MOSCÚ. La pérdida ayer de un cohete Protón-M, que debía poner en órbita tres satélites y que se estrelló segundos después de su lanzamiento en el cosmódromo de Baikonur (Kazajistán), supone un nuevo y duro revés para la industria espacial rusa. El aparatoso accidente no causó víctimas entre el personal de las instalaciones de Baikonur que Rusia alquila a Kazajistán desde la desintegración de la Unión Soviética. En el lugar de la caída quedó un cráter de entre 150 y 200 metros de diámetro. En la fotografía, el cohete ruso es traslado a la plataforma de lanzamiento en el cosmódromo de Baikonur.