donostia - “El duelo es la experiencia vital más fuerte de todas”, afirma Izaskun Andonegui, enfermera especialista en salud mental y experta asesora en el duelo. A todas las personas les llega el momento de dolerse por la pérdida de alguien importante en la vida. Este proceso puede volverse patológico si se alarga más de tres o cuatro años, siendo necesaria la ayuda de profesionales.

Varios menores y jóvenes han fallecido en las últimas semanas en Gipuzkoa. ¿Cómo se encaja la pérdida de un hijo?

-La muerte de un hijo siempre es traumática, porque es algo no natural. Es una pérdida que sacude a los padres en lo más profundo y cuestiona como ninguna otra experiencia el sentido de la vida, porque es el vínculo más fuerte y duradero. No hay dos duelos iguales para una misma persona y el dolor solo sabe cada uno lo que es.

¿Cómo se puede superar?

-Cuando alguien pierde a un ser querido, y sobre todo un hijo, hace una elección en su proceso entre querer seguir viviendo sin el ser querido o morir en vida. Siempre hay esperanza en el duelo, por muy difícil que parezca. La mayoría de las pérdidas se superan sin ayuda profesional y en base a tres pilares: elegir volver a vivir, dar espacio al tiempo y unos buenos apoyos sin prisa y sin juicio. Al principio los apoyos aparecen de una manera natural, pero lo difícil es que perduren en el proceso.

Hay casos en los que los padres afrontan el duelo por caminos muy distintos.

-Alba Payas, una psicoterapéuta pionera en el duelo a nivel estatal, habla de un duelo instrumental y uno más emocional, vinculados a lo masculino y a lo femenino, pero perfectamente puede haber una mujer con un perfil más instrumental y viceversa. El instrumental está asociado a una expresión más limitada del sentimiento, vivirlo en privado. Pero eso no quiere decir que no duela. Necesitan un buen apoyo y no socializar tanto el dolor. Le caracteriza el hacer, el trabajar y el cuidar a los demás. Y por el otro lado, está el duelo emocional. Son personas que expresan el dolor de forma más abierta y buscan la ayuda fuera del entorno familiar. En el caso de los padres, puede que uno de ellos sea más emocional y el otro más instrumental, lo que puede llevar a veces a un desajuste en la pareja. Es muy importante que ellos sepan que la manera de afrontarlo es distinta, pero no por ello era menos importante el hijo para ellos.

En el caso de los niños, ¿tienen una capacidad distinta de percibir la muerte y de pasar el duelo?

-Sí, el niño que está en duelo está ya en la vida, mientras que el adulto en duelo tiene que volver a la vida. Cuando un chaval recibe la noticia de la pérdida de un hermanito puede tener reacciones muy distintas, llorar y después jugar, porque está muy en el día a día. Nos puede desconcertar.

¿Cómo se puede acompañar a un menor en esta experiencia?

-Como es un ser en construcción, su concepto de muerte también va en construcción. Necesita a un adulto de referencia que le dé seguridad y que se cuide primero a sí mismo, porque probablemente también esté en duelo. El adulto debe esperar a las preguntas del niño para contestarlas sin miedo. Un chaval, hasta los 6 años, no entiende que la muerte es permanente, entonces es muy importante que el adulto hable con él en un entorno de seguridad y protección. En casa por ejemplo, sin interrupciones, con contacto físico y visual, y con un lenguaje claro.

¿Cuál sería la manera más acertada de comunicarle la muerte de un allegado?

-No hay que decirles que se ha ido, porque se lo tomará de manera literal y se sentirá abandonado. O está en el cielo, porque se preguntará por qué no vuelve si sabe dónde vive. Hay que decirle que ha muerto, y explicarle que cuando alguien muere se le para el cuerpo y no le vuelves a ver, aunque siempre va a estar en tu corazón. El chaval crecerá, hará más preguntas e irá dándole forma a su concepto.

¿Un proceso de enfermedad puede preparar para la muerte?

- Hablamos de una anticipación a la pérdida más consciente, informada y con comunicación. En la despedida siempre se llevan una parte nuestra, me atrevería a decir que es una experiencia espiritual, yo diría que la mayor en la vida. El aterrizaje es más suave, aunque no te das cuenta de lo que viene después hasta que lo vives, porque la ausencia va a ser la misma y las tareas del duelo también. Pero nos hemos podido decir lo que hemos vivido, agradecernos y perdonarnos si había algo pendiente, y esto va a ayudarte después.

¿Entonces es cuando aparece el sentimiento de culpa?

-La culpa es una protección en el proceso del duelo que nos mantiene cerca del ser querido -a través del dolor- y una de las emociones más complicadas de elaborar. A veces es inconsciente y otras veces es consciente y real, porque quizá esta persona ha fallecido por una negligencia tuya. También está la culpa del superviviente y suele aparecer cuando yo ya he vivido y era yo quien se tenía que haber ido. Y también está la culpa de empezar a sentirme mejor, cuando un día descubres que no le has tenido en la mente, o te descubres con una carcajada. Es un momento en el que sentimos que nos vamos alejando, pero realmente nunca vas a olvidarte de este ser. Al final del duelo sueltas el dolor, pero no les olvidas.