La comarca de Urola Kosta es conocida por sus paisajes naturales, como playas, montes y acantilados... La gastronomía también es una bonita excusa para acercarse a estos lares y marcharse con el estómago lleno. Pero hay otra forma de alimentarse: en muchos rincones, esculturas tanto discretas como imponentes esperan a los paseantes y visitantes para nutrirles el alma.
Estas esculturas, además, saben que se encuentran en un lugar privilegiado y, por eso, también quieren tomar asiento en primera fila frente al mar o ante las buenas vistas que ofrece la comarca. El arte, como la gastronomía o el paisaje, es subjetivo. Cada uno puede sentir algo distinto ante la misma obra. Y los artistas son conscientes de ello; una vez terminada la creación, deja de ser suya y pasa a pertenecer a quienes la miran.
‘Elkarrizketa-Diálogo’, en Zumaia
Así ocurre con Elkarrizketa-Diálogo, la escultura que Iñaki Olazabal (Andoain, 1959) regaló a Zumaia en 2010. El artista falleció el pasado 3 de mayo a los 65 años, pero dejó un legado que perdura en esta localidad costera (también dejó más diálogos repartidos por distintos lugares). Que nadie los confunda con los Moais hablantes.
Curiosamente, en Trapagaran existe una versión similar de esta escultura, con cinco piezas en lugar de las siete que componen la de Zumaia. Recientemente, alguien interrumpió la conversación que aquellas figuras mantenían silenciosamente en Bizkaia. Y es que, fue víctima de un acto vandálico.
La de Zumaia también está en silencio, observando a vecinos y visitantes que van a la playa, al río, a la estación... Aunque muchos la miren y pasen de largo, hay otras personas a las que les genera interés y despierta en ellas un diálogo mientras observan el Diálogo. La escultura lleva 15 años frente a los Astilleros Balenciaga, al otro lado del río, presenciando cómo se botan los barcos. A veces, por las noches, le cuesta irse a dormir tranquila por la situación que atraviesa el astillero. Porque aunque está hecha de zinc, su apariencia recuerda a la piedra. Y aunque no tenga voz, desde su inmovilidad, también forma parte de la vida del pueblo. Tanto es así, que para los más pequeños (y no tan pequeños) las figuras de Elkarrizketa-Diálogo no son sólo arte: son una Pokeparada en el juego de Pokémon Go. Por eso no es raro ver gente allí, mirando la escultura... además de las pantallas de sus teléfonos “inteligentes”.
La ‘Dama’ del Malecón de Zarautz
También en Zarautz existe una figura que parece estar siempre de guardia frente al mar: Zarauzko Dama. Esta escultura es firme, elegante y de gran presencia. Fue creada por Marcos Hernando y se instaló en 1996.
Con una altura de más de cinco metros (tres veces la de una persona promedio) la obra no se deja empequeñecer por el amplio paseo del malecón donde se ubica. Su figura es totémica, femenina y parece estar plantada con un propósito que, al menos, ella lo tiene claro: vigilar, velar y proteger su entorno tan maravilloso y único.
El material es de acero inoxidable con acabado satinado y le da una apariencia cambiante, cual camaleón, asemejándose a las puntas de las pirámides de Egipto (antaño, eran de oro y al darles el sol se volvían un faro blanco). Ésta a veces brilla con luz propia y otras veces refleja el sol, la luna o las farolas del paseo.
El autor quería que la dama tuviera una presencia imponente a la vez que ligera, por eso eligió el material mencionado, para reflejar la luz que para él “desmaterializa” la escultura en ciertos momentos. Esa interacción con la luz solar o nocturna hace que sea aún más liviana, casi flotante. De día o de noche, con sol o con nubes, su silueta destaca desde todos los ángulos: desde el mar, la playa o el malecón.
Mientras que la muchedumbre transita por el malecón (sobre todo en temporada alta), ésta transmite calma a todas horas. Le gusta ver las olas, los surfistas, los socorristas, a la gente tumbada en el arenal e incluso, de vez en cuando, se le antoja algún helado al ver a los turistas degustarlos. Ella sigue allí, inmóvil, como si supera que su papel es simplemente estar, sin necesidad de respirar siquiera.
Testigos de la vida cotidiana
Así las cosas, tanto en Zumaia como en Zarautz, estas esculturas, además de embellecer el paisaje, se convierten en testigos de la vida cotidiana de los habitantes y de los visitantes durante la temporada alta. Son reflejo de un arte que no se impone, que encaja con el entorno e invita a detenerse, a mirar, a pensar (cada día algo diferente). Ya sea la quietud de La Dama del malecón frente al mar o el diálogo silencioso de los Moais de Elkarrizketa, ambas recuerdan que, en el caos del día a día, donde todos vamos corriendo y deprisa siguiendo el tic-tac del reloj, hay momentos para el silencio, para la pausa y para escuchar lo que no se oye y para observar lo que, a simple vista, no se ve. Estas esculturas seguirán allí plantadas, viendo el espacio-tiempo pasar lentamente, mientras las personas viven rápidamente.