar a nivel local y global. El problema de los plásticos en el mar no se va a solucionar si no se implantan medidas que pueden parecer muy drásticas. En algunos países como Marruecos está prohibido el uso de bolsas de plástico. En otros está muy restringido. Es algo que llegará aquí, porque no hay más que darse una vuelta por la playa o la costa para ver los efectos que está teniendo tanto plástico.

Usted trabaja desde hace dos décadas en Azti. ¿El del plástico es un problema que ha ido a más?

-Hace unas décadas era impensable tener una bolsa de madalenas y dentro de la bolsa a su vez otra bolsita individual para cada una de ellas. Con respecto a la alimentación, quizá las cosas hayan podido mejorar desde el punto de vista higiénico, pero es un drama desde el punto de vista ambiental. Hay que cambiar el chip, y dejar de ver como algo normal llegar a casa con ocho bolsas de plástico diferentes después de hacer las compras.

¿Es algo que está teniendo su impacto también en los animales?

-Sí. Estamos realizando otro proyecto para comprobar la cantidad de plásticos que ingieren las aves de nuestras costas. ¿Cómo es posible que esos plásticos acaben en el estómago de una ave marina? No es algo que debería ocurrir de manera natural.

Al margen de estos residuos, ¿cómo definiría la calidad de las aguas del litoral?

-Desde hace 22 años llevamos el seguimiento del medio marino para la Agencia Vasca del Agua (URA). Se trata de una red de vigilancia lo más completa posible, tanto de la costa como de los estuarios, en la que se analiza la calidad del agua, de los sedimentos y de los principales grupos de organismos que hay en la costa. En ese sentido, cabe destacar que el medio marino y los estuarios han mejorado de manera significativa, en buena medida, gracias a sistemas de saneamiento como las depuradoras. La situación de los ríos es claramente mejor que hace 25 años. A pesar de que siga habiendo algunos vertidos, hoy en día es muy raro ver un río lleno de espumas por vertidos industriales, como ocurría hace 25 años.