donostia - ¿Cómo cayó en el alcoholismo?
-He consumido speed, coca en la época en la que salía los fines de semana, desde joven. Soy peluquera y hacíamos desfiles de modelos, era un entorno que consumía. Tuve una situación emocional fuerte con mi exmarido, se complicó todo y un sobrino mío enfermó. Me rompí emocionalmente y ahí empecé a usar el alcohol para tapar mis problemas. Mis hermanos me arroparon y no tuve ningún problema para dejar las drogas ilegales, pero el alcohol lo tenemos al alcance de la mano todo el día.
¿Era consciente de su situación?
-Me daba cuenta de que tenía dependencia con el alcohol. No quería ver ni sentir, y para mí era una solución. Tenía cenas en casa y antes de que la gente llegara yo ya había bebido. Si había una comida familiar en un restaurante, como que controlaba, pero muchas veces ya había bebido antes o llevaba en el bolso un botellín...
¿Con qué?
-Con vino blanco. Al final, llegué a utilizar otro alcoholes más fuertes como ginebra, whisky o vodka.
¿Por qué cambiaba de bebida?
-Para poder estar un poco más así... me pegaba un chupito y estaba como que... ¡puf! Ya estoy tranquila y puedo afrontar esta situación.
Era una manera de engañarse.
-Hacía una pantalla de mí. Llegué a no querer ir a trabajar, a no tener ilusión por nada. Decirme: no quiero vivir así, no quiero vivir así, hoy no bebo, hoy no, hoy no... Salía de casa y antes de abrir el negocio cogía el periódico, el pan y bebía dos cervezas. Y ahí empezaba una rueda. En casa bebía a escondidas. Mi pareja actual me decía: Leo, ¿qué te está pasando? Cuando fui a mi nuevo piso lo primero que puse fue el mueble-bar. Era llegar de la peluquería y empezar a tomar alcohol. Muchas noches me quedaba inconsciente de tanto beber, me tenían que meter en la cama. Y cuando me levantaba por la mañana era incapaz de mirarme al espejo.
¿Como se sentía?
-Me sentía rota, frustrada, no me quería. No podía salir del pozo. Era angustioso. Decía no, y lo hacía, me cargaba de culpabilidad. Estaba hecha una mierda, totalmente rota. No lo quiero volver a sentir.
¿La clientela se daba cuenta de su situación?
-Sí, sí. En mi forma de actuar. No era yo, no tenía ilusión. Tengo que dar las gracias a la clientela y a las compañeras que he tenido. Es que no son empleadas son mis compañeras. Ahora me encanta disfrutar de mi vida y volver a nadar, coger los palos de norwalking, andar, vivir, vivir, vivir... Ahora empiezo a ser yo, me quiero y me encanta la vida.
¿Cómo conoció Aergi?
-Mi pareja actual decía que algo había que hacer y yo le contestaba que podía sola. Me costó. Hasta que por medio de una amiga aparecí en Aergi y fue mi tabla de salvación. Llevo tres años en terapia y es un trabajo diario, constante. Voy contenta porque en cada reunión siempre hay algo que te aporta. He sido muy soberbia y cabezona, hasta que me acepté y dije: esto es lo que hay, o cojo las riendas de mi vida o me voy a la mierda. Confié en Aergi plenamente y he seguido sus instrucciones, aunque he tenido recaídas después de estar meses sin beber. Ahora empiezo a ver los colores de la vida.- A.A.