donostia - Los trece alumnos de Kaskarotenea Ikastola de Ziburu, en Lapurdi, retomaron las clases ayer, después de las vacaciones. Pero la precaria situación en la que se encuentran desde el inicio de curso se presentó aún más complicada. Cuando llegaron por la mañana, el alcalde, Guy Pouloy, ya había hecho efectivo el corte del suministro eléctrico que priva a la ikastola de luz y calefacción, un paso más en las medidas adoptadas para que abandonen el espacio que les cedió hace dos años junto a la escuela pública del municipio. En previsión de esta circunstancia, Kaskarotenea ya contaba con un equipo electrógeno para suplir esta carencia, y lo encendieron al mediodía.

Estuvieron toda la mañana sin luz. Por eso, los padres de los niños decidieron poner velas en las aulas que, junto a alguna linterna, facilitaban la visión. Mientras tanto, la directora del centro, Laida Mujika, se encontraba a la espera de que llegara un electricista que conectase el equipo electrógeno. “En principio con eso debería funcionar”, apuntó Mujika, que según dijo, los niños no se dieron demasiada cuenta porque “no llovió, ni hizo tanto frío”. Sin embargo, la directora consideró que no se trata de una solución por el ruido que genera el aparato. “El problema es que hace mucho ruido, para nosotros y para los niños de la escuela pública (el centro contiguo) también. No es ninguna solución y a nivel de seguridad tampoco es lo ideal”, lamentó.

La escuela pública colindante abrió también ayer sus puertas por primera vez después de dos años de obras. En este sentido, Mujika recalcó que no puede entender que Kaskarotenea esté en una “situación que da pena”, mientras el edificio de Sokoa que ocuparon los más de 100 alumnos de la escuela pública durante el tiempo que duraron las reformas está ahora libre tras acabar la reforma. “Ahora eso está vacío, con luz y previsto para niños, pero no quieren que vayamos allí”, manifestó. Ni allí ni a ningún otro espacio público, a pesar de que, según señalan, así se lo prometió el alcalde antes de las elecciones municipales francesas, postura que, sin embargo, tras los comicios ha dado un giro de 180 grados.

Por esta razón, desde ayer y hasta el viernes, se han convocado nuevas concentraciones en Ziburu, cada día a las 17.30 horas, como protesta por las medidas del alcalde. Pero la esperanza está puesta en la manifestación que se realizará este sábado, 8 de noviembre, a las 16.00 horas, que tratará de desbloquear la situación. Mediante esta concentración “queremos decirle al alcalde que tenemos el apoyo de sindicatos, ikastolas y muchos actores culturales. No somos solo diez familias, sino que es un problema que concierne a todos los agentes sociales que están en favor del euskera”, defendió Mujika. A sabiendas de que la opinión del alcalde de Ziburu no se alterará, la directora espera que se ejerza presión social para que “cambie algo, y si no, ya veremos cuál es el siguiente capítulo”.

una historia “por capítulos” La propia Mujika afirma que la historia de Kaskarotenea va por capítulos, cada vez uno nuevo y desconocido. Y es que la ikastola no solo se enfrenta a seguir adelante sin luz, sino que debe asumir también un aumento de la multa diaria que le impuso un Juzgado de Pau por permanecer en este espacio público. El correctivo ha pasado los 100 a los 400 euros diarios.

Paskal Indo, presidente de Seaska, informó el pasado viernes de que lo que se está pidiendo es un lugar público, “porque Seaska ofrece un servicio público”. Explicó que este es “el único sistema inmersivo en euskera de Iparralde”. Y que ya se ha conseguido que el 90% de las ikastolas de la zona se encuentren ubicadas en un espacio público. De esta manera, apuntó Mujika, no están dispuestos a retroceder y a trasladarse a un lugar privado, que es lo que Pouloy ha ofrecido. La prioridad es la situación de los niños. “Si vemos que empiezan a sufrir, entonces tendremos que plantearnos otra vez el hecho de buscar un terreno privado”, recalcó la directora de la ikastola, cuya infraestructura no es más que unos edificios prefabricados.