donostia - El viejo gimnasio de Mundaiz, que tantas personas conocen de otro tiempo, vuelve a abrir sus puertas hoy con la ilusión de los comienzos inciertos y el deseo de convertirse en un lugar de referencia de la economía circular. El trabajo no ha hecho más que comenzar. Se respira en el local la ansiedad de un equipo que ultima detalles.

La sala parecía ayer desierta: una mujer pasando la aspiradora, un obrero recibiendo la nueva escalera con cemento... algo que no era ni mucho menos cierto. “Somos conocidos, pero mal conocidos”, recalca la directora de Comunicación de Emaús, Begoña Cabaleiro. Poco después llama al equipo de esta nueva aventura. Es el momento de hacerse la fotografía.

Por los largos pasillos del gimnasio comienza a desfilar una veintena de trabajadores, entre ellos, responsables de innovación social y educación. “Realizamos una labor que quizá no sea visible. La gente se ha quedado con lo de Traperos, que ni mucho menos desdeñamos, pero no solo se trata de recogida de muebles y venta de objetos de segunda mano”, desmiente Cabaleiro.

La reflexión en torno a todo ello surge tras la escisión que Traperos de Emaús vivió hace unos años, que desembocó en dos entidades: la fundación y Emaús Traperos Sociedad Cooperativa. “Si se analiza la labor que realizamos, más allá de prendas y muebles auxiliares, el grueso de nuestra actividad está en la gestión de centros de personas sin hogar”, dicen los trabajadores, como es el caso de Munto, Uba, Pasaia o Errenteria, centros en los que se está aplicando una interesante metodología de innovación social.