Donostia "Los piropos son de otra época; están fuera de lugar", sentencia Oihane Agirregoitia, desde febrero de 2012 concejala de Igualdad del Ayuntamiento de Bilbao, institución que trabaja desde hace unos años en campañas de concienciación para atajar los "piropos que en realidad no lo son" y otras conductas sexistas cotidianas. Iniciativa que empezó en el contexto de las fiestas de la Aste Nagusia, donde al igual que ocurrió al inicio de la Semana Grande donostiarra, se registran tocamientos y agresiones a jóvenes. Por eso ya en plena Semana Grande, hace un llamamiento a disfrutarla desde el respeto absoluto a todas las personas.
Si te vieran los árabes nos bajarían el precio del petróleo. ¿Es sexismo?
Sí, porque se dirige a la mujer con una connotación claramente sexual. ...
O dímelo tú que, como mujer tienes más sensibilidad.
Las microagresiones hay que ver en qué contexto se producen; la misma frase cambia de sentido, según quién te la diga y en qué entorno. Los dichos, actos hay que contextualizarlos; sacarlos de contexto conlleva riesgos. Pero creo que la frase mantiene los estereotipos de género con respecto a la sensibilidad de las mujeres.
¿Con qué se identifican las microagresiones? ¿Con falta de respeto?
Con pequeños actos, actitudes, frases... de cierta hostilidad hacia personas de otras razas, género o de diferente orientación sexual.
¿Estas microhostilidades son la mínima expresión del sexismo?
Sí. Pero la gran dificultad que existe es que a veces no son identificables ni reconocibles ni siquiera por las personas que las está ejerciendo ni por quien las está sufriendo. Eso dificulta trabajar con ellas. Una agresión sexual es penal y denunciable, pero una microagresión hay que trabajarla desde la educación, la sensibilización y la responsabilidad colectiva.
Microagresiones/micromachismos... son términos de los 70, pero que en Internet se han convertido ahora en un concepto fetiche.
Sí. Se ha trabajado mucho en estas ideas a medida que ha ido evolucionando Internet; las nuevas tecnologías también han permitido que aumenten, pero a la vez han logrado que se abran espacios donde se hable de ello y se pueda denunciar.
¿Cómo? ¿Dónde?
En proyectos elaborados por estudiantes universitarios de EEUU y Reino Unido existen páginas donde se cuentan y denuncian los casos que les han hecho sentirse incómodos.
¿Como cuáles?
Hay muchos, pero uno de los más comunes suele ser cuando va una chica por la acera y desde un coche cinco chicos le gritan ¡morena, vaya piernas! y se encuentra con media calle fijándose en ella; o hasta el caso de un chico que relata que estando en un bar con su cuadrilla de amigos y al ver que le estaban faltando al respeto a una chica que estaba de fiesta con sus amigas, al llamarle la atención al amigo obtuvo como respuesta que se la quería ligar él.
Muchas quejas vienen del piropo callejero. ¿Hay que desterrarlo?
Es algo que a día de hoy está fuera de lugar. Hay que desterrarlo ya.
Pero el quiebro verbal forma parte del paisaje del día a día.
Sí. Sin embargo, a través de las políticas de igualdad se van consiguiendo avances. Hay gente que critica que focalicemos la mirada en un tema menor. Pero actuar sobre unas, no quita hacerlo con los otros.
¿A usted le han dicho algún un piropo que no era tal?
Todas las mujeres en algún momento lo hemos padecido.
Hay quien sostiene que a las mujeres les gustan los halagos verbales.
Lo que me pregunto es qué es un piropo. Algo que te gusta decir a ti o algo que me gusta oír a mí. Aunque lo hagas con la mejor intención puedes estar incomodando y faltando al respeto a la otra parte.