Guillermo Prieto, apodado Tornado en círculos ciclistas, tuvo que volver a aprender a caminar a los 35 años, después de que una máquina hidráulica para taladrar motores de coche le atrapara la pierna provocándole una amputación el 8 de enero de 2009. Sin su extremidad izquierda, cercenada por debajo de la rodilla, este padre de familia de 39 años -cumplirá 40 el 31 de agosto- vio como su vida daba un giro de 180 grados. Lo primero que escuchó al entrar a una ortopedia fue que se conformase si lograba caminar con cierta normalidad algún día. Y de la bici, su pasión, que se olvidase... “Me dijeron que descartado total, que no andaría nunca más. Estuve en tratamiento psicológico, creí que tendría que vivir siempre con muletas”, admite.

Han pasado cinco años desde aquel fatídico accidente laboral en la Renault de Valladolid, la ciudad a la que este guipuzcoano se trasladó cautivado por los encantos de Gema, su esposa. Guillermo lo dejó todo por ella hace once años. Aparcó su trabajo a escasos metros de casa, en la acería de Aristrain (actualmente ArcelorMittal Olaberria), donde era mecánico de mantenimiento. Y buscó trabajo en Pucela, en la fábrica en la que perdió su pierna.

“Totalmente inválido” “Al principio estaba totalmente inválido. Tuve que volver a aprender a caminar”, recuerda. Difícilmente podía imaginarse que cinco años después, montado sobre una bicicleta, se convertiría en el principal embajador de Olaberria, su pueblo y el del exfutbolista de la Real Sociedad y el FC Barcelona Txiki Begiristain, actual director deportivo del Manchester City.

El pasado 23 de junio, víspera de San Juan, Guillermo fue invitado por el Ayuntamiento para prender la mecha de la tradicional hoguera en plenas fiestas. Ni la lluvia, amenazante en la celebración del solsticio de verano, fue capaz de apaciguar la llama de su antorcha. “Ha sido un honor”, afirma. En el acto, Prieto fue homenajeado con la entrega de una placa que le agradece su esfuerzo y el ejemplo de superación que representa: un “mila esker” en nombre de todo Olaberria.

Guillermo se ha convertido en uno de los mejores ciclistas adaptados del Estado. Varias veces campeón de España, destaca en sus vitrinas la medalla que le acredita como tercer clasificado del “otro” Tour de Francia (2012), el de adaptados, una prueba que, por culpa de la crisis, lleva dos años sin celebrarse.

El Ayuntamiento de Olaberria es en la actualidad uno de sus 17 patrocinadores y Guillermo se ha convertido, con el nombre del pueblo grabado en su maillot, en todo un estandarte que lleva la denominación de esta localidad de Goierri por carreteras de Francia, Italia, Portugal y España.

Su logro resultaba impensable tras el infierno que supuso la amputación, su larga convalecencia, su primera y dolorosa prótesis que no le libró de las muletas y “solo servía para disimular que no tenía pierna”; Guillermo tampoco se rindió frente a las largas y duras sesiones de rehabilitación en Barcelona, donde finalmente dio con una ortopedia que obró el milagro y le hizo una pieza que se ajustaba “como un guante” a su muñón. De no poder andar, pasó a competir en bicicleta y rememorar viejos tiempos de sus años de aficionado hasta los 20.

El resultado de su esfuerzo lo saborea ahora. La bici y su hija de nueve años, Vega, son sus grandes pasiones y el accidente que marcó su vida queda cada día más lejos, como un recuerdo infausto que no tiene problemas en rememorar: “Resbalé con una mancha de aceite y no me dio tiempo a retirarme del movimiento de la máquina, que me atrapó”.

más de 100 kilómetros a diario Guillermo ha aprendido a vivir sin su pierna. Solo se desprende de la prótesis por las noches, para dormir, y aunque los calambres en el muñón son constantes, su vida ha vuelto a cambiar. Esta vez para bien. Con una incapacidad total reconocida y una pensión del 55% de su anterior salario, ahora su trabajo es la bicicleta y tiene más tiempo para su familia. Aunque no puede correr y se cansa de estar un tiempo de pie, camina “casi perfecto” y se echa a la carretera todos los días de la semana, “el que menos, 100 kilómetros”.

Aprovecha las numerosas pruebas de categoría máster para mayores de 26 años que hay a lo largo de la geografía vasca para venir a Euskadi y siempre que puede visita a sus amigos de Olaberria. De su experiencia quiere dejar un mensaje para las personas que, como él, han sufrido o puedan ser víctimas de un grave accidente como una amputación: “Es duro; sobre todo los primeros meses, pero hay que tirar para adelante. Con tesón y amor propio lo consigues”.