una doctoranda de la UPV/EHU, la portuguesa Ana Margarida Fernandes, ha descubierto un camino simple y barato para llegar a conseguir agua seca, o canicas líquidas. Esta sustancia ya se utiliza por ejemplo en las sombras de ojos o en los champús en seco, pero a un coste mucho mayor. Después de un año y medio de trabajo, esta manera de transformar el agua en un sólido podría tener aplicaciones, además de cosméticas, agrícolas y hasta gastronómicas. El profesor David Mecerreyes, que dirige la tesis de Fernandes y es investigador de Ikerbasque, afirma que se trata de “un paso más hacia delante en la ciencia y el desarrollo de materiales, que puede abrir nuevas posibilidades”.
Las canicas líquidas, que ya existían, son gotas de agua recubiertas de polímeros y que se pueden manipular como un sólido. “Nosotros partimos de un monómero muy conocido, el poliestireno, que es más barato comparado con lo que ya han hecho. Además la ruta de síntesis que hacemos nosotros es muy simple”, explica la creadora. Lo que quiere decir es que han encontrado una manera de llegar a este polvo de agua muy barata y sencilla. Mientras la materia prima para crear las canicas líquidas de la forma usual cuesta 100 euros el kilo, porque necesita silicio que es lo que encarece la cifra, usando estireno el precio se reduce a 24 euros el kilo.
Para producir agua seca hay que añadir en una batidora agua y el polvo que Fernandes sintetiza. “En quince minutos a altas revoluciones, obtienes una especie de polvo que tiene toda el agua encapsulada”, detalla Fernandes. “Cualquiera podrá hacerlos sin necesidad de tener un sofisticado laboratorio”, menciona. El agua microscópica se introduce dentro de las partículas de polvo cuyo caparazón está formado por monómeros. “Y en esa agua pueden disolverse diferentes elementos químicos con sus correspondientes propiedades”, añade el doctor Mecerreyes. De esta manera, el agua puede manipularse como si fuera un puñado de polvo, un sólido que contiene un 90% de agua, “al igual que el cuerpo humano”, señala el investigador.
La aplicación de este material más económico es la misma que la del más caro, pero podría ser más competitivo por el precio. Por ejemplo, podría utilizarse para almacenar CO2, el gas problemático que causa el efecto invernadero en la atmósfera. “La superficie de las partículas es muy alta y se pueden transferir gases en la capa que protege el agua porque tiene mucha capacidad de almacenamiento”, explican ambos científicos.
Otro uso muy interesante es para sistemas de riego. El agua puede salir muy poco a poco de sus cápsulas, así se puede utilizar para regar. Se aplicaría directamente sobre la tierra”. Si te vas de casa, puedes aplicarlo y que te dure unos días para que vaya regando poco a poco”, aclara Mecerreyes. Por último, han barajado un uso algo futurista inspirado en las esferulizaciones del cocinero Ferran Adriá. “Ellos hacen una especie de geles a partir de líquidos. Aquí podríamos encapsular un líquido con un sólido”, cuenta el doctor. No obstante todavía habría que desarrollar polímeros comestibles.
Sin embargo, todas estas aplicaciones solamente podrían hacerse realidad si alguna empresa estuviera interesada en una de ellas, porque en el edificio Joxe Mari Korta de Donostia se dedican a formar investigadores jóvenes y no a comercializar. Profesor y alumna se muestran encantados de poder “colaborar y explotar estos desarrollos”. Además, de esta manera, Fernandes podría completar todo el proceso, desde el desarrollo del producto hasta su comercialización. Hace ya dos meses que la joven de 26 años publicó su investigación en la importante revista científica Polymer. Su siguiente paso es continuar sus estudios, esta vez centrada en los floculantes para purificación de aguas.
preparación de una canica líquida. En tan solo quince minutos casi cualquier persona podría fabricar una cantidad de agua seca, o canicas líquidas. Pero en este experimento solo se muestra cómo se genera una. Con una micropipeta se añade una gota de agua sobre el polvo, que son monómeros de poliestireno.
Encapsular el agua. Una vez el agua está en contacto con estos polvos, se procede a encapsularla. El líquido se introduce en el interior del polvo, volviéndose un sólido. El agua seca son millares de bolas de este tipo pero en tamaño más pequeño. Según las propiedades que se quieran añadir, el color es diferente y en el caso del naranja se trata de propiedades magnéticas.
las propiedades de los ‘polvos’. Tras la encapsulación, el agua seca tiene la apariencia de estos polvos rosas y amarillos, que están repletos de agua (hasta un 90%) en su interior. En cuanto al experimento, la pequeña bola es sumergida en agua y al tener propiedades magnéticas puede ser desplazada dentro del agua con un imán.