cuando estalló la Guerra Civil, el bermeotarra Juan Azkarate no tenía más que catorce años. Pero pese a su juventud se presentó voluntario para formar parte de la Marina Auxiliar de Euzkadi, un cuerpo formado por arrantzales y pesqueros reconvertidos en barcos de guerra. Con medios precarios y alzando una ikurriña y una bandera republicana, defendieron el Cantábrico de la armada franquista. Prestaron labores de escolta, protegieron los puertos de las minas y lucharon frente a verdaderos buques de guerra.

Este año se cumple el 80º aniversario de esta marina, y para celebrarlo el Museo Naval de Donostia homenajeó ayer a Juan Azkarate, quien a los 94 años es el único superviviente de este cuerpo. Denis Itxaso, diputado de Cultura, le entregó en nombre de la Diputación Foral de Gipuzkoa una ikurriña como símbolo de aquel primer Gobierno Vasco que “reunió distintas sensibilidades al servicio de las instituciones y de la libertad”. “Juan Azkarate y la Marina Auxiliar forman parte de nuestra memoria histórica, que es una historia de valores, como la libertad, la justicia y la democracia”, dijo Itxaso.

Soco Romano, responsable del museo donostiarra, explicó que en dicha marina tomaron parte “917 hombres y tres mujeres, entre los que se encontraba Juan Azkarate”. Partió a la guerra, después de que su madre muriera en un barco de vuelta a Gernika, cuando él tenía diez años. “Me tocó estar donde me mandaron”, apuntó Azkarate. Tomó parte en la división de Transporte de Aviación de Granollers, en Catalunya, donde hubo un bombardeo como el de Gernika.

Después de pasar tres años en Catalunya, partió a la localidad francesa de Argelés-sur-Mer, donde estuvo en un campo de refugiados “con más de 50.000 personas”, relató. En 1939, al terminar la guerra, Azkarate regresó a Euskadi, donde pasó por un campo de concentración en Irun, y posteriormente permaneció durante un mes en la cárcel de Larrinaga, en Bizkaia. “Toda esta historia está en el Museo de Granollers”, añadió el superviviente.

Batalla de Matxitxako

Joaquín de Egia

Azkarate se libró del episodio más conocido, la batalla de Matxitxako, en la que perdió amigos y compañeros porque dio la casualidad de que su barco, el Araba, estaba siendo reparado. “Esta es la historia de Juan y de los hombres y mujeres que lucharon por la libertad, sabiendo que no tenían medios pero que la razón y la justicia estaban de su parte”, apostilló Itxaso.

La Marina Auxiliar de Euzkadi fue una de las unidades militares más singulares y menos conocidas de las que tomaron parte en la Guerra Civil. Su dependencia del Gobierno Vasco le dio además una “gran significación política”. Fue creada en 1936 por la Consejería de Defensa del Gobierno Vasco para ayudar a la Armada Republicana. Aunque la personalidad de su responsable, Joaquín de Egia, condujo a que esta fuerza naval adquiriera una autonomía operativa absoluta respecto a la Marina Republicana.

Para organizar esta fuerza auxiliar, Egia convirtió en buques de guerra algunos pesqueros que estaban refugiados en Bilbao, llegados de la evacuación de Pasaia, y sin ocupación. Los dotó con artillería o con aparejos para rastrear minas submarinas y de ikurriñas y unas banderas republicanas. Las tripulaciones se organizaron con voluntarios, el 87% de ellos vascos. La mayoría militaban en ELA-STV o el PNV, aunque también había un importante núcleo de afiliados al Partido Socialista o la UGT.

Este homenaje se enmarca en las actividades conmemorativas que ha programado el Museo Naval junto a la Asociación Matxitxako, cuyo miembro Jaime Del Río estuvo ayer presente en el acto para representar a los familiares y amigos de estos marineros. Durante estos días se podrá ver en el museo una muestra de piezas y documentos sobre la Marina Auxiliar, y se podrá asistir a varias conferencias sobre la materia a cargo de Oihane Pardo, hija del fundador del museo, Juan Pardo; y de Ramón Barea.